Mi Amiga es una Mortifaga
Mi amiga es una Mortifaga
Capítulo 5-Sándwich de Pavo.
Navidad había llegado tan pronto como las ranas de chocolate y los diez galeones de Clara. No estaba entuciasmada por volver a casa para esas importantes fechas, Hogwarts se había convertido sin duda en su verdadero hogar y dejarlo era realmente doloroso. Dejó su baúl con los demás y se subió al tren, Clara estaba ya arriba y Susan aún no aparecía.
-Perkis-un niño de Gryffindor se le acercó corriendo por el pasillo, con el cabello completamente rojo y unos ojos azules amables. Un Weasley.
-¿Sí?-preguntó esperando que éste recuperara el aliento. El pelirrojo pareció despabilarse y se irguió.
-Se te ha caído esto-era su bolsita con galeones de terciopelo. por instinto tocó el bolsillo de su campera pero estaba vacía.
-Oh, Gracias-éste sonrió negando con la cabeza moviendo su mano sin darle importancia.
-No hay problema-él se giró para volver por donde había venido pero Jane no le permitió dar más que sólo unos pasos.
-ten-dos galeones se mantenían quietas en sus pequeñas manos y un rostro extrañado en el chico Weasley.
-no creo que sea necesario, de verdad.
-no, de esta manera estaremos a mano.
-no puedo recibirlo.
-no es caridad, Weasley, es agradecimiento. Tómalo no me hagas sentir mal-el muchacho suspiró y miró hacia todos lados, hasta que fijó sus ojos en los de Jane nuevamente.
-si no los tomo insistirás ¿verdad?-Jane sonrió con picardía y asintió, éste suspiró de nuevo y extendió sus manos pecosas.-está bien, pero nadie debe saberlo.
-prometido-Susan había subido ya al tren cuando se encontró con esa extraña escena, una Hufflepuff con un Gryffindor una sangrepura inmundamente rica y un sangrepura extremadamente pobre en un acto de paz y agradecimiento. La Slytherin aún no podía entender porqué Jane era de esa manera, poniendo en peligro su nombre, sus costumbres y sus intereses con personas de esa índole. Sus padres no se lo hubiesen permitido.
-No lo pienses tanto serpiente, Jane esa una tejón, nobleza es lo que destila por los poros.-Clara estaba a su lado con ese gesto tranquilo pero curioso. No sabía cuando o cómo había llegado ahí, los Ravenclaw eran extraños-¿te sientas con nosotras?-¿tenía opción? Realmente no. Asintió en respuesta, no podía decir más y no quería hacerlo tampoco.
~*~
-Hogar dulce hogar-Exclamó Robert dándole la bienvenida a Jane con un apretado y fuerte abrazo hasta el punto de dejarla morada.
-creo que no siento los brazos-masculló aún con la cara apretada contra el pecho de su padre. Suspiró cuando fue liberada pero le sonrió-no sabía que me habían extrañado tanto.
-más de lo que tu crees, aunque tu madre realmente disfrutó retarte todo este mes, ha vuelto a ser la msima de siempre.-Jane rió por lo bajo y siguió a su padre, su elfo Choco, como ella le había puesto de pequeña ya se había llevado sus cosas a su habitación sin darle tiempo siquiera de protestar al respecto; ese elfo era todo un misterio.
Caminaron hasta la sala de estar, rumbo al salón té donde su madre y su hermano los esperaban. Su padre estaba demasiado silencioso, demasiado.
-¿Qué comeremos hoy?-le pareció ver en el rostro de su padre una gota de sudor caerle desde la frente hasta el cuello, pero bien pudo haber sido su imaginación.
-em...-carraspeó-Sándwich de Pavo, sí, eso.-Se detuvo abruptamente sándwich de pavo, eco había hecho en su cabeza y un escalofrío de puro terror.
-Oh no, no, no, no. ¿Esa vieja harpía está aquí?-su padre le cerró la boca con su mano y la arrastró a un costado.
-Shh... baja la voz niña-ésta le frunció el ceño y él la soltó-lo siento, Jane, pero tu madre la invitó. Pasará la navidad con nosotros.
-Por merlín, esto será peor de lo que creí.
-Créeme a mí tampoco me fascina. Sin embargo, tienes el permiso-Jane observó a su padre, sus ojos brillaban con algún tipo de maldad que muy pocas veces dejaba mostrar.-ya sabes, "el permiso"-susurró lo último la pelinegra se acercó a él quedando cabeza a cabeza.
