Leche y Café 9: Artimañas.



Narcissa estaba nerviosa, el temblor de su cuerpo la había acompañado todo el trayecto de Hogsmeade a casa de su único hijo, y no había estado dispuesto a desaparecer una vez se había dejado caer en el sofá de la acogedora sala principal.

-Querido, si es lo que pienso que es tal vez debamos poner en alerta a todos.

-No lo sé, madre. Todo esto parece una treta, un mal plan diseñado sólo para molestarnos. -Draco caminaba de un lado a otro con el ceño fruncido. Aunque sus palabras parecían las más lógicas, no dejaba de llenarlo de intranquilidad. -Quizá sólo quieren que todos se movilicen, dejen de hacer lo que hacen y descuiden algo importante. -Miró al reloj en la pared, Hermione debía estar ya en casa y obviamente no lo estaba. Una vibración en lo más profundo de sus entrañas logró que se detuviera.

Era un presentimiento. Un mal presentimiento.

-¿Draco?

-Cuida a los gemelos, no te muevas de aquí. -Ordenó caminando presuroso a la puerta, tomó un abrigo del perchero y salió de allí inmediatamente, sin embargo paró de golpe. Harry y Ron estaban frente a la entrada, pero su mirada cayeron sobre las cosas de su esposa en sus manos.

-Malfoy, dime que ella está aquí. -Potter y Weasley parecían angustiados, pero no tanto como él lo estaba en ese momento. Había escuchado un grito de auxilio en su interior, tan fuerte, tan claro; podría reconocer esa esencia de Hermione dónde fuera y era tan fuerte que ahora sólo lo estaba ahogando.

-Cálmate, Malfoy. -Pidió Ron sosteniéndolo del brazo. Entre Harry y el pelirrojo lograron hacerlo entrar nuevamente, Narcissa había llegado a ellos apenas escuchó el ajetreo.

-¡Rita, trae agua inmediatamente! -la bruja apareció en cuestión de segundos con el pedido. -¿Qué está pasando? -preguntó a los Aurores.

-Bueno, dado a que nuestras sospechas fueron confirmadas: Hermione desapareció.

-Astoria, esa maldita tiene que saber algo. -Soltó el rubio con más calma, dentro de lo que los presentes podían llegar a pensar. Interiormente estaba a pasos de perder la razón.

-¿Cómo llegaste a esa conclusión?

-Un maldito presentimiento, Potter. -Escupió colocándose de pie. -Debes llevarme con ella.

-Lo haría con gusto, pero ya no nos dejarán pasar. Intentaré programar la visita para mañana a primera hora, prometo que lo haré.

-Si algo llega a sucederle...

-Es Hermione, Draco. Ella sabe cómo defenderse, querido. Deja que ellos hagan su trabajo. -Interrumpió Narcissa con suavidad pero a la vez con dureza. Éste tragó con dificultad y asintió lentamente.

-A primera hora. Ni un minuto más ni un minuto menos, ¿escucharon? -Los Aurores asintieron, aquello era algo que no dejarían que sucediera. Hermione aún era su mejor amiga, alguien a quién aún tenían el deber de proteger.

La noche fue un suplicio. Su madre se había quedado allí con ellos a pedido de él, necesitaba que estuviera segura y a su vez contenida. De la misma forma que había esperado que sus hijos lo estuvieran con su compañía. Sabía que Rose estaría perfectamente en Hogwarts que en casa dada la situación que estaban viviendo en ese momento.

-Te ves horrible. -Blaise había llegado de madrugada. El departamento de Aurores estaban en movimiento, hasta entonces lo más sigiloso que podían permitirse. El mundo no podía saber que ante un efímero descuido alguien del Ministerio había sido secuestrado por aquellos que pensaron ya diluidos.

Y era mejor para su familia no tener su rostro en primera plana en El Profeta. Aunque no sabía que tanto duraría esa fortuna.

-¿Han sabido algo?

-Pusimos vigilancia en casa de los Greengrass y en la de Nott, pero ninguno se ha movido de allí.

-¿Qué hay de los demás?

-No hay demás, amigo. Eso es lo extraño. -Se paró frente a la chimenea y se dejó hipnotizar por el baile lento de las llamas crepitar. -Y no se me ocurre nadie más, todos ellos están en Azkaban o muertos. Ya sabes, hablo de quienes creíamos en un inicio los más cercanos.

-Lo sé, también he repasado una lista interminable de nombres en mi cabeza y ninguno me parece capaz de llevar esto adelante, excepto...

-Tori. -Terminó por él, sí todo recaía en ella. Demasiado silenciosa en esos años, demasiado lejana de sus antiguos planes. Es claro que su buen compartimento repentino estaba siendo la responsable de su pronta salida. Era prácticamente obvio ¿por qué siempre se les hacía difícil sospechar de ella? -Sospechar hasta que se demuestre lo contrario, Hermione siempre sabía que decir en estos momentos.




Continuará...

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Todo los derechos reservados; el mundo de Harry Potter es propiedad de JK Rowling. 



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