Los Tataranietos de Lord Voldemort



 Los Tataranietos de Lord Voldemort
Ningún escenario me pertenece, todos lo que puedas reconocer es obra de J.K. Rowling junto con sus personajes excepto algunos que no los conozcas que son de mi propiedad. ¡Espero que les guste! (les aviso que estaba en FanFiction.net y en Fanfic.Es  -aparecía como Mili Riddle en ambas páginas, para evitar problemas-pero por ciertos motivos no seguiré subiendo capítulos allí).


 Capitulo 2- Ojos turquesas...


Mili se encontraba despierta mirando el techo con sus disformes contornos y sus innumerables símbolos tallados en las viejas maderas de roble. No recordaba que había sucedido, nada excepto el giratiempo y la discusión infantil que había hecho que estuvieran ahí. Thomas había estado ausente todo ese tiempo y tan sólo había recibido la visita de una pequeña elfina.

Por lo que la pequeña criatura le había contado, su ama los había encontrado en medio de Hogsmeade perdidos y desamparados, y no había dudado en ayudarlos. Su hermano había desaparecido dos horas después de ese suceso. No sabía que era lo que más le extrañaba y le horrorizaba.

—Hola pequeña—saludó una mujer de cabellos plateados pulcramente peinados, entrando a la habitación luego de dar un par de toques en la puerta de caoba, con otros elegantes y extraños tallados en algunas partes de su fina madera. Con lentitud se reincorporó en la cama apesadumbrada — te traje ropa de uno de mis nietos, ya has estado un día entero con esa ropa extraña—la anciana era amable de eso no cabía duda y solo por eso le sonreía sinceramente sin restringíos. No estaba acostumbrada a las casas pequeñas, acogedoras y cálidas, mucho menos. En comparación de la suya, su hogar era tempestuoso, maravilloso y mágico. Sin embargo, fría, obscura y vacía...

La puerta de su habitación volvió a abrirse dejando a la vista la presencia de su hermano mayor.

—Señora Dagnes ¿le molestaría dejarme a solas con mi hija?—Mili lo miró con una ceja levantada, preguntándole insistente ¿de qué rayos estaba hablando? Pero debía admitir que era muy inteligente y astuto de su parte, pensó orgullosa. Después de todo no había ido a Slytherin por nada.

—no, claro que no—mencionó. Thomas le sonrió con ternura, Madame Prings, una squib muy talentosa en pociones había sido luz en su camino. En un futuro su nombre sería muy reconocido por aquellos escritos dirigidos a todos los que padecían la enfermedad de ausencia de magia. Libros que él coleccionaría  y atesoraría.—bueno, aquí te dejo esto —Mili asintió destapándose sus piernas para bajar de la cama. Dagnes Prings se retiró tiempo después.

—¿Qué sucedió?, ¿Dónde estamos?, ¡Thomas! ¿qué rayos está sucediendo?—éste parecía no reaccionar "tal vez, es serio" se dijo así misma. Su cabeza era un desorden, tenía miedo.

—muchas cosas—dejó salir en un suspiro cansino, tratando en vano de tranquilizarse—debes saber algo, solo te lo diré porque creo que ocultar cosas entre nosotros no sería ahora una gran idea—la pequeña observó detenidamente el rostro de su hermano; no pudo descifrar su gesto lastimero con una mezcla de furia y una pizca  de miedo, ese miedo que ella sentía.— estamos en la época de nuestro tatarabuelo Tom Marvolo Riddle, que dentro de unos cuantos años se convertirá  en un horripilante ser y ya no lo conoceremos como en verdad es, sino como Lord Voldemort, el mago más oscuro de todos los tiempos y el más poderoso—su boca habia quedado figurativamente abierta ante aquella información. Trató de procesar lo poco que entendió y lo poco que sabía.

—¿estás seguro? tal vez, es un error—Thomas rió con tristeza, él también le habría gustado pensar aquello.

—no lo hay—susurró nuevamente con un triste sonrisa— confía en mí. Te prometo que saldremos de aquí lo más rápido que podamos.

—Todo esto es mi culpa. Siempre lo es.

—no, claro que no. Yo debí confiar en ti, esto es sólo mi culpa. Pero lo remediaré.