-Si mamá me castiga...
-te daré lo que sea...
Mi amiga es una Mortifaga
Pasó una semana, demasiado rápido para ser verdad. ¿Qué estaba sucediendo con el tiempo? Jane, no le podía encontrar explicación.
Estaba perdiendo la maldita paciencia y Clara al parecer lo disfrutaba. Sabía que estaba ganando, maldito pajarraco. El avance de encontrar un "amiguito" Slytherin no era muy, por no decir nada, favorable.
Pero allí no terminaba su desgracia, la profesora Sprout le había quitado treinta puntos, por haber confundido el Lazo del diablo con una tentácula venenosa, ¿No era realmente parecidas? Parecidas, no era ni había sido la palabra clave para haber respondido a una amante de la Herbología. Que obviamente, sabía que no lo era.
La miraban ceñudos, bien podían pensar lo que quisieran, no es como si todos fueran sus estúpidos amigos. Y no es como si perder puntos fuese el fin del mundo, joder.
-Primera en la historia de Hufflepuff perdiendo más que dos o tres puntos.-Albert, el chico que aún no se cansaba de ser agradable con ella, detuvo su intento de escape-increíble.
-No es nada, sólo debes confundir el Lazo del Diablo con las tentáculas venenosas y será completamente efectivo.-éste rió melodiosamente mientras desparramaba su cabello como a una niña pequeña.
-Debería juntarme más seguido contigo.
-Pero sólo sería una mala influencia-susurró con picardía. No quería ser su amiga, pero con el tiempo práctica, aunque no enteramente, se estaba acostumbrando a él.
-¡Albert!-unos de sus amigos lo llamó. Él le hizo una seña y volvió su atención a ella.
-Niña mala, nos vemos en el almuerzo ¿Te parece?
-Claro.-dijo y él se reunió con los demás. Se encogió de hombros y se dirigió a las habitaciones. Pero la voz de Ronda nuevamente detuvo su escape.
-...sabes si Albert no fuese de tercero, creería que tu le...
-¡Oh no te atrevas a decir algo semejante!-horror fue lo que sintió y luego vergüenza. Ronda rió con ganas.
-Te ves tan mona toda rojita.
-te odio.
-Sabes que el sentimiento es mutuo.
~*~
-¿No es demasiado joven para ti?-Albert puso los ojos en blanco.
-¿Lo dice alguien que le gustan las ancianas?-éste sólo rió y se dirigieron a su próxima clase. Albert no estaba seguro, pero Jane, Jane era una criatura extraña que simplemente acaparaba su atención sin querer.
No podían culparlo.
~*~
Sentada entre los tejones Jane platicaba cosas banales con sus compañeros con una basta tranquilidad. Costumbres, gustos, libros, música, diversión. Era simplemente cautivador. Pero un escalofrío, algo que provocó que se removiera nerviosamente en su asiento la obligó a posar sus ojos en el simpático Director Dumbledore.
-¿Estás bien?-la voz de Linda la desconectó de la profunda mirada azul del director y le sonrió amablemente.
-sí, todo en orden...
-¿Escucharon lo que sucedió hace semanas atrás? Un niño de primero de los leones ¡fue colocado por primera vez en cien años en el equipo de Quidditch! Es realmente impresionante.
-Y estará con Oliver Wood, que privilegio...-Ronda chilló mientras movía sus manos en el aire. Jane no pudo salvaguardar su risa y simplemente la dejó ser.
-Su nombre es Harry Potter-Jane tosió un poco para mirar a Albert que de repente se había metido, sin embargo le interesaba realmente saber-y será buscador.-impresionante, se dijo. Quizás el año que viene...suspiró, sería bueno si no supiera que tal vez no tenía el talento. Pero no pierdes nada. Le dijo una voz interna.
~*~
Luego de pasar por Historia de la Magia, la clase más aburrida jamás creada. Jane se despidió de sus compañeros con una excusa tan poco creíble que se sorprendió lo estúpida que había sonado, sin embargo sabía como tejón que ellos eran demasiado nobles como para preguntar. Y se sintió libre para husmear en aquellos recónditos y obscuros pasillos de Hogwarts.
-No deberías estar aquí-se giró abruptamente para encontrarse con una niña de Slytherin.
