Mi Amiga es una Mortífaga

Capítulo11- El misterioso Señor Harper.

Calló de rodillas a medio camino de su huida. Una serie de imágenes nublaba su visión, una tras otras sin cesar.

"-No debes negarte a lo que te corresponde, Mi señor no será tolerable por siempre-Susan gruñía de enojo mientras intentaba zafarse del fuerte agarre de los tipos que la sostenían.

-Tu maldito señor no conseguirá nada de mí ni de mi familia, así que matenme, no le temo a la muerte.-la risa de los mortífagos la llenaron de repugnancia y lo demostró claramente con su mueca de asco.

-Está claro que no, pero llevas una marca que no se borra y la llevarás hasta tu muerte-Susan levantó su mirada y le sonrió con sorna, sin duda se enfrentaría a la muerte-¡Avada Kedavra!"

-¡No!-exclamó Jane, su frente estaba perlada de sudor, esos pequeños encuentros con el futuro eran irremediablemente dolorosos, que le costaba toda su energía del cuerpo.

Se colocó de pie a duras penas y corrió hacia donde se suponía que todo estaba sucediendo y no estaba muy lejos. La casa de los Gritos.

Clara era ayudada por Albert, sorteando los árboles camino al castillo cuando vieron a Jane correr por el sendero que daba a la aterradora construcción. La rubia se soltó de inmediato del agarre del pelinegro y con algo de dificultad salió disparada hacia Perkis.

-¡Espera Harper!

-¡Jane debe saber donde está Susan!-gritó. Llegó hasta los alambres mal puesto que tenían carteles de no pasar y de peligro que Clara no le dio importancia, los sobrepasó y con el pie a la rastra y su varita en la mano siguió los pasos de su amiga.

-Vayan hacia el castillo, los alcanzaremos-les dijo a sus compañeros, los cuales asintieron y siguieron el caminos no antes de susurrar un "Cuídate", pero de todos los que se habían ido quedaron sólo dos personas, Harry Potter y Ronald Weasley.

-Te acompañaremos-miró hacia atrás con cierta preocupación quizás necesitaría ayuda, volvió su mirada hacia ellos y asintió.

~*~

-¡Avada Kedavra!-Jane pateó la puerta desvencijada y se tiró sobre Susan quitándola del medio, el imperdonable dio de lleno en el pecho de uno de los mortífagos que estaba detrás de su amiga.-¡Maldita!-Jane se giró quedando boca arriba y apuntó a este con su varita.

-¡Bombarda Máxima!-el brazo que sostenía la varita del mortífago se hizo añicos dejando al enemigo completamente en shock.

-¡Desmaius!-Jane y Susan miraron hacia la puerta donde el cabello dorado y sucio de Clara se revolvía con fiereza hacia el mortífago restante, éste salió volando chocando contra la pared vieja y mohosa y con otra floritura de varita lo ató con un Incarcerous.-¿Están bien?-ambas asintieron y Jane se colocó de pie, caminó hacia el mutilado enemigo y lo apuntó amenazante con su varita.

-¿Quién eres?

-Amycus Carrow-masculló con dificultad, había sangre a su alrededor y dudaba que pudiera sobrevivir, sin embargo antes de que ninguno pudiera premeditarlo, con su mano sana tomó su varita y desapareció en vuelto en una nube negra.

-¿C-Cómo supiste que estaba aquí?-preguntó Wile sacudiéndose el polvo, Jane le tendió la varita iba a responderle cuando escucharon el crujido de tablas y las tres apuntaron por instinto hacia la puerta. Pero por ella aparecieron los chicos. Suspiraron con alivio.

Salieron de la casa de los gritos por un túnel que curiosamente Harry conocía, hasta los terrenos de Hogwarts, Albert llevaba levitando al mortifago inmóvil, nadie decía nada. ¿Qué podían decir? nada de eso debió pasar pero había pasado. Susan y Jane ayudaban a Clara a caminar y el pelirrojo iba detrás de ella con su varita. A pesar de que no podían escuchar si la batalla seguía o no, no podían confiarse.

