Felix Felicis

Harry es adicto al Felix Felicis pero por un muy buen motivo, no lo culpen.

Hermione no es para Ron, como Ron no es para Hermione. Incluso Neville lo sabe. Si me entienden ¿Cierto?

Harry está cansado de estar en medio de sus disputas y está dispuesto a conseguir sus almas gemelas. Quizás de esa forma pueda leer su libro de pociones felizmente en la sala común de Gryffindor y cumplir lo que Dumbledore le ha demandado.

Pide a Merlín que así sea y que su deseo se vea debidamente cumplido. O jura solemnemente que sus intenciones no serán buenas ante la próxima discusión.

Sí, Harry James Potter tiene un límite.

Capítulo 2-Pequeño Hangleton

Los últimos días de frío se marcharon con rapidez, para dejarle paso al insoportable calor del verano. Nadie se encontraba dentro del orfanato y no había reproche en ello.

A pesar de demostrar un aspecto limpio, el patio del Orfanato de Wool estaba lleno de hierva mala, era desértico, con algunos juegos en mal estado: hamacas oxidadas, areneros con alacranes y serpientes en madrigueras de conejos.

¿Qué si eso no lo deprimía? Tal vez, en un inicio, sí. Pero acabó cuando Dumbledore llegó un día a decirle lo diferente que era, a pesar de que no había necesitado que alguien como él se lo dijera. Sabía que aquel lugar era indigno para él.

Ninguno que no fuera mago o bruja claramente podía igualarlo, ni ser el doble de brillante que era. Pero antes de eso lo había notado; cuando apenas podía entender el significado de las palabras y apenas daba sus primeros pasos en el mundo, lo supo.

Tom era demasiado para los muggle aún antes de saber que era un Mago.

Arrugó la nariz con desagrado, no recordaba porqué había salido allí en un principio. Nunca salía de su agujero por más sofocante que resultara permanecer adentro. Mezclarse no estaba en su itinerario habitual y no lo estaría ahora.

Miró su reloj pulsera, regalo que el muy cobarde de Rosier le había dado para su cumpleaños a modo de aceptación. Un acto patético, pero que había resultado útil.

Eran pasada las once, pronto el almuerzo sería servido en el pequeño comedor del orfanato. Momentos como esos sentía nostalgia por Hogwarts, todo allí era digno de admirar. Incluso, por más absurdo e inaceptable que sonase, extrañaba a sus seguidores inútiles. Saberlo cierto era un golpe bajo para la imagen que quería dejar.

Cole se esmeraba en hacerlos sufrir: con el frío en el invierno, el calor en el verano y con su guiso a la francesa. Aquella cosa parecía estar hecho con cadáveres de Inferis. Era repugnante y se admiraba de sí mismo ante su valor de haberse comido aquel plato rebosante de una sustancia viscosa y gris que aquella mujer catalogaba como comida.

Tendría suerte si seguía con vida luego de ingerir aquella porquería.

Lo sentía en su estómago revolverse como si tuviera vida propia. Escuchaba quejas cerca de él, al menos no era el único que aquello le desagradaba más que estar ahí.

—Atención ¡Atención!—el barbullo de los huérfanos se vio apagada ante la presencia de la Sra. Cole. Todo par de ojo estaba sobre ella y especialmente la de Tom.—Aquí tengo los permisos de salida para los mayores, los que van a la playa del Norte aquí están sus permisos y Riddle—levantó sus cejas mientras se asesoraba que todo estuviese en orden—aquí está el tuyo.—uno a uno fue buscando la hoja de papel con la firma de Cole al final que le daba momentáneamente un grado de libertad. Pero nadie compartía esta vez su éxtasis.

Luego de un par de horas, en el que revisaba que todo estuviera como esperaba, se dirigió a la oficina de la directora del orfanato. Se iría esa misma tarde, ya no podía seguir esperando.

