¿Un Weasley, Slytherin?


Capítulo 2


-¿Quiénes vendrán, mamá?-había preguntado Ginny mientras ayudaba a su madre a poner la mesa. Molly suspiró mientras sonreía levemente y lavaba las verduras.

-Bueno, los de siempre. ¿Recuerdas a tu tíos Carl y Daniel?-ésta negó con la cabeza a penas recordaba cómo eran sus tíos, la primera vez que esa reunión se llevó a cabo era tan pequeña como Ron, aunque éste último recordaba todo con lujo de detalles-ya los vas a conocer; también viene tu abuela, tu tía Margaret-Ron desde el otro lado de la cocina se mofaba de cada nombre que su madre decía, cada uno era peor que otro, algunos eran idealistas de la sangre, otros sólo les interesaba los negocios, su abuela los modales, sus tíos gemelos molestar como sus hermanos. Y así una larga y extensa lista de hermanos y hermanas de su padre y otros de su madre llegaban a la Madriguera cada diez años.-oh, se me estaba olvidando que también se nos une Robert Weasley. Hace mucho tiempo que no lo vemos.- La joven miró a su madre de reojo, había podido percibir cierta incomodidad de su madre al pronunciar el nombre de dicho Weasley, sin ver ella, una razón aparente. En cuanto al pelirrojo se tensó en un instante al escuchar ese nombre;  si no fuese por milagro de Merlín y Dumblendore juntos, se hubiese atragantado con el pastelillo que se había metido en la boca.

-¿Estás bien?-éste se giró con los ojos bien abiertos hacia Harry que lo miraba divertido. Mientras que él, con todas sus fuerzas, trataba de tragar. Asintió repetidas veces hasta ser capaz de engullir el endemoniado pastelillo.

-Mátame Harry, mátame.-el pelinegro se sentó con suavidad junto a él.

-Tú sólo casi te matas, no necesitas de mi ayuda para eso-rio, pero dejó de hacerlo al ver la angustia de su amigo, aquella misma que llevaba desde que había recibido la imperiosa carta de su madre, avisándole y obligándole ir a la reunión familiar dos semanas atrás.- ¿por qué, por qué odias esto? Daría lo que sea por tener una familia así.

-Sé que sonaré como un “insensible- estúpido”, como siempre dice Hermione que soy. Pero es mejor no tener cosas como éstas; tener una familia numerosa, Harry, no te hace feliz. Es más, amarga tu existencia hasta el punto en que te sientes como una asquerosa cucaracha.-Fred y George en silencio se habían acercado al escuchar a su “Ronnie”. Ellos a ciencia cierta sabían el porqué de la resistencia de Ron a esas reuniones. El más afectado siempre era el muchacho-es por eso que lo odio… -se puso de pie y dejó a su mejor amigo solo en el sofá pasando por al lado de sus hermanos mayores, sin siquiera darles una mirada.

Ambos pelirrojos se acercaron al pelinegro, apenados. Ninguno de los tres sabían cómo empezar y no fueron necesarias las palabras, cuando el grito de la matriarca Weasley, los llamó a la mesa. De apoco empezaron a llegar a la misma Hermione, Draco, Percy y su esposa, Bill y Fleur, Charlie, Harry y Ginny, los problemáticos Gemelos y Arthur, sin embargo, Ron no apareció. Molly comenzó a refunfuñar ante la pronta desaparición de su hijo, sin excusas de por medio. Arthur miró a sus hijos con una sugerente mirada. Sabiendo que alguno de ellos sabría algo. Pero ninguno mencionó nada.


-

Sus ojos azules miraban la luna llena. La mañana, la tarde se habían esfumado entre sus cavilaciones y sus divagaciones que lo atormentaban. Se había escabullido de todos, incluso de sus mismos amigos. Necesitaba, precisaba, estar solo. Cualquiera podría simplemente tratarlo de un exagerado, un completo desquiciado. Pero no podía más que sentirse así, miserable, como un sapo de otro pozo.

Robert Weasley…

Ese maldito nombre resonaba en su cabeza una y otra vez, sin cesar, robándole la poca paz que había conseguido en esas, casi, doce horas de martirio. La sombra de su pequeño pasado. El gran secreto que sólo pocos sabían. Robert Weasley, un nombre que pensó que no volvería a pronunciar en su vida. Sin embargo, se había equivocado, había confiado más de la cuenta en el simple “nunca”.

