Mi Amiga es Una Mortifaga: Capítulo 2

Un buen primer día, bueno eso quería creer, afuera se llevaba una de esas aterradoras tormentas, pero nada de qué preocuparse. Se había peinado, o eso había intentado, se lavó los dientes, la cara y se había puesto el uniforme. El escudo de Hufflepuff brillaba en su pecho.

Sus compañeras de habitación estaban literalmente muertas, estaban desparramadas en sus camas con doseles amarillos -unas muy cómodas camas con doseles amarillos- y babas en sus comisuras de sus labios. Era una imagen graciosa, tan normal, que era escalofriante.

-¿Tan temprano?-Albert no era un muchacho feo, tampoco era tan lindo. Bueno, si lo entienden ¿no? Tenía sólo once años, comprendan.

-No quiero llegar tarde el primer día de clases-éste sonrió y dejó su libro de lado, no se había dado cuenta de él hasta que lo cerró.

-sí, bueno, no es como si herbología fuese muy interesante. Aunque Pomona Sprout, es una profesora excelente. Después de todo es nuestra jefa de casa. Donde no llegaría tarde es con Snape, el hombre es algo intolerable.-Sabía que él intentaba ser amable con ella, pero de algo estaba segura, eso no sería suficiente si quería que le consiguiera buenos asientos en el próximo juego de Quidditich. Se había despedido de él con una sonrisa, sólo por cortesía y se había llevado consigo su mochila a cuesta.

Memorizar los toques en los barriles no había sido tan difícil, aún así habían niños que habían quedado bañados por vinagre el primer día de clases. Pobres pensó mientras se adentraba en el gran comedor.

Herbología no había estado tan mal. Aunque las mandrágoras era sin duda las criaturas más irritantes que existían. Pociones había estado bien, después de todo el profesor con auras de murciélago no parecía muy interesado en ellos.

-¡fijate tejón!-una niña de Slytherin le había golpeado el hombro al pasar. Bien, eso había sido grosero, pero lo dejaría pasar, estaba de buen humor como para recibir, a un día de estar lejos de casa, un vociferador de parte de su madre. Aunque la próxima no recordará ni su nombre.

-Hola, Perkis ¿Qué tal tu día?-ésta tragó la comida atorada en la garganta y le sonrió a Ronda Logwood, una de las niñas que compartía con ella la habitación.

-Estuvo bien, creo.

-Me alegro ¿Escuchaste lo que le pasó a Dilan Grow? Bañado por vinagre, pobre niño.

-siento pena por él.

-sí, ha sido el objeto de burla de las serpientes, ser hijo de muggles no era suficiente para ellos. ¿Cómo pueden ser tan viles?-ella no lo podría saber. Su familia era una de esas tradicionales, pero nunca, en ningún momento que ella recordara, habían inculcado a despreciar a los hijos nacido de muggles. Incluso su hermano, perteneciente a la casa de la pureza, había tenido sin problemas una agradable novia de esa índole. Aunque claro, no estaba segura que sus compañeros alguna vez se hayan enterado de ello.

-son perdedores.-simplemente opinó mirando hacia la mesa de las serpientes con un gesto mosqueado. Cruzándose por accidente, con los ojos fieros de aquella niña que intencionalmente la empujó.

-¡El correo! Ya era hora-dijo Ronda mirando hacia la bandada de lechuzas entrar por las ventanas abiertas del gran Comedor.

-Hmp-soltó al aire al recibir su carta con esa caligrafía tan familiar.

-¿Sucede algo malo?-sí, ¿sucedía algo malo? Su hermano le había escrito y eso, no sabía si celebrarlo. Al poco rato recibió otra carta, pero sabía que era de sus padres. Podría reconocer su lechuza negra en cualquier parte-¿no lo abrirás?

-luego.-quizás nunca.

~*~

Ya para la tarde el tiempo pareció recomponerse, estaba tan despejado el cielo que daba miedo, pero fue realmente oportuna su mejora.