—sé que lo harás. Ahora ¿se puede saber dónde estabas?

—No podía quedarme con los brazos cruzados, así que de inmediato busqué la forma de volver a casa. Traté de arreglar el giratiempo y sólo logré hacerlo polvo—se acercó a la ventana con decepción—le pregunté a Madame Prings, si sabía de alguien que pudiese repararlos. Dijo que no, pero sabía donde podía hallar uno. Para nuestra mala suerte, donde está nuestra escapatoria, está él—un escalofrío recorrío cada una de sus estremidades—  tendremos que acercarnos a su lado, lo cual no me hace muy feliz. Pero si quiero ese giratiempo debemos sacrificarnos—el muchacho se sentó en la cama de su hermanita y se pasó las manos por la cara. Tratando de ordenar sus ideas lo cual resultaba ser nuevamente en vano.

Se sentía aún más miserable, había traído a su única familia a un tiempo que pronto sería muy peligroso y eso no ayudaba mucho. Todo eso no había sido planeado y por esa misma razón ahora sufría las consecuencias. Estaba enceguecido por tratar de hacer algo que iba contra las reglas naturales; no había hecho más que condenarlos a ambos a un maldito infierno. Si tan sólo hubiese hecho lo correcto jamás hubiesen llegado en el lugar y tiempo equivocado, pero accidentalmente, de su tatarabuelo, Tom Marvolo Riddle.



Había estado esperando con una estúpida esperanza, nada común en él, de que aquel extraño muchacho apareciera de nuevo frente a su persona. Tenía porte y elegancia y la forma de tomar la varita era maniobra de todo un gran duelista; pero más allá de ello, algo le decía que tenía muchas otras cosas que ocultaba.

Tenía talento y también podría a aventurarse a decir que, llevaba sangre de todo un Slytherin. Sin embargo, eso no podría ser posible, lo habría notado de ser así.

Debía admitir que lo había dejado impresionado, mucho más que sus seguidores en Hogwarts. Y estaba seguro que del lado equivocado iba a ser muy peligroso. Si no lograba hacerse con él, debía al menos, desaparecerlo. Sería sólo un pequeño contratiempo.

Mirando con aburrimiento unos cuantos objetos estúpidos que Borgin consideraba importantes, bufó con molestia. El no debería estar allí, se repetía una y otra vez, él debería estar en Hogwarts controlando a los estúpidos alumnos traidores y sangre sucias que contaminaban su colegio. Aquel que había sido una vez su hogar. Volvió a mofarse de sí mismo, a veces llegaba a comportarse como un viejo melancólico, tras pensar que podría haber sucedido si no hubiese hecho las cosas tan apresuradas. Eso era aun más estúpido.

 Era definitivo, debía dejar simplemente de pensar estupideces y concentrase en su objetivo.

Iba irse al desván cuando sintió la campanilla de la puerta y no dudó ni un segundo en darse la vuelta molesto. Pero en ese pequeño interín, se encontró con una hermosa mujer, elegante y osada. Elizabeth Davis.

—Hmp, si hubiese sabido que tú estabas aquí, no entraba—comentó la chica, tenía unos ojos turquesas intensos, casi como el inmenso cielo, su piel era un poco más pálida que la de él y poseía un esbelto cuerpo que ni el más frío podría ignorar. Él no era de observar a las féminas, ni le interesaba, pero eso no quería decir que nunca haya  tenido conquistas. Aunque algo inusual le atraía de ella, eso era seguro e indignante.

—Pues allí está la puerta—le contestó luego del examen que había hecho, para luego darse la vuelta y dejar prácticamente con la boca abierta a la chica sangre pura.



Salió hecha una furia de allí, nadie, en toda su corta vida la habían humillado tan serenamente como lo había hecho ese tal,  Tom Riddle. Había dicho la verdad, no hubiese entrado si hubiese sabido que él trabaja allí, pero algo de esa tienda la había cautivado y eso se lo había causado ese giratiempo, que estaba en una de las vitrinas de la tienda de Borgin y Burkes. No era un objeto mágico que se obtenía así como así, era una de las cosas más difíciles de encontrar y ella lo quería. Pero con él, ahí, jamás lo conseguiría.