-mierda, mierda y mil veces ¡mierda!-el pelirrojo miró hacia donde provenían las injurias. No muy lejos de donde estaba pudo divisar la silueta de cierto rubio que le caía peor que mal, pero eso no parecía surtir efecto en ese instante. Apenas había luz en ese rincón de su hogar, pero su inconfundible persona podía ser identificada a leguas. Parecía angustiado, furioso consigo mismo ¿Cómo lo podía notar? Él se sentía así, él podía comprender aquello.

-Créeme, eso no funciona-mencionó bajo la potente luz de la luna. Malfoy pareció soltar un gemido del susto. Su mano instintivamente se había dirigido a su bolsillo donde “supuestamente” debía estar su maldita varita. Pero recordó, tristemente, que no la tenía. ¡Por las mierdas de Merlín! Siguió despotricando mentalmente.

-¡estúpida comadreja!, pude haberte matado de haber tenido mi varita-Ron rio con gracia, omitiendo el insulto del mismo. Su risa había sido tan seca y muy mal disimulada que no lo notó.

-ya lo creo-respondió, tomando por sorpresa a Draco ante el desinterés que había utilizado en esa simple frase. El rubio estaba seguro, que de haber estado lúcido, lo habría agarrado a golpes. De esa manera tan muggle que solía usar.- ¿y…qué produjo tu enojo? ¿Es que has descubierto que en verdad eres un hurón albino, feo y peludo?

-muy gracioso-susurró, como el siseo de una serpiente. Serpiente que interiormente era. Se acercó al pelirrojo que apenas se distinguía su rostro y ese tan común cabello rojo- miró hacia todas las direcciones, no querría ser descubierto en una posible tregua que, de por sí no había sido decidido por ninguno de los dos-. Se sentó a su lado, no sabía por qué lo hacía. Tal vez todo eso lo estaba volviendo loco. Todos ellos lo estaban y era contagioso. No quería admitir que sólo había cambiado. Un Malfoy no cambiaba, era y siempre era, pero nunca, jamás se hablaba de cambiar-¿Alguna vez, has hecho algo de lo que te puedes arrepentir, pero que realmente no importa?-Ron soltó un pequeño suspiro y se removió nervioso sobre su asiento. No tenía planeado hablar con su archi enemigo. Era una pesadilla. Aunque sabía que todo había cambiado, que todo debía cambiar, pero era difícil no verlo como tal.

-por donde empiezo-respondió apesadumbrado-¿y tú? No pareces ser alguien como yo. No creo que seas tan estúpido como para hacerlo.

-no me conoces Weasley, he hecho estupideces ¿no lo recuerdas?-preguntó subiendo la manga de su camisa hasta su antebrazo-me convertí en un maldito mortífago y…

-¿y?-Malfoy tragó con dificultad. No estaba seguro de soltar eso que tanto pesaba en su interior a quién le daría una muerte lenta y dolorosa.

-y, besé a Granger.-cerró los ojos con fuerza, tanto como sus dientes dentro de su boca.

-¿y eso es malo, por qué…?-abrió los ojos tan rápido que sintió que se le salían. Esperaba cualquier cosa menos eso. El mundo debía estar por acabar, no sólo por esa estúpida pregunta sino por estar hablando nada menos con un traidor a la sangre, amigos de Muggles y de Potty, que además no había asistido en las que serían sus horas favoritas-almuerzo y cena-.

-en verdad estás mal-opinó mirándolo de reojo-¡Es tu estúpida mejor amiga! Y preguntas ¿por qué es malo? Realmente iré con cara-rajada para que me golpee o cualquier otro Weasley.

-tienes razón debería golpearte-concedió-pero no serviría de nada, en el corazón no se manda-susurró con la mirada perdida- y antes de tan sólo ponerte un dedo en ti, ella me golpearía dos veces más duro-añadió con tranquilidad que el rubio le sacaría a escobazos si eso era posible y legal.

-No lo entiendes Weasley, lo del el profeta sólo fue un aviso.

-claro que lo entiendo, yo también temo por ella. Tu pescuezo tiene precio. Es un hecho, no podemos ignorarlo tan fácilmente. Pero Hermione es hija de Muggles, una brillante bruja, pero una hija de Muggles al fin y al cabo, eso sólo te lleva a pensar que quien más está expuesta al peligro es ella y no uno mismo-sus ojos azules se clavaron en los grises del muchacho.-sabes que todo esto es verdad-añadió con seriedad-pero no puedes echarlo a la basura en el primer intento. Eso sería ser un completísimo cobarde.