Las pruebas de vuelos fueron fascinantes, aunque no los dejaron volar.

En todo ese único día había aprendido varias cosas, la primera era que los Ravenclaw no eran muy amigables, eran quizás dos decibeles menos arrogantes que los de Slytherin, pero arrogantes a fin de cuentas. Aunque siempre había uno bueno entre tanta maleza. La imperiosa excepción había sido Clara Harper, sus ideas eran de apreciar. No había nada como una tarde de travesuras al estilo de un tejón y un águila.

En cuanto a los leones habían sido muy amables, incluso ya tenía amigos allí. Una niña llamada Lorelei Tacner y su primo John se le habían pegado como lapas. Pero eran buena gente.

Y lo segundo, es que allí no moriría de hambre. Los manjares de Hogwarts eran el paraíso. No la culpen, eso la había preocupado todo el camino al castillo.

Para la cena el pollo frito había sido la gloria. Nunca había comido tanto en un sólo día. Sobando  su panza se encaminó con tranquilidad a su sala común tratando de ignorar el delicioso aroma que salía de las cocinas. Tocando rítmicamente  los barriles, se adentró a la acogedora sala. Amaba ese lugar.

Sortenado a algunos alumnos se dirigió a los dormitorios de las niñas. En la paz de su cama decidió que era un buen lugar para leer sus cartas.

Querida mocos,

Queremos felicitarte por esta nueva etapa, sabía que harías honor a la familia siendo un noble tejón. Tu madre ha estado lloriqueando apretujando al señor corderito contra su pecho. Realmente te extraña, y regañarte sobre todo.

Es bueno saber que no te has metido en problemas el primer día. Estamos orgullosos.

Te quieren

Papá y mamá.

Rió por lo bajo mientras doblaba la carta en dos. No puedo creer que me haya olvidado del señor corderito se lamentó, aunque sin perder su gesto risueño. Miró el sobre verde de su hermano. Y casi sin ganas decidió abrirlo.

Jane...

Típico, pensó. No había un hola o un querida Jane. Tan frío como siempre.

Mamá me escribió que quedaste en Hufflepuff, prácticamente me obligó a felicitarte. Así que, te felicito.

No te metas en problemas.

Atte: tu guapo hermano Jack.

Bueno, después de todo no esperaba mucho de él. No es como si expresarse fuese su verdadera profesión. Guardando las cartas en su baúl, se recostó en su cama. Había sido un largo día. Uno muy...muy largo...

Mi amiga es una Mortifaga

Es curioso como actúa la vida dentro del mundo mágico. No era tan fácil hacer amigos, ni siquiera conocidos. Condenados siempre estar encerrados en sus casuchas teniendo clases con profesores particulares o simplemente de sus no tan pacientes padres. Esperando con ansias la maldita carta a sus once años.

Era una condena, al menos para quienes no habían sido bendecidos por la paciencia.

Cuando entras por primera vez a Hogwarts no esperas que de repente alguien te adopte para toda la vida. Que te presente a los demás como "Tu mejor, mejor amigo" obviamente esperaba que eso no sucediera, no tenía tanta suerte al respecto. Pero ¿qué podía esperar teniendo diez años y medio en el maravilloso mundo mágico?

Todo y a la vez nada.

-portate bien, no hagas travesuras, no insultes, no pegues, no mientas ni provoques estragos.

-creo que con lo primero quedó claro que no hará nada de ello ¿verdad mocos?-la pequeña niña con sus mejillas regordetas sonrió con inocencia, asintiendo a lo que su querido padre había dicho. Pero ningún gesto que pasara por ser inofensivo en su rostro podía convencer al carácter cauteloso de su madre. Sin embargo, no dudó en estrangularla en un abrazo maternal.

-Te extrañaré, todos lo haremos.

-Has tu mejor esfuerzo-prosiguió su padre despeinando ya de por sí su indomable cabello negro.