-Sí, bueno...-carraspeó-al parecer tú tampoco.-abrió la boca pero una tercera voz completamente irónica hizo que ambas sintieran el corazón en la garganta.
-De hecho ninguna de las dos...
~*~
Genial, pensó mientras refregaba los asquerosos calderos y no muy lejos de allí, la pequeña serpiente de cabello castaño y unos ojos misteriosamente verdes, estaba pasando con mucha dureza la esponja en el suelo. En la miseria pura.
-¿Qué miras?-ésta cerró los ojos y sonrió de lado.
-Disculpa su majestad, pero los ojos fueron creados para mirar.-siguió pasando la esponja de acero en su caldero-Por cierto, soy Jane Perkis.
-Sé quién eres.
-Oh, que honor.-fingió sorpresa con la mano en el pecho.
-Susan Wile-dijo después de un silencio bastante prolongado.
-¿Cómo? Creo que no te escuché.-hizo una mueca y le frunció el ceño.
-Mi nombre es Susan Wile-Jane sonrió y de repente se acercó a ella, sin importarle que Severus Snape la regañara de nuevo. O que ella se sintiese extrañamente incómoda, lo que era obvio por su ceño completamente fruncido.
-un placer, Susan...-extendió su mano-compañera de castigo.
No sabía cuán acertada estaba en ello...
Canuto
Capítulo 3
No se puede esconder la diversión de alguien que, quizás, fue uno de los que la inventó. O al menos de eso alardeaba tanto Sirius, cuando ofreció en bandeja de plata la magnífica idea de jugar a las escondidas. A la que, por supuesto, James estuvo de acuerdo sin siquiera dudar, arrastrando a un sonriente Harry, con el cabello más desordenado que su padre, y a una para nada dispuesta pelirroja.
Tonks por su parte se había apuntado igual de entusiasmada que Potter. Y Elizabeth había prácticamente desaparecido junto con Andrómeda y Ted a las cocinas. Por otra parte, Remus y Peter, no tuvieron opción.
Samanta, había sido puesta en su corralito. Se encontraba muy concentrada en todo lo que pasaba a su alrededor, aferrándose a los barrotes de madera. Sentía, casi de la misma forma, el entusiasmo de su querido padre. Que no muy lejos de allí, se encontraba en el laborioso trabajo de contar.
-25, 26, 49 ojos tiene su abuela, amm ¡50! ¡Voy por ustedes mocosos!-Lily y Remus rodaron los ojos mientras veían pasar al niñato de Sirius por la puerta de la cocina. La primera estaba detrás de la puerta y Remus debajo de la mesa con un hechizo desilusionador. No habían dado condiciones, después de todo.
-Cornamenta-canturreó el pelinegro con una sonrisa traviesa-no debiste comer los bocadillos de ajo de Andrómeda. Desde aquí puedo olfatearte, viejo.-se acercó sigilosamente al sofá de cuero negro, pero no había nadie detrás o al menos eso creyó, cuando recordó la capa. Se tiró encima de lo que fuese que hubiese allí y en efecto, allí estaba James, riéndose escandalosamente.
-Ya basta-odiaba las cosquillas y el pelinegro, sin una pizca de culpa, lo sabía.
~*~
Sorprendentemente, Harry y Tonks fueron los que ganaron a las escondidas. Sirius había atrapado a Peter transformado en rata debajo del corralito de su hija. A Lily por una risa mal disimulada y a Remus por un fatídico estornudo.
Sin embargo, no fue capaz de encontrar a los niños. Tonks había ayudado a Harry a esconderse en el paraguero en forma de pie de troll y ella se escondió detrás de las gruesas cortinas que tapaban a Walburga Black, jamás se enteró, y Sirius daba gracias por ello.
Harry sola una vez había jugado a las escondidillas y recordaba patente lo que debía hacer, después de todo era hijo de Lily Evans, pero si Tonks no lo hubiese llevado en su espalda no habría llegado.
Ya para el almuerzo, Sirius no paraba de relatar lo sucedido haciendo enfadar a Lily, molestar a Remus y reír a los demás.
-¿Cerebritos? ¡Patrañas! ni siquiera buscaron bien donde esconderse.
Así había transcurrido el día, entre postres, risas, tazas de té y galletas. Viejos recuerdos y absurdas competencias. Entre familia, amigos y hermanos. Sirius, estaba feliz.