-una de dos, esto es un mundo paralelo o hemos perdido la cordura.


~*~

-¡No corran niños o se lastimarán!-grita una mujer de cabellos rojizos mirando a sus dos pequeños hijos revolotear por la cocina, dos hijos de siete. Era admirable ver como aquella madre podía recordar con naturalidad todos sus nombres. Excepto claro, de aquellos traviesos gemelos que se cambiaban el nombre con habitualidad. Los dos pequeños pelirrojos juegan a quién es el mago más veloz. Claramente el pequeño Ron tiene la certeza de que él lo es. Sin embargo, se asombra de la rapidez de las diminutas piernitas de su hermana menor.

Aunque eso no le importó. Amaba a su hermana con todo su ser, no se lo diría jamás, claro. Era una regla básica de los hermanos mayores. Pero nunca dejaría que le hiciesen daño. Estaba seguro de ello. Ambos comienzan a subir las escaleras. Ginny lo hace torpemente pero la sonrisa no escapa de sus pequeños labios. Ron no mira hacia atrás él está enfrascado en el arduo labor de tratar de subir los escalones, apenas se llevan unos años de diferencia, pero no por eso es tan ágil. Corre entre los estrechos pasillos hasta que queda accidentalmente frente la puerta del pequeñísimo despacho de su padre, donde guarda artilugios divertidos y coloridos que pocas veces le deja mirar. La puerta está entreabierta, escucha voces y luego gritos. Se sobresalta al sentir las manos de su hermanita agarrar su brazo. Él le hace un gesto con su dedito para que guarde silencio.

-¡Inaudito Robert! No puedes abandonarlo así. ¡No puedes! Sólo es un pequeño, ¡sólo un pequeño!

-¡Esa es mi decisión, Arthur! Puedes quedártelo si quieres-había susurrado como si hablara de cualquier pieza de puzzle. –si es que no quieres que lo deje en un orfanatorio.

-eres como todos ellos, frívolos y sin sentimientos.-decía indignado Arthur Weasley- Pero pierde cuidado. Ron no será así, no como tú-Ginny tiraba de su mano insistente, ya lo había hecho pero la había ignorado. Pero la pequeña quería ir al baño y no alcanzaba siquiera el picaporte y necesitaba de su “hermano”.

-¿Qué?-preguntó malhumorado.

-Necesito ir al baño Ron-decía muy bajito dando pequeño saltitos. Él volvió su mirada azulina hacia la puerta y luego hacía su hermana y resignado la tomó de la mano. Guiándola hacia el baño desaparecieron de ahí justo cuando la puerta era abierta por completo y salía de aquel poco espacioso despacho, un muchacho de no más de veinte y tantos años. Su cabello corto y rojizo contrastaba con su piel clara y esos salvajes y obscuros ojos azules. Sus gestos eran duros y fríos al igual que sus facciones. Era un Weasley y a la vez no.

Los pequeños ojitos de Ron lo miraban con temor y decepción. Aun sin comprender todo lo que había escuchado sabía que, un parte de él, exigía no saber nunca más de aquel Robert Weasley. Jamás, en lo que le quedaba de vida, aún si esta era corta.

-¿Ron? ¡Ronald!-Ginny movía con preocupación a su hermano. Se encontraba en la cama hecha como la había dejado su madre el día anterior. Estaba vestido de pies a cabeza, evidencia de haberse quedado tal y como había llegado en la mañana del día de ayer.

-¿Qué? ¿No estás demasiado grande para que te acompañe al baño?-murmuró entre sueños dando un largo bostezo. Alejándola a manotazos.

-ya déjate de juegos. Llegarán los invitados y no estás presentable.

-¿quién demonios quiere estarlo?-preguntó babeando aún la almohada.

-¡Ronald Weasley, no me des motivo para patearte el trasero!-lo tomó de los pies y lo lanzó contra el piso sin siquiera esperar otra de sus conocidas protestas. Draco, quien iba pasando por el pequeño y angosto pasillo detrás de Hermione, algo que se había convertido en algo habitual, quedó más pálido de lo que estaba al ver tan brutal imagen. No dudó ni dos segundos en salir de allí despavorido. Descansa en paz Potty pensó el blondo con un frío sudor recorrerle la espalda. La pequeña comadreja había resultado ser más aterradora que un Dementor.