-Lo haré.-aseguró con convicción.

-No dejes en vergüenza a la familia.-advirtió su madre dándole de paso su mirada severa.

-Sólo diviertete.-susurró el hombre que pasaba su brazo por los hombros de su progenitora.

-¿Qué? No, Robert es como darle rienda suelta.

-¡No le hagas caso a la aguafiesta!

-¡No lo haré!-gritó entre la multitud mientras se encaminaba al gran Expreso de Hogwarts.

-¡Robert Perkis!-ella rió mientras se subía al tren; por su cabeza sólo pasaba por el Merlín iré a Hogwarts constantemente desde que había salido de su casa. Buscó sin prisa un compartimiento vacío del lado de donde sus padres la despedían, a penas lo había encontrado ya anunciaban su pronta partida; se fue alejando poco a poco del andén nueve y tres cuartos y de su vida, a la que alguna vez llamó normal, de las reglas de su madre, de la molestia de su hermano mayor.

Carajo, iré a Hogwarts.

No había sido una sorpresa quedar en Hufflepuff, no es como si hubiese tenido otra opción o "escandalosos objetivos" como siempre murmuraba entre dientes su madre ante alguna travesura suya. Parte de su familia había pertenecido a los tejones.

Al parecer como era normal, la mesa aplaudió ante un nuevo miembro, así pasó toda la hora hasta que los novatos se fueron sentando en la que se convertirían en sus casas. El director dio la bienvenida, sus advertencias y de repente las mesas se llenaron de manjares. Esto es la gloria.

-Se ve delicioso ¿verdad?-levantó la mirada hacia uno de los chicos mayores de su casa.-Albert Green-se presentó amablemente extendiendo su mano.

-Jane Perkis-respondió aceptando su mano en un buen apretón.

-¿Perkis? Como el...

- jugador de Quidditch, sí, es mi hermano mayor.-dijo con simpleza sirviéndose un pedazo de cordero.

-vaya...

Sí, vaya. Pero no era tan genial como parecía. Su hermano mayor había sido de esas hermosas piedras en el trasero que se te incrusta luego de una fea caída por un barranco. Sí así de feo, así de horrible. Un ex Slytherin con complejo de superdotado y un síndrome de "Soy mejor que tú" había estado y estuvo hasta último momento haciendo de su vida un infierno. Lo único bueno que él podía darle era sin duda buenos asientos en las copas o mundiales de Quidditch.

-Agrupense, vengan, no se separen porque esto lo explicaré una sola vez.

Limón y Canela: Cap 4 Cena con el enemigo Parte II

No había sido un placentero viaje. El platinado hurón, se había quejado ávidamente de lo horrendo que eran los autos y el olor a insecticida de los taxis. Podría haberle dado puntos al respecto, pero escucharlo quejarse como una anciana la había irritado.

-Insisto, debimos aparecernos.

-¿Ya terminaste?-éste gruñó y pasó su mano por su cabello-¿Qué le pasó a tu peinado de abuelito?

-Muy graciosa, Granger-gesticuló tomándola del codo para entrar de una buena vez al maldito restaurante.

-¡Diablos!-chilló ésta desviándolos a ambos hacia una costado. Detrás de una gruesa cortina, muy privado para cosas traviesas.

-¿Qué te sucede, estás loca?-reclamó sacudiéndose el saco con un gesto de asco.

-shh, no puedo creer que esté aquí.

-¿Quién? Ya me estoy cansando de tus estupideces, Granger.

-Es Rita Skeeter.-éste frunció el ceño y se puso a espiar por encima del menudo cuerpo de Hermione. Por un momento fugaz le importó una mierda que fuese la amiga del cararrajada.

-Zorra-dijo entre dientes-debe haber escuchado algo, o alguien pudo haberle dicho donde estaríamos.