No tuvo la necesidad de tocar la puerta, esta misma se encontraba abierta y un olor a perfume barato salía de ella. La esencia de la insignificante mujer inundó sus fosas nasales, dándole a su cara una expresión del más puro asco y la seguridad de que allí se encontraba.

Carraspeó para anunciarse, Cole levantó su mirada y dejó l que estaba haciendo para invitarlo a pasar con un leve pase.

—Tom, ¿Qué te trae por aquí? —aunque no podía contestarle que eso no le incumbía estaba particularmente de humor y sin ánimos de ser agresivo. A pesar del fiasco que había sido el almuerzo.

—Quería avisarle que me voy ahora, mis—le sonrió de una manera que la Sra. Cole le ponía los vellos de punta—amigos me esperarán en la estación, espero que eso no sea para usted un inconveniente. —Tom sabía que no le era necesario hablar pársel con una serpiente corriente y sin clase como ella. Sabía que le temía a la firmeza y autoridad de sus palabras cada vez que la sometía a ello. Y todo se vió confirmado cuando ella apenas murmuró un "No hay problema".

Se largó en cuanto pudo con aquella seguridad y confianza, que siempre llevaba consigo, se encaminó hacia la casa de los Gaunt, a las afueras del Pequeño Hangleton.

Se había pasado todo el sexto curso investigando su paradero, como llegar, que lugares no concurrir, que tren tomar.

El Pequeño Hangleton, se trataba de una villa muggle del Norte de Inglaterra, situado en un valle rodeado de colinas empinadas a doscientas millas de Little Whinging. Los Gaunt vivían justo a las afueras de allí, o al menos eso pensaba.

Quizás se vería obligado a pedir indicaciones, aunque todo fuera por acabar sus propósitos. ¿Qué eran míseros sacrificios? Nada, en comparación con lo que se encontraría más adelante.

~*~

Nada los había preparado para tales acontecimientos, pero sabían que para la muerte nadie estaba exento de sus manos ni mucho menos de sus efectos.

El Ministro de la Magia hablaba de los tiempos buenos que vivieron los señores Riddle, lo comprometidos que estaban con la comunidad mágica, con el sueño de hacer las cosas cada vez mejor, sin injusticias, sin discriminación y sin diferencias.

Ambos sabían todo eso y no entendían por la misma razón el hecho de su partida. Si había tanto amor por lo que eran y hacían, ¿Por qué habían tenido que dejar todo?

Los ataúdes bajaron a la tierra lentamente mientras el cementerio se veía sumido en un incómodo y triste silencio. Pronto no vieron más que dos huecos, vacíos a simple vista.

—¿Matt y Milagros Riddle?—sólo habían quedado ellos dos frente a dos lápidas de piedra azul. La muchedumbre se había marchado hacía ya varias horas y apenas pudieron notarlo ¿Tanto era su melancolía que ya no existía para ninguno la noción del tiempo?—Soy Thomas Davis, sus padres me dejaron a cargo de su tutela.

—Sabemos quién eres, Nana estuvo aquí —murmuró el chico quitando su mirada del muchacho que no tendría más de veinte y tantos años encima.—Nos explicó la situación.

—Entiendo, entonces no les molestará que nos vayamos.

—¿Y a dónde iríamos? Nuestra casa quedó hecha cenizas —la pequeña de diez años lo miró con sus dos grandes ojos marrones. No había temor, sí una gran tristeza.

—Lo sé, pero hay una propiedad no muy lejos de aquí. Si nos apuramos las explicaciones llegarán pronto.

—¿Dónde queda situada?—preguntó está vez Matt. Thomas los miró y suspiró.

—No muy lejos de aquí, se lo conoce como el Pequeño Hangleton.

Los Tataranietos de Lord Voldemort



Capítulo 1-Orfanato de Wool.


Era 1943, el sexto curso había finalizado y Hogwarts cerraba sus puertas para todo el alumnado y era la primera vez que eso no le importaba. Regresaba al Orfanato de Wool y la idea no le desagradaba, claramente para lo que tenía en mente.