-rayos Ginny déjame en paz-murmuró desde el suelo con serenidad. Ginny iba a golpearlo pero no logró hacerlo, algo hizo que la pelirroja se llevara las manos al pecho, sin poder saber porque verlo así le hacía daño; era más allá que sentir preocupación, era pena y un hermano no podía sentir pena de su par. Era inaudito.

-Ron, maldición. Deja de estar así, nos haces daño-susurró sentándose a su lado-por favor, sé que muchos saben que sucede pero yo no, tus amigos mucho menos. ¿Qué es lo que sucede?-los ojos azules de Ron la miraron con melancolía, mientras hacía el gran esfuerzo de reincorporarse.

-no tienes porqué saberlo hermanita-colocó su mano sobre el hombro de ella y le sonrió sin muchos ánimos pero con sinceridad-es mejor así, es más sano así.-un carraspeo los sacó de su letargo, provocando que automáticamente miraran hacia la puerta. Molly se encontraba allí con sus ojos que desprendían ese cálido cariño maternal, que en los momento más difíciles había sido suficiente para seguir luchando, pero que para él en ese mismo instante le hacía pensar que no era merecedor de tales sentimientos. Ginny se puso de pie con suavidad seguida de su hermano.-mamá, buenos días.

-Déjanos solos cariño-Ginny miró al pelirrojo que mantenía su mirada sobre su madre. Asintió antes de retirarse.-hijo…

-tu sabes que no lo soy-comentó éste interrumpiendo a la mujer de temperamento formidable.

-Eres y siempre serás mi hijo. Yo te crie como si hubieses salido de mí y eso nadie podrá negármelo, mi amor-la mujer lo tomó de la manos con delicadeza para darle un suave beso-eres un Weasley, un Gryffindor, un gran amigo, un gran hijo, hermano y un respetable Auror. Estamos orgullosos de lo que te has convertido y eso tiene que ser suficiente para demostrarle al mundo que lo lograste cuando nadie, tal vez, tenía fe en ti. Ve a esa sala con la frente en alto y demuéstrales a todos que eres más de lo que tú piensas. No estás solo y jamás lo estarás. No debes pagar los errores de los demás, no es tu deber.

-gracias, pero tanto tú madre como yo sabemos que eso nunca será suficiente. Soy hijo de una maldita serpiente, quién me abandonó cuando más lo necesité. Y eso nunca, aunque ya perdonado esté, lo superaré.-la pasó por al lado con angustia estampada en su joven rostro-lo lamento-añadió antes de perderse entre las sombras.

-yo lo siento aún más- Molly clavó su mirada en la ventana. El mundo solía ser realmente cruel cuando se lo proponía y nadie podía siquiera encontrar algo de paz para volver a comenzar, no cuando era preciso. Tomó el suficiente valor y decidió volver con los invitados. No era tan descabellado como recordar que existía un Weasley Slytherin. Estaba segura de ello.


~*~

-¡Expelliarmus!-una muchacha de cabellos rubios corrió por la sala de su casa hasta quedar específicamente detrás de la pared que la separaba de la misma. Su mano se aferraba a la varita como si la vida dependiera de ella.

-¿dónde te metiste perra?-canturreó su atacante pasando con habilidad su varita por sus manos-hoy estoy de buen humor, así que… ¡Aparece maldita!-exclamó buscándola entre los muebles.-no me importa que seas una Nott, la verdad es que me da la misma mierda, tu sabes…

-¡Avada Kedavra!-susurró una voz perfectamente detrás de él, con una gélida mirada azul-lo sé, la verdad es que a mí también me da la misma mierda que sepas siquiera atreverte a decir mi apellido con tu asquerosa boca-masculló el hombre bajando su mano. El cabello negro apenas se había movido con tan simple gesto.

-Creo que ya es hora de dar aviso a Harry de esto-opinó la chica saliendo de su escondite, alerta aún de sus alrededores.

-¿estás bien?-preguntó acerándose a ella dándole un necesitado y desesperado abrazo-creí que no llegaría a tiempo.

-sé defenderme, querido-susurró dulcemente enterrando su rostro en el pecho de su esposo-estamos bien-añadió con una sonrisa tocándose el vientre.