Se dirigieron hacia la enfermería y se encontraron con una desgarradora imagen, cuerpos inmóviles y sin vida, heridos y en shock. Pomfrey era ayudada por alumnos de los últimos cursos mientras esperaban que los de San Mungo aparecieran. Las puertas estaban custodiadas por Aurores, pero ni aún así podían sentirse completamente seguros.

Todo era su culpa.

~*~

-Perkis-Potter se acercó a Jane, ésta estaba sentada afuera del castillo mirando a la nada, no la culpaba después de todo habían motivos por el cual preocuparse. Se sentó a su lado y le tendió un cadena con un objeto pequeño y dorado- ten, Dumbledore le dio esto a Hermione para ti-lo miró con un gesto consternado.

-¿Qué es?-preguntó sosteniéndolo con sus manos. Parecía tan frágil que temía que se rompiera.

-Es un Giratiempo, sólo puedes retroceder un par de horas, pero a veces es muy útil cuando no hay otra cosa que hacer. Sé lo que piensas, pero no funcionará de esa forma eramos muchos y no puedes salvar a todos.-Jane lo miró con tristeza.

-Yo sabía que esto pasaría. -dijo de repente, sin importarle lo brusca que hubiese sonado-Lo supe siempre y no dije nada.

-Así debían pasar las cosas-respondió éste, poco se le daba reconfortar a otros. Pero ella negó con un gesto atormentado.

-Daniel perdió a su novia en la batalla, Potter. Si yo no hubiese sido tan estúpida habría hecho algo. Y Malfoy, él...

-¿Malfoy?

-Sí, bueno, él me lo dijo.-añadió en un murmullo-Sus motivos eran buenos pero yo no hice nada al respecto. Fue muy estúpido de mi parte ¿Por qué no lo hice?-Harry miró sus manos y luego al cielo. Hermione era la que razonaba, la que sabía como resolver esos acertijos de la vida, no él. Ahora ella estaba postrada en una cama esperando a ser llevada a San Mungo. No culpaba a nadie, pero podría haberse evitado.

-Quizás las cosas no funcionen así.-insistió, más para sí mismo que para la Hufflepuff- Guárdalo y úsalo cuando sea necesario-se puso de pie y caminó hacia la puerta, pero antes de desaparecer volvió su mirada esmeralda hacia Jane-Dumbledore me dijo un día, que las cosas que debían suceder tenían un rumbo indestructible, fijo. Aún si hubieses dicho algo, tal vez no habría servido de nada y las cosas hubieran sido peor, tú, yo y todos nuestros amigos estaríamos muertos.-tomó aire y miró hacia el frente- El futuro es lo único que se puede cambiar. Cuídate-añadió y se fue lentamente de nuevo hacia la enfermería, Ron estaba ahí junto a su amiga, quizás acompañado con algunos de sus otros hermanos. No podría asegurarlo.

~*~

No importaba cuanto se hubieran resistido, Dumbledore había cerrado temporalmente el colegio de Magia y Hechicería, una noticia que estuvo surcando cada página y ejemplar del El Profeta en conjunto con el ataque a Hogsmeade y de algunos diarios de todo el mundo que obtuvieron el permiso para divulgarlo. Era la primera vez que todo eso sucedía, la primera vez que los mortífagos atacaban sin medir las consecuencias.

Cuando Jane regresó a casa, Rebecca la había envuelto en un abrazo. Su madre había estado preocupada por ella y era tan extraño como ver a Clara comiendo sólo vegetales. Tenía un raspón en la cara y una ceja cortada que se había negado a curar con magia, quizás su lado rebelde no se permitía borrar algo que se merecía.

-Estoy bien, mamá.