-no lo creo-dijo ésta aún mirando hacia la mesa que ésta ocupaba, de inmediato un hombre, no muy lejos de los cuarenta, se sentó frente a ella. Parecía un hombre pudiente.

-¿Rita, en una cita? Eso es escalofriante.

-No tanto como que tú estés conmigo en el Londres Muggle.-acotó la castaña sin quitar sus ojos de la bruja periodista. Sin darle importancia al gesto desconcertado de Malfoy.

-¿Señorita Granger? -ésta como el rubio voltearon a ver al hombre con un traje elegante, una placa dorada estaba casi imperceptible en su pecho que dejaba a la vista las siglas de Gerente y el nombre de Albert Perkis.

-¡Albert!-saludó con efusividad-tanto tiempo.

-En verdad ha sido mucho. Sus abuelos estarían felices de saber que al fin visita uno de sus tantos restaurantes.-ella sonrió temblorosamente mirando de reojo la pequeña expresión de asombro de su rubio acompañante.

-Si bueno, ha sido una ocasión especial.

-imagino que sí-dijo mirando amablemente al pomposo de Draco Malfoy.-supongo que tienen reservaciones.-asintieron éste sacó un aparato electrónico y buscó sin mucho esfuerzo sus nombres.-Mesa tres, para cuatro en el sector privado, sí, aquí está.-Draco miró a la castaña exigiendo una silenciosa explicación. Era divertido y enternecedor verlo confundido.

Hermione le había preguntado a Albert si había alguna manera de no ser vistos para llegar a su mesa. Éste amablemente, le había dado una respuesta positiva para alivio de ambos. Les había explicado que dado que sus restaurantes eran visitados con frecuencia por imágenes famosas, habían tenido que hacer una entrada alternativa.
Su abuela fue la mente maestra de ello.

-Que tengan una linda velada-dijo haciendo una leve reverencia.

-Te dije que era demasiado temprano-tenía encima dos ojos color plomo sobre ella y pesaban. Levantó la mirada del menú y arrugó el entrecejo-¿sucede algo?

-Granger.-aclaró su garganta-¿tus amiguitos saben lo importante que es tu familia aquí?

-¿Eso te haría sentir especial?-preguntó en respuesta con una ceja en lo alto-sí, sí lo saben.

-mientes.

-¿Por qué lo haría?-el rubio le iba a responder cuando un hombre y su despampanante acompañante se les acercaron.

-Lamento la tardanza.-El Magitecto era endemoniadamente guapo y él lo sabía. Una sonrisa de sangre pura, una parada típica de la nobleza y un buen gusto, quizás exquisito, para vestirse. Un adonis. Sin embargo, eso no pareció sorprender a Hermione Granger; Draco no estaba seguro, o no quería creerlo, pero ella parecía conocerlo.-Vaya, el mundo es un pañuelo.

-Y uno muy sucio-éste rió mientras ayudaba a su chica a sentarse. Saludó a Draco con un apretón de manos, más que nada por cortesía, y accedió a sentarse.

-Siempre tan elocuente, Jane. ¿Cómo están tus padres?

-Perfectamente.-Ambos rubios iban de un lado a otro como un juego de tenis escuchándolos.

-Sí, es muy típico de ellos estarlo. Tus abuelos no dejan de hablar de ti en el club. Es difícil olvidarte de esa manera.-Malfoy reconoció la mirada de la castaña, una mirada que él conocía por experiencia. Carraspeó llamando la atención del famoso Victorio Von Barden, antes de que se iniciara la tercera guerra mágica.

-Imagino que no le importará ir al grano.

~*~

Perder el control de esa manera no era uno de sus apreciados pasatiempos, pero pocas oportunidades tenía para olvidarlo en algún rincón. Caminaba apresurada ni siquiera le importaba ver de vez en cuando de reojo la sonrisa divertida de Malfoy.

-Entonces...

-¿Qué?-preguntó bruscamente. A la mierda los modales. Pero no pareció importarle al ex Sly su humor de perros.