La Sra. Cole lo había esperado en la entrada, mirándolo de manera desdeñosa y ñoña con su ridículo peinado y su ropa desgastada, con ciertos aires de superioridad y elegancia que no tenía. A leguas se podía percibir como no sentía ni el más mínimo interés por él, como él no lo sentía por ella. Y era quizás por esa misma razón que aún seguía con vida.

Nadie más que Tom conocía las múltiples formas de crear hasta los más pequeños accidentes sin ningún tipo de esfuerzo, si por error osabas meterte en su camino.

El final de todo ello era completamente devastador.

Había bajado del taxi, el muggle que manejaba lo hizo al mismo tiempo que él y le ayudó a bajar sus cosas de la parte trasera con gran pereza. Había esperado su paga, que con indiferencia le entregó, y se habría marchado de allí lo más rápido que hubiese querido, si su vulgar barriga se lo hubiera permitido.

Apenas el auto desapareció de su vista se había acercado a la pequeña mujer, que se hizo a un lado apenas llegó a la puerta.

No cruzaron ningún tipo de palabra, después de todo eso era lo que menos le importaba. Existían planes mejores en su cabeza que ser especialmente educado con un ser inferior. Así que simplemente la pasó de largo.

Ambos habían cumplido con su trabajo.

Sintió varios ojos observándolo, con gran desagrado, desde sus antiguos compañeros hasta los más nuevos. Su llegada siempre era una novedad. Y dejó de sentirlos, cuando se metió por uno de los largos pasillos que lo llevarían directo a su habitación.

Dennis Bishop se le había cruzado por el frente. Más con una sola mirada, fue suficiente para espantarlo y obligarlo a tomar otro camino. Había sonreído de lado, le agradaba en gran magnitud, sentir el miedo de los demás. Su ego se ensanchaba y el simple hecho de que aquel indigno ser, recordara la lección que se había visto obligado a darle, era vigorisante.

Había llegado hasta una puerta de madera gris y gastada como la ropa de la Sra. Cole. Tan desvencijada que le provocaba repugnancia como todo lo que le rodeaba.

Ingresó a la habitación arrastrando su baúl detrás de él. Todo se veía como lo había dejado, demasiado limpio y ordenado, aburrido e indigno como para alguien como él. Definitivamente debía salir de allí, tarde o temprano.

Se sentó sobre la cama, dura y fría, detalles, por más pequeños, que lograban que odiara aún más ese lugar. Sacó de su bolsillo izquierdo de su pantalón un pequeño papel doblado perfectamente en cuatro y lo abrió con serenidad y sin prisa.

Un estructurado árbol genealógico estaba dibujado en el pedazo de pergamino. En una letra cursiva se encontraba el nombre de Salazar Slytherin y al final los nombres de sus abuelos maternos y el de su madre. Con un espacio vacío junto al nombre de Merope Gaunt.

Después de estar años buscando algo de su padre en Hogwarts, con las esperanzas de encontrar algo de él, revisando cada placa que se le cruzase, cada libro de historia de las familias mágicas, había sacado la conclusión de que él jamás había estado allí. Decepción fue lo que quizás sintió en un principio, cuando encontró tiempo después el afortunado origen de su familia materna.

La pizca de ingenuidad que aún le quedaba y existía en su ser, lo había impulsado a tomar una decisión que había estado planeando todo el sexto curso.

Si parte de su familia aún seguía con vida necesitaba tener las explicaciones que tanto deseaba. Una verdad menos trágica de la que ya sabía.

Albergaba esperanzas, algo de qué sentirse orgulloso. Que sin duda, después, lo decepcionarían en gran manera.

Hanna Solo

Hace mucho tiempo, en una galaxia, muy, muy lejana...