-Estuvimos tan preocupados por ti-Jane frunció las cejas al escuchar eso. Sus ojos marrones miraron a Robert con suspicacia, pero aún así se dirigió a él y lo envolvió en un abrazo. Necesitaba realmente sentirse contenida, porque no importaba cuanto había intentado olvidar todo, cada imagen estaba impresa en su memoria.

-Ve a descansar, mandaré a Choco para que te despierte a la hora de la cena-le murmuró éste guiñándole el ojo y ella asintió, pasando su brazo para quitar algunas traicioneras lágrimas que no supo cuando salieron.

Ese día no habían reclamos, ni gritos de reproches. Los anhelaba, porque todo ese silencio sólo era evidencia de lo mal que lo había pasado. Se dirigió hacia su habitación, la mansión Perkis tenía años, quizás más de lo que podía recordar, la mayoría tejones, buenos magos, increíbles brujas. Conocía todo de ellos, o al menos eso creía. Después de todo, su madre se había encargado que no solo supiera de ellos si no de su otra despreciable parte de la familia; genes que obviamente no tenía.

Cuando subió las escaleras se encontró con el cuadro de su abuelo paterno, George Perkis. Pocas veces le había tomado atención y nada pasaba más que un cordial saludo.

Pero ese día el Señor Perkis llamó su atención.

-Buenos días, Jane.-dijo éste, George estaba sentado en una silla, mantenía sus piernas cruzadas, con una mirada jovial y desinteresada, anormal dado que era un tipo más bien "duro". Y era la primera vez que le llamaba "Jane".

-Abuelo-éste rodó los ojos, sabía entender perfectamente el doble sentido de su nieta, aparte de ser la única en no llamarlo "Señor". Jane no lo había conocido en persona, había muerto mucho antes de que ella naciera y lo veía como algo estúpido tenerle respeto a una pintura. Y eso se lo había dejado en claro cuando se lo reclamó.

-Escuché sobre el ataque, no es muy difícil aquí de hecho, tu madre estaba histérica-lo miró con mofa y se cruzó de brazos.

-Que tierno ¿eso es todo? realmente estoy cansada, abuelo-iba a irse pero la detuvo nuevamente. Se había puesto de pie, su cabello marrón estaba levemente despeinado y sus ojos marrones la miraban fijamente.

-¿Quieres escuchar? no hace daño, niña-volvió a tomar asiento y suspiró-pídele a tu padre que lleve mi cuadro a tu habitación, lo que suceda allí dentro se quedará allí. Los secretos de la familia pocas veces son rebelados y deseo que tú los sepas, todos si es posible.-la castaña comenzó a reírse y levantó una mano para tomarse un minuto.-¿terminaste?

-lo siento-se rió y se sacó una lágrima inexistente-no hablarás en serio, ¿Por qué yo? Jack es la promesa de la familia, él se lo merece.

-No seas tonta, niña. Jack me tenía respeto es cierto, un buen muchacho, inteligente-Jane rodó los ojos y se apoyó en la baranda de la escalera.-pero no es el indicado.

-bien-respondió seriamente reincorporándose. Metió sus manos en el bolsillo de su tapado negro y se encaminó hacia su habitación.

-¡Espera!-pero Jane no se detuvo esta vez. El viejo suspiró, las actitudes de esa niña lograba colmarlo. Miró hacia todos lados y salió de su cuadro.

~*~

Robert estaba en su despacho, con una mano en su barbilla, pensamientos volátiles e intensos rondando por su cabeza, un rostro serio. Así lo había encontrado George. El único aparte de Jane que sabía lo que era. No había sido quizás un buen padre para él, los pocos recuerdos que tenía de su yo vivo eran un tanto borrosos, como si nunca en realidad hubiera sido de su gran interés, sin embargo, su esposa le había pedido que todo quedara para él. Carraspeó, intentando llamar su atención, esperó pacientemente hasta encontrarse con su mirada azul.