—Elizabeth, al fin te encuentro—una muchacha bajita de cabello corto y negro se le acercó con pereza. Sus ojos verdes llenos de picardía brillaban con travesura. Una sangre pura, sin duda alguna y no era de extrañar. Todos los que andaban por ahí lo eran, con elegancia o sin ella.—pudiste…

—No fastidies Gea—le dijo indiferente, no estaba de humor para decirle que la habían humillado y no había conseguido lo que quería. Gea Houston la quedó mirando y rodó los ojos, sabía que por esa actitud de perros era porque no había conseguido nada. Así que solo se dedicó a seguirla. Si seguía poniéndole leña al fuego, iba a quemarse.

No acostumbraban a andar por allí, por lo general no deberían estar ahí. En realidad, la gente de clase no acostumbraba andar siempre por aquellos caminos, solo aquellos que tenían realmente una necesidad de estar en aquel oscuro y asqueroso lugar. Ambas caminaban con un paso firme, dejando a la vista su imposición y du linaje. Iban presurosas hacíendo ondear sus capas negras de una delicada confección. debían llegar al callejón Diagón antes de las cinco, no estaba lejos, no si sabías donde estaba.

—tenemos que hacer algo, quiero ese giratiempo pero con Riddle de por medio…

—espera, Lizi. Dijiste ¿Riddle? —preguntó la pelinegra haciendo que ésta le enviara una severa mirada.

—sí, Riddle, el mago más ridículo de la tierra—Gea volvió a rodar los ojos, Elizabeth nunca se había llevado bien con aquel grácil y guapo Tom. Tres años después de salir del colegio su actitud no había cambiado  ni un milímetro de lo que creía que era Tom Riddle para ella. Uno, era porque ella nunca había creído en la absurda oposición de no dejar entrar magos y brujos mestizos al grandioso y mágico colegio de Hogwarts y dos, esa parte la desconocía por completo, por lo que simplemente sabía la primera—apresúrate, debemos dejar esta invitación a Madame Prings cuanto antes—Gea asintió aun caminando a su lado y aumentando la caminata como lo hacía Elizabeth.

—Como tú digas, Capitán.



Su malhumor había crecido con desagrado por culpa de esa Davis ¿Qué se creía? Era sangre pura pero se comportaba como una sangresucia. Aunque algo lo intrigó, sus ojos, definitivamente eso lo había hecho. Ese turquesa lo había visto antes ¿Dónde? no lo recordaba ¿Por qué? no debía importarle. No a él, un ingenioso y magnifico mago graduado del majestuoso Colegio de Magia y Hechicería.

Y en realidad no tenía porque hacerlo. Tenía cosas mejores en la que pensar y qué hacer.

Sin más, dando por terminado sus pensamientos que solamente le hacían perder el tiempo; siguió haciendo el estúpido trabajo. Tenía planeado recibir la última paga e irse por el mundo tratando de buscar nuevos conocimientos de las artes obscuras y su primera parada sería Rumania. Por alguna razón ese era el lugar que le atraía para dar su primer paso y si le favorecía de algo, tener aliados allí sería perfecto.

Con una sonrisa de pura satisfacción siguió limpiando las vitrinas con sumo cuidado…

Para esto, la tarde pasó volando, muy rápido por así decirlo y eso fue algo que agradeció aun más al joven Riddle. Quien con una sádica y seductora sonrisa, se despidió del viejo ególatra, para ir a su hueco de tranquilidad.

 La noche era vivaz con un aroma a humedad y a pino del bosque; los ojos negros de este brillaban aun más cuando la luz de la luna le daba de lleno a su rostro calmado. Su porte elegante dejaba en vergüenza a muchos de los nobles que con sus ropas de la más cara elaboración, no podía llegarle ni a los talones a un mestizo, pero poderoso, Tom Marvolo Riddle. Y que pronto, sería nombrado por todos como Lord Voldemort, el mago más poderoso de todos los tiempos. Ya se imaginaba a los magos y a los sangresucia temerle al señor Obscuro, como se había autodenominado y como le decían sus seguidores.

Sí… eso sería uno de los días que más esperaría.