-salgamos de aquí. Estoy seguro de que éste no será el único ataque.

¿Un Weasley, Slytherin?


 El mundo de Harry Potter no me pertenece, ni sus hechizos, ni sus personajes, NADA, sólo a su creadora J.K Rowling; excepto lo que no conozcas.

¿Un Weasley, Slytherin?

Capítulo 1

Era una tradición en su familia que cada diez años se reunieran todos los Weasley. Para sus amigos era divertido, para él simplemente era un martirio y eso que solo había tenido la oportunidad de estar una sola vez en una de esas. Su abuela siempre se encargaba de avergonzarlo, cuando pensó que la única que lo hacía era su madre. Ella era más considerada que la anciana pelirroja. Ni hablar de sus tíos, esos gemelos tan parecidos a sus hermanos Fred y George, que tenían un solo objetivo, él, el indefenso Ron Weasley.

Ese día en el ministerio había sido nefasto, aun peor cuando se enteró que Hermione debía ser la guardiana del estúpido y engreído Draco Malfoy “por un tiempo”, en cuanto su vida dejara de ser turbia; como si eso llegara a pasar algún día. Habría preferido ser él su niñera, que arriesgar la vida de su mejor amiga. Pero órdenes eran órdenes y su amiga tenía la tendencia de nunca desistir de ellas.

Se dejó caer en el sofá, levantando una ligera polvareda a su alrededor. Ginny lo quedó mirando de forma furiosa, odiaba cuando su hermano se desparramaba en su mueble como un costal de papas.

-Ten más cuidado bruto-masculló pegándole con el almohadón repetidamente, pero lo dejó de hacer al ver que éste ni siquiera se defendía-¿qué te sucede ahora?

-No quiero ir a esa reunión-respondió automáticamente. La pelirroja chasqueó la lengua y dejó a un lado el almohadón. Ron siempre solía ser melodramático cuando se lo proponía.

-Oh vamos ¿aún le tienes miedo a la abuela?-el pelirrojo desvió la mirada hacia ella, su pequeña hermana cada día se parecía más a su madre cuando ponía sus manos en su cintura y esa cara amenazante. Harry era desafortunado en ese aspecto.

-A ti te ama, a mi me odia. No soy suficiente admirable para ella-murmuró con tristeza clavando sus ojos azules en la nada-siempre dice que hubiese preferido que yo hubiese sido niña-la pelirroja comenzó a reírse mientras se dejaba caer a su lado. Harry entró por la puerta junto con Hermione y el indeseable de Malfoy con una cara de pocos amigos, como los otros dos al frente.- ¿qué hace aquí?-preguntó con fastidio poniéndose de pie.

-Créeme, esto me desagrada tanto como a ti comadreja.-ambos iban a enfrascarse en sus típicas discusiones pero Hermione no dejó que eso sucediera.

-¡Ya basta!, he estado aguantando las quejas de Harry y Malfoy todo el camino, no empieces tú también, Ron-el Weasley volvió a sentarse y la castaña se dejó caer como Ron al lado de Ginny. La cual no hizo mención alguna, su amiga a veces solía ser peor que ella cuando se enojaba.

-Que modales-susurró el rubio apoyado en la pared de la sala principal del número 12 del Grimmauld Place. Harry, hasta ese momento en silencio, se acercó con una sonrisa hasta su novia dándole un suave y casto beso-vamos Potty, pudiste haberlo hecho mejor-comentó con burla, éste sólo bufó y se encaminó a la cocina, estaba realmente exhausto como para seguir peleando con alguien tan necio. La pelirroja se puso de pie mirándolo con el ceño fruncido y siguió a su prometido.- ¿Qué?-preguntó al ver los ojos chocolate de su guardiana sobre él.

-Por eso te dije que no era buena idea-murmuró Ron bajito, a su amiga.

-Ni que lo digas, pero ya no hay vuelta atrás ¿ya tienes el traslador?

-Por desgracia, sí, y tampoco hay vuelta atrás.-respondió mostrando un pequeño zapato de bebé rosa.

-Lindo-se burló la chica poniéndose de pie.-muévete Malfoy, te mostraré donde te quedarás-éste soltó un simple resoplido y pasó por enfrente del pelirrojo. Sus intenciones no eran esas, pero no pudo no evitar molestar al “Weasel”  cuando  le dio una mirada de reojo al trasero de Hermione.