-Padre-susurró éste y se colocó de pie, sorteó varias pilas de libros y se acercó con tranquilidad al cuadro colgado en la pared encima de la chimenea-bienvenido.

-¿Cómo estás, hijo?-éste suspiró y negó con la cabeza, caminó hacia un pequeño sillón y se dejó caer.

-no sabría responderte, padre, he consultado los libros que me has dicho pero no hay nada. Dumbledore dijo que Jane tenía pequeños lapsus en la que su mente viaja por el futuro, a veces períodos largos. La mayor parte acertadas. No es un don de adivinación, es mucho más complejo.

-Pero dijiste que ella hizo una predicción.-sí, lo había hecho, pero no tenía explicación.-bueno, al menos espero que sirva de algo.

-Salvó nuestras vidas, pudimos sacar a Remus Lupin de esa sala, nadie salió herido.-contó con gran alivio, pero de repente sus ojos se obscurecieron más de lo normal- El Ministerio ya no es de fiar.

-Jamás lo fue.

~*~

-Camina. Jane no todos los días deja de ser tacaña-el muchacho rodó los ojos, había estado obligado acompañar a Clara a la residencia Perkis, por seguridad y deber, luego de una semana desde el incidente.

Había escuchado de ellos, más de lo que le hubiese gustado. La rubia se había encargado de ello y si algo sabia de ella era que sin duda adoraba hablar de los Perkis y de sus trastornadas amigas. Y sin importar el peligro que asolaba ahora al mundo mágico no fue suficiente para detenerla o detenerlas.

Ahora se encontraba allí, atorado por completo en un encuentro del que ni siquiera fue invitado siendo tirado por Clara como si fuese un animalillo con deseos de irse a su hueco obscuro, del cual no le era indiferente.

Un elfo los estaba guiando hacia una sala, donde aseguraba que su ama los encontraría allí en cuanto bajara. No pudo pasar por alto la elegante decoración, demasiado simple pero con un encanto que no lograba descifrar. ¿Calidez, Quizás? Habían muchos cuadros, todos los saludaban con cordialidad, algunos ni siquiera los miraba, otros estaban enfrascados en discusiones que al parecer a nadie les importaba.

-¡Harper!-la rubia lo soltó y miró hacia atrás, golpeándolo de paso con su melena rubia como la yegua que tenía de mascota. Tan vulgar como siempre.

-¡Perkis!-Ya la había visto, había salido en el diario El Profeta fomentando un rumor sobre ser la promesa de las Arpías, siguiendo los pasos de su tía abuela y ahora el de su hermano en Puddlemere United como una talentosa cazadora, allí fue donde vio su rostro, con un gesto aniñado un tanto pícaro. No le había parecida hermosa en ese momento y había perdido todo interés. Pero verla allí, tan simple y normal abrazando a Clara como si la vida se le fuese en ello, lo dejó helado.-...él es Altais-Jane lo miró con curiosidad-mi hermano mayor.

-bromeas ¿verdad?-dijo quitando su mirada de él para fijarla en ella-¿y cuándo me lo ibas a decir?

-no le gusta mencionarlo y a mi recordarlo-le susurró. Ambas rieron y luego se giraron hacia él, eso lo incomodó por completo. Se sentía como un maldito bicho raro siendo analizado por dos completas desquiciadas. Pero Jane terminó por sonreír, una bella sonrisa cabía destacar, obviamente sólo para él.

"Que maldito cursi"

-Un placer, misterioso Señor Harper-le tendió una mano- imagino que ser hermano de este raro espécimen, es realmente un dolor de cabeza.

-¡Oye!-se quejó la rubia.

-No sabe cuanta razón tiene-tomó su mano y la giró, Jane lo miró con desconcierto, hasta el mismo se miraría así con lo que estaba apunto de hacer- Señorita Perkis.-añadió inclinándose para besar el dorso de la misma con suma elegancia.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...