Ese chico es extraño pero no estaba nada mal —Tom detuvo sus pasos al escuchar una voz muy conocida, ya había llegado hasta el odioso callejón Diagón, el cual con sus chillones colores lo descomponían y esa gente ignorante maravillarse con cosas insignificantes.

—si, es verdad, es guapo—comentó Houston sin interés, pero luego cambió su expresión a una más reflexiva—se parece a alguien, tal vez a…—el silencio de ella extrañó a Elizabeth pero luego se tranquilizó al escucharla de nuevo— na, eso sería imposible.

— ¿Qué cosa Gea?—ésta iba caminando lentamente, mirando la vidriera de una de las tiendas del callejón, una donde vendían todo tipo de chucherías para niños.

—bueno… no lo sé, excepto  por sus ojos diría que es igual a ya-sabes-quién…

—no sé a quién…—se quedó tildada y se volteó para mirar a esta con burla— ¿A Riddle? ¡imposible! ese chico es más… tranquilo y es bueno, todo un caballero y no tan idiota como él, creo que tu comparación hacia Thomas es muy deprimente, lo has dejado por el suelo—Gea tenía los ojos grandes y negaba con la cabeza como si tratara desesperadamente en decirle algo—¿Qué te sucede?—preguntó con molestia apretando sus puños, pero un escalofrío recorrió su espina dorsal de un momento a otro. Y eso solo se debía a causa de una persona.

—Vaya. la señorita Davis es muy delicada de su parte. Toda una Dama de sociedad, solterona y consentida—la voz suave de Riddle eran totalmente venenosa, oscura e indiferente. Eso era lo que más admiraba Davis y lo admitía, pero nunca lo que todos decían—una ex Slytherin comportándose como una Gryffindor, eso es épico y triste…

—Si tal vez debí ser una de ellos, ya que tú y yo y tu política de contaminación de la sangre no pegamos ni con moco de dragón—su pobre amiga estaba que se moría de un infarto. Nadie más que a ella se le ocurría enfrentar a aquel peligroso mago. Siempre era lo mismo y era seguro que en cualquier momento iba a terminar como un frío y tieso cadáver por ser amiga de Elizabeth Davis, ya se imaginaba su lápida con aquel nombre para identificarla.

—Lizi, ya vámonos—decía Gea en susurros tomándola del brazo, sin embargo, ésta se separó y la hizo a un lado.

—Que dirá tu padre después de esto—comentó Tom negando con la cabeza. Ella no cambió su expresión hasta que este con lentitud se acercó más de lo que debía—nos vemos en el baile de Agnus, Lizi…—el pelinegro se largó de allí con una victoriosa sonrisa y con los ojos turquesas grabados en su cabeza y por supuesto, la palidez del rostro de la bella y maleducada Davis.

Y con una adicional intriga en su cabeza, preguntándose  ¿Quién rayos sería ese Thomas?

Dichosa Casualidad



 Sakura Haruno, Sasuke Uchiha y Naruto Uzumaki se convertirán en tres padres que tratarán de lidiar con sus tres reboltosos hijos.

La hija de la protegida de la Gondaime detesta la presencia del primogénito de Sasuke y le irrita la forma pacifísta del tercer hijo de Naruto. Procura meterse en problemas cada vez que puede y realmente le divierte ser diferente.

El hijo de Sasuke no soporta respirar el mismo aire que la hija de su tía postiza y es el mejor amigo del rubio Uzumaki hijo de su tío del corazón. Es serio, frío y calculador pero tiene facilidad para hacer locuras.

El hijo de Naruto le da lo mismo, después de todo él contaba con una paciencia y tolerancia única. Ama la vida y el romance, pero él atrae a las catástrofes.

~*~

¿A dónde llevará la unión del Trío de cristal de Konoha? 

¿Quién es tan insesato para colocar tres diablillos en un solo lugar?

~*~

-ésto fue tu idea ¿verdad?-Naruto sonrió con algo de enigma y poca culpabilidad mirando a Sakura y a Sasuke.

-los tres colmaron los límites de los límites, necesitan disciplina y viniendo de mí se darán cuenta que perdí mi paciencia.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...