-¡Maldito Malfoy!-exclamó en un lento reaccionar, pero ya se habían perdido por el pasillo que daba a las escaleras. Las cabezas de los futuros señores Potter, aparecieron por el umbral de la puerta con unas extrañadas miradas-desvergonzado, infeliz-refunfuñaba tapándose la cara con sus manos. Sin duda esas vacaciones iban hacer muy, muy largas. Y eso que recién comenzaban.


-


La mañana había llegado más pronto de lo que hubiese querido. Las voces comenzaron a escucharse y los incontables golpes de su hermana y los gritos de Hermione, para que se levantara. Nadie tenía la certeza de que estaba consciente de que en verdad debía hacerlo, para su pesar y su mala fortuna.

Luego de dictaminarse en levantarse, tardó menos de diez minutos en asearse y estar amenamente presentable para la tortura, aunque esperaba que no fuese suficiente para volver a penas tuviese oportunidad. Cuando bajó las escaleras se encontró a Malfoy sentado en el sofá con “El Profeta” en las manos. Lo bajó cuando se sintió observado de manera poco atractiva. Y se encontró con sus ojos, amenazantes y llenos de desasosiego. El pelirrojo acentuó más su ceño, hasta el punto de quedarse bizco; el maldito la estaba pasando bien mientras que él prefería ser devorado por un trol o la mismísima Umbridge-cara de sapo.

-¿Qué, pisas para el otro lado?-Ron apretó los dientes haciéndoles rechinar y se sentó de mal humor en el sillón del frente.

-Claro que no, imbécil-dejó reposar la cabeza hacia atrás, tenía una gran jaqueca y no se le iría hasta que terminaran las vacaciones, de eso estaba seguro. Se rascó la barbilla con lentitud. Odiaba su vida, en esos casos era cuando más le pedía a Merlín que lo matase.

-Te ves fatal, ni siquiera te rasuraste-Hermione apareció en su campo de visión y sonrió cuando le tendió una taza de café con canela-tu abuela te admirará menos si tienes la apariencia de un vago.

-Eso me hace sentir peor-la chica le sonrió levemente, se escuchó el bufido del sangre pura detrás de ellos. Ambos Gryffindor's se giraron a verlo, el chico estaba atrás del diario y lo bajó para mostrar una cara de real desconcierto-¿qué sucede?

-Encontraron a tres Muggles muertos-la piel de la castaña se erizó por completo- dicen que primero fueron torturados y muertos por el sufrimiento. Tiene la teoría de que es un mortífago. Vaya suerte para los Muggles.

-¡Pero todos están en Askaban! y algunos están en el ministerio.-opinó con nerviosismo la muchacha que se había sentado en el apoyabrazos del sillón donde estaba Ron.

-Sí, pero eran miles, los cercanos y conocidos fueron rastreados y eliminados, otros siguen en vigilancia. De cualquier forma quien esté haciendo esto debe ser alguien que trabaja por mero placer, ustedes saben eso por los interrogatorios-dijo Ron irguiéndose. Suspiró y miró a los otros dos que estaban figurativamente con la boca abierta-¿qué?

-Nunca pensé que iba a escuchar a una comadreja hablar de manera inteligente.

-Nunca es tarde para ser la primera vez-murmuró quejándose mientras se ponía de pie. Estaba destruido literalmente, de pronto al ver el reloj en la pared lo había desanimado totalmente. Se fue de la sala para tomar su café en la cocina, necesitaba pensar a solas.

-ya deja de preocuparte Granger, estarás rodeada de Weasley y el idiota de San Potter-la castaña hizo una mueca sentándose con lentitud en el sofá. Draco la siguió observando algo cabreado-¿no me has escuchado?

-sí…-respondió totalmente fuera del Mundo Mágico. Malfoy rodó los ojos y volvió al artículo de los Muggles. A pesar de que no se deleitaba de ello-ya que había cambiado mínimamente su forma de pensar- se le tornaba preocupante. Los Aurores no habían hecho bien su trabajo y eso era un punto en contra para los nacidos muggle y para aquellos como él, que habían confesado más de la cuenta. Se suponía que nada de eso sucedería, bien equivocados estaban todos y ahora Hermione y él, estaban en peligro.