-Fue una linda cena con el enemigo ¿no?- Le temblaron de manera traicionera la comisura de sus labios. No quería sonreír, no la había pasado bien, y mucho menos de un chiste sin gracia de la mano de Draco Malfoy.

-Te odio.

Limón y Canela: Cap 3, Cena con el enemigo

Capítulo 3- Cena con el enemigo. Parte I

-Hermione, tranquila todo estará bien.

-Escucha a Harry, Herms, al parecer es la razón ahora aquí.

-Ron, cierra la boca no estás siendo de mucha ayuda-éste bufó y se cruzó de brazos mirando a la nada como un niño malcriado.-Escucha, Hermione, sólo es Malfoy.

-Harry, por favor no hagas comentarios del que te puedes arrepentir.

-Malfoy es un soquete-La castaña rodó los ojos-y nos está llevando al ladrón más famoso del mundo mágico a la perfección. Es la oportunidad perfecta para saber cómo y cuando atacará. Sólo un pasito, sólo uno.

~*~

Maldito Harry Potter...

El vestido era sutil pero mostraba más de lo que le gustaría. Y ese había sido el objetivo de Ginny cuando se lo regaló en su cumpleaños número veintidós, haciéndole prometer que lo usaría para "cazar".

Maldita señora Potter...

Se acomodó la sugerente parte del busto y volvió a mirarse al espejo, aquel peinado simple pero elegante  resaltaba sus fieros ojos marrones y el color rojo de sus labios enmarcaba perfectamente su boca. Estaba todo en orden y eso no llegaba a gustarle del todo.

Miró la hora en el reloj de pared. El muy jodido Malfoy pasaría por ella a las ocho para encontrase con Victorio Von Barden, unos de los Magitectos más importante del Mundo Mágico Londinense, en un costoso restaurante muggle. Sin importar lo mal que se pudo ver en ese instante, amó reír al recordar el rostro desfigurado del rubio al escuchar las indicaciones del asistente del Magitecto.

Absurdo, se había cansado de decir la mañana entera su platinado jefe hasta el hastío.

Escuchó el timbre sonar una vez, dos veces, tres veces. Rodó los ojos con molestia mientras se dirigía hacia la puerta. No tenía que mostrarle un exagerado cartel para saber de quién se trataba.

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Draco se encontraba apoyado en la pared, un traje costoso cubría por completo lo que el llamaba un cuerpo en verdadera forma irresistible y apetitoso. Su cabello eventualmente estaba peinado de manera elegante pero ese día había decidido no dejarse dominar.

-Cielo santo, ¿Qué sucede contigo y el maldito timbre?-había escuchado detrás de la puerta antes de ser abierta de par en par.

-¿así le dices te quiero a tus amiguitos?-Hermione lo fulminó con la mirada-tranquila; no me comas, gatita.-así era como él realmente la veía, como una sabrosa y peligrosa gatita. Sonrió de medio lado y metió sus manos al bolsillo-¿Nos vamos o nos seguimos comiendo con la mirada?

-Idiota.

Canuto

Capítulo 2

-¿Dónde está Samanta?-preguntó Elizabeth Bains, una ex Hufflepuff, miembro de una familia de sangre puras.

Hacía dos años la familia Bains había prestado una de sus propiedades para la Orden. Y allí, tal vez, había tenido la desafortunada suerte, o quizás sólo la dichosa casualidad, de encontrarse con Sirius. Para ese entonces sólo había escuchado de él por Lily, una de las pocas amigas de otras casas que había tenido. Pero nunca había tirado rosas por Black, ni siquiera después de casada con unos de sus mejores amigos, a pesar de que asegurara que le tenía sólo una pizca de cariño.

Aún no sabía que había pasado para que de repente ya tuvieran una hija que a penas se hacía entender. Y estuviera además, casada legalmente con alguien tan irresponsable como él.

-¿hablas de nuestra Sam?