Star Wars

Episodio I

Hanna Solo

Rey ha desaparecido. En su ausencia, La Primera Orden resurge nuevamente de las cenizas, rondando cerca de La Resistencia.

No descansará hasta ver acabado al grupo que se empeña a resguardar al último Jedi, e impedir que nuevos aprendices lleguen a manos de Luke Skywalker.

Con el apoyo de la Nueva República la General Leia Organa dirige una valiente Resistencia junto a su encontrado hermano Luke con quién ha logrado restaurar la paz y la justicia en la galaxia.

Mientras su nieta se ve obligada a quedarse a su lado luego del inminente secuestro de su madre.

Hanna deja su descontento públicamente y escapa de la protección de La Resistencia y pide ayuda al piloto más audaz de su abuela. Poe no duda a unirse a una nueva aventura junto con su buen amigo Fin y BB-8.

La búsqueda desesperada de Hanna la llevará a encontrarse con nuevas y exóticas experiencias. Y conocer a su padre y el lado obscuro que lo mantiene prisionero...


Un Pequeño Problema Peludo

¿Qué hacer cuando un amor no es correspondido?

Tonks quedó momentáneamente en blanco al leer la portada de la revista entre sus manos por dos simples, y un tanto absurdas, razones. La primera, ¿Que rayos hacía agarrando algo como eso? Y segundo ¿Qué rayos hacía Sirius Black leyendo revistas como esas?

La fecha era actual, así que de alguna u otra forma el ex presidario de Azkabán había logrado suscribirse a Corazón de Brujas, sin que nadie lo hubiera podido evitar.

Excelente.

Algo definitivamente estaba haciendo mal, y todo partía por ahí. Las cosas se le estaba yendo de las manos. Y en múltiples formas. Después de todo ella era la encargada de turno de que el imperioso y algo aniñado Black no se le escapara de las manos.

Pero él es un genio, yo no.

Suspiró y se llevó la revista hasta los sillones, que gracias a Molly y el pequeño ejército que tenía por hijos, y agregados, todo estaba encantador e impecable para ser un lugar tan lúgubre.

Tonks volvió a echarle un ojo a la portada. Ya sabía todas las cursiliraridades que aquello tendría. Topics para verse bella, ¿Qué color te favorece un martes? Estupideces, sí, como aquellas.

Nunca se había sentido particularmente femenina y eso nunca había sido su verdadero objetivo. Vamos, ¿A quién le importaba? A ella no, claramente. Nunca había sido una necesidad. Ser Auror, por supuesto que sí, desde que era un pequeño frijol.

Pero algo en ella, ahora, la incomodaba.

No era hambre, no era sed, no eran ganas de ir, bueno ya saben. Algo le pasaba y eso sólo sucedía cuando él estaba endemoniadamente cerca.

—Estúpido peludo —masculló tirando a un lado la revista.

—¿Problemas en el paraíso, sobrinita?—Tonks se levantó como un rayo y quedó frente a un Sirius y una mirada pícara.

Perfecto. Ahora grítalo, Charlie y sus estúpidos dragones no lo escucharon.

—¡Tío Sirius!

—Ay, no, eso me hace sentir viejo.

—No eres particularmente joven.—se mofó rodando los ojos. Pero él tampoco. Le dijo una vocecita interior.

Cállese.

—Tienes la sensibilidad de aquel paragüero, realmente me has hecho sentir mal.—Se secó una lágrima inexistente. Se quedaron en silencio un largo minuto, hasta que Tonks dejó salir un suspiro frustrado y se dejó caer en el mullido sofá—No es por ser chismoso, bueno, quizás sí. Aquí no sucede nada, más que escuchar de vez en cuando a mí madre gritar por algún estúpido que toca la puerta, cada vez que digo que no lo hagan ¿Que le pasa a ésta gente? En fin, ¿Qué es lo que le sucede, Madame?

—Bueno, creo que tengo un pequeño problema peludo.

—Maldito, Remus.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...