Miró a su pequeña hija en los brazos de su esposa, aplaudiéndole las payasadas de su buen amigo James, de vez en cuando cacheteando al pequeño Peter, tirando del cabello de Remus. Siendo una regalona con la familia Tonks, una confidente con su curioso ahijado en los brazos de la pelirroja
No podía pedir más, bueno, quizás sí pedía algo más. Una palabra, una sola palabra, de su pequeña Sam. Pero nada. Nada de nada.
Mi Amiga es una Mortifaga
Capítulo 3-Ridículo.
-Una apuesta.-la idea no le quedaba del todo clara, ni siquiera el momento en el que había acabado en los baños de prefectos.
-exacto, una apuesta-Clara la miró con sus ojos brillosos de la picardía. Sabía que una apuesta no se dejaba sobre la mesa amenos que lo hayas, meticulosamente, preparado. Ella más que nadie lo sabía.
-y...-aclaró su garganta, no era que no quisiera, pero ya había pasado su record de un mes sin meter la pata y no quería salir de esa suerte. Pero Clara era tan insistente, que a esas alturas, ya no le podía decir que no-¿de qué se trata?-ésta aplaudió con energías y bajó de un salto de la escalinata que permitían subirte a la gran bañera.
-bueno, sé que si te dijera que te comieras dos gusanos por dos galeones, lo harías.
-cierto.
-bien, esto va más allá que pedir un autógrafo a los gemelos Weasley. Y sabes que están bien guapos-rodó los ojos.
-bien, suena interesante, ya escúpelo.
-tienes un mes para hacer que un Slytherin se convierta en tu amigo o amiga.
-¿y qué gano?
-Diez galeones-se masajeó la quijada en un gesto pensativo-y una caja para todo el mes de ranas de chocolates.-pasó por su lengua por sus labios. Ranas de chocolates, su más grande debilidad. Perra.
-trato hecho.-vamos, era una ganga.-no sé porque siento que hice un trato con el diablo.-Clara sólo rió mientras le daba un gran apretón a su pequeña mano.
-Recuerda que si no lo logras para esa fecha, deberás retribuirme con algo, pero eso será una sorpresa. Buscaré con calma mi premio.
-Estás muy segura de que no lo lograré.
-me debo anticipar, no confiar.
~*~
Estuvo toda la tarde formulando un plan. Haciendo listas de nombres de las posibles serpientes que conocía. Hacer amigos no era complicado, claro que no, bueno, no cuando pertenecían al nido de serpientes.
Suspiró, Clara se la había dejado bien difícil. Pero no podía rendirse, no podía darle el gusto a la Ravenclaw, no cuando sólo llevaba horas de ser anunciada y aceptada la apuesta. Un tejón nunca se rinde. Se dijo con firmeza.
~*~
Era de noche, gran sorpresa. El tiempo allí pasaba volando. Mientras engullía su puré de calabazas y aquel sabroso corte de res, las grandes puertas fueron abiertas de par en par. Aquel extraño profesor de DCAO, el tartamudo y torpe Quirrel había ingresado esa hermosa noche de Hallowen gritando.
-¡T-Troll e-en las mazm-morras!-el tipo se desvaneció. Los gritos comenzaron a escucharse, de inmediato alguien, no sabía quién, la arrastraba hacia la salida y apenas había podido tragar. Las palabras de Dumbledore no llegó a escucharlas, el pánico había sido misteriosamente desatado. Hogwarts era un caos.
Un hermoso Caos.
No recordaba lo rápido que habían cruzado las cocinas y entrado a la sala común, abarrotada claramente, de alumnos con el pánico y el resto de la cena atorada en la garganta.
Había sido un escape llanamente perfecto y eso era extraño. Completamente ridículo...
-¿Cómo es posible que un troll haya entrado a Hogwarts? ¿No es el lugar más seguro que existe?-preguntó Ronda, en la comodidad de su habitación rodeada por sus compañeras: unas llorosas, otras igual de intrigadas, esperando ¿Qué? No lo sabían. Sólo podían sacar conclusiones.
-Al menos espero que les haya dejado una linda sorpresa a los Slytherin. ¡Caca de troll en las mazmorras, corran todos, mancha aún más nuestra pureza!-dramatizó Jane; todas rieron, pero aún así, había un deje de preocupación en sus rostros.
¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!
¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...
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Capítulo 7 El Feo Tío Regulus. Elizabeth sabía que algo había sucedido, Sirius no se detenía de su camino cuando algo en verdad...