Para las nueve de la mañana se encontraban todos reunidos alrededor del pequeño zapato de bebé rosa en las manos de Ron, que tenía un gesto como esas personas que se dirigían a un funeral. Harry y Ginny estaba uno a cada lado del pelirrojo, mientras que Hermione y Draco codo a codo.

-bien, ya faltan unos segundos-comunicó el pelirrojo suspirando. La castaña rodó los ojos y Ginny solo rio suavemente.

-tranquilo hermanito, esto terminará más pronto de lo que crees.

-ya quisieras-murmuró mirando su reloj pulsera-bien, ya es hora-cada uno colocó un dedo encima del pequeño zapato-tres…dos…uno-el quinteto sintió aquel familiar y desagradable tirón en su estómago y un pequeño torbellino los envolvió. En cuestión de unos cuantos segundos estaban frente a la Madriguera. La Señora Weasley los esperaba con una amplia sonrisa. Nada en ella cambiaba con los años, excepto aquellas rebeldes canas en su pelirrojo cabello.

Los abrazó a cada uno con esa efusividad y severidad, en algunos aspectos, que siempre tenía. Esos días eran lo que más la llenaban de alegría y Ron prefirió omitir su desolación con una fingida y dura sonrisa. Malfoy se había sentido incomodo, pero no era la primera vez que recibía un abrazo de parte de la rechoncha y amable mujer. La falta de costumbre a esos afectivos gestos, lo dejaban en blanco. Hermione tocó su hombro para que se moviera, todos estaban por entrar a la Madriguera y él era el único que faltaba.

-recuérdame Granger porque estoy haciendo esto.-murmuró mientras comenzaban a caminar hacia la puerta donde Harry los esperaba.

-porque peligra tu… ¿vida?-respondió la castaña con dudas entre medio de sus palabras.

-eso creí.-comentó con una mueca de desagrado. Esa era la primera conversación civilizada que habían tenido. Lo cual realmente los sorprendía. Alguien se estaba encargando de ir pintando una realidad paralela en sus vidas, en la que en verdad, ya nada parecía tener sentido. Sin duda esas “vacaciones” no sólo iban a ser nefastas para el pelirrojo.

LaSix


Mi Mundo 2015


Affectus

El coraje no será suficiente para los gerdrosianos en la intensa lucha contra los profesionales asesinos. Mucho menos para el Conde, David Salvatore; un simple muchacho en la difícil etapa de la juventud, el amor y las desiluciones.

Los Ladrones de Perseidas



Video Fan en You Tube



 La SSIN fue creada hace treinta años por Nikolay Bernaben, político militar argentino, fallecido en 1992 en el rescate del Glaciar, una mina de uranio.

 La corporación quedó bajo el mando directo del gobierno general argentino y el consejo Hensel. El programa de Servicio Secreto de Inteligencia Nacional fue vendido globalmente diez años después, formando las tropas de La Orden, con cede principal en Argentina; hasta entonces visto sólo como un país pacífico.

Durante los años de renovación en la SSIN se reformó el código 3123 en la que sólo aquellos que habían recibido entrenamiento militar podían formar parte de sus instalaciones. Reclutando niños desde los seis años para entrenarlos en el maravilloso arte de los espías.

Es así como nació el equipo Noblex, conformado por Gustav Santis, Anthony Dais, Clark Gentin, John Gentin, Jason Green, Joseph Balek y Benjamin Ramin. Los siete hombres más temidos por inteligencia internacional.

[...] "Sé que de alguna forma, son indestructibles. Que no existe nada ni nadie que pueda detenerlos y eso es lo que los hace invencibles. Ellos, son especiales..."



________________________________________________________________________________

¡Hola! este es un Fan video como es obvio, en donde representé mis personajes de un proyecto literario en el que he estado trabajando [LaSix] con estos hitos del cine ( que de alguna manera son perfectos para lo que quiero trasmitir) sin contar que cada uno de ellos son mis actores favoritos. También he estado trabajando en lo que es edición haciendo tal vez, leves mejoras; en comparación con mi primer video.

Y en fin, acá estamos.

Cabe recalcar que no sé el nombre de la música. Del extenso repertorio que poseo éste sólo me aparece como desconocido y no se los he colocado por eso. Al igual que espero que puedan reconocer las películas (y obra de teatro) en la que estos hombres trabajaron. Muchas de ellas son muy conocidas y divertidas :D y las recomiendo si dudarlo.





¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...