-la volviste a perder.-aseguró frunciendo el ceño. Sirius puso los ojos en  blanco y se arremangó la camisa hasta los codos en un silencioso rictus de no perder la compostura y salir huyendo a casa de James en cuanto pudiera.

La chimenea no está muy lejos...

-¿en serio crees que yo podría hacer algo semejante?-un crujido despistó una posible respuesta de la muchacha y giraron hacia la pequeña criatura que había aparecido. Su elfo doméstico.

-señor, Kreacher ha encontrado a la pequeña ama, Kreacher la dejó en su cuna como pidió el joven amo-Elizabeth miraba mal a Sirius, Sirius miraba mal a Kreacher, Kreacher se esfumó en cuanto pudo, no antes de darle una falsa sonrisa de inocencia a su amo. Sólo quedó la mirada de su esposa que aún seguía siendo mala.

-Supongo que puedo explicarlo.

-Mejor cierra el hocico.

~*~

Navidad estaba cerca, Samanta no decía ni una palabra, Sirius prefería ser atacado por las pulgas antes que las miradas asesinas de su mujer. Su prima Andrómeda, Cornamenta, Lunático y Colagusano los venían a visitar.

Bueno, algo bueno tenía ese día. No sería asesinado aún.

-¡El timbre, el timbre ya les he dicho que no lo toquen!

-¡TE HAS CASADO CON UNA TRAIDORA A LA SANGRE! AMIGOS DE SANGRESUCIAS!

-¡Cierra el pico bruja fea!-Sirius abrió la puerta de par en par pero fue asaltado por unos brazos delgados en cuanto lo hizo, apenas podía saber quien era con ese pelo amarillo.

-¡Tío Sirius!

Canuto

Capítulo 1

Las primeras palabras de un Black siempre han sido importantes, hayan o no sido amorosos con sus retoños. Eso lo podía asegurar él, un ex Gryffindor, Merodeador de corazón, Black a regañadientes -pero orgulloso- un padrino ejemplar -pregunteselo a Harry- un esposo atento y guapo, padre de una hermosa niñita de cabello negro y alborotado.

Sí, Sirius estaba fascinado con esa inocente y traviesa criatura que aún no hacía más que balbucear, pero que más de una vez se le perdió por la inmensidad del 12 Grimmauld Place. Obviamente su esposa no podía enterarse de ello ¿verdad?

Sonrió de forma perruna, necesitaba intentar por una última vez  que ella dijera "papá" o "perro" no importaba. De hecho necesitaba sólo escucharla.

Y allí estaba, frente a su hija que lo miraba fijamente con sus ojos grises. Estaba igual de expectante que él, aunque no esperaba nada al respecto como lo hacía Sirius.

-Vamos Sam, tu puedes. Di pa-pá, vamos es muy fácil, pa-pá.

-no la fuerces querido-ambos miraron hacia la puerta encontrándose con una cómoda muchacha apoyada en el marco de la puerta.-lo hará a su tiempo.

-un Black nunca ha pasado del año sin decir algo.-refunfuñó mirando nuevamente a su retoña.

-no sé porque no me sorprende.-murmuró divertida. Éste chasqueó la lengua.

-Mi primera palabra fue dirigida a mi madre a la edad de nueve meses y medio, le dije "bruja fea" y mi padre se sintió el hombre más dichoso del mundo mágico.-relató con fascinación sonriendo de manera pícara- ¿Qué tan difícil puede ser decir "papá"? ¿verdad cielo?-se dirigió a Samanta que aplaudía riendo aniñadamente-¿ves? Ella lo entiende a la perfección.

-buena suerte con ello, Black.-dijo ésta riendo por lo bajo. Quedaron solos de nuevo. Pero nada sucedía, nada.

-vamos hija, sé que eres una Black con todas las letras mágicas. Le daría a Dumbledore por una pequeña palabra tuya ¿Qué? No me mires así, es que tú aún no lo conoces.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...