Las Crónicas de Narnia y Los Hijos de la Reina Susan |1|

La residencia de los Richardson era bastante esplendorosa, lo suficientemente grande para albergar un ejército entero si así lo querían. Blanca y vivaz, rodeada en su mayor parte por grandes ventanales y balcones. Con un jardín delantero digno de apreciar y un patio trasero inimaginable.

Se podría decir que cualquiera que viviera allí, era simplemente afortunado. Pero los cuatro niños que se encontraban en ese instante en la puerta de la misma, no parecían pensar lo mismo. No después de la dolorosa partida de su bella madre, y los incontables viajes de su padre.

—Volveré lo antes posible, lo prometo —aseguró el hombre mirando los rostros tristes de sus hijos. —Marcos...

—Los cuidaré —dijo éste antes de que su padre se lo pidiera realmente. El parecido con él era apremiante, cabello negro y ojos azules, dos tonos más oscuros que los de su madre, la piel lechosa y la mirada autoritaria. El valor y la astucia, sin embargo, sabía que sólo lo había sacado de Susan Pevensie.

—Bien. —David Richardson les dio una última mirada antes de subirse finalmente al coche que lo esperaba. Jamás le era fácil marcharse y dejarlos prácticamente a la deriva por un largo tiempo, aunque nunca se los hubiera dicho.

—Lo extrañaré —dijo la más pequeña de la familia, para tener cuatro simples años era muy lista y noble. Siempre sonriente y dispuesta a hacer lo que sea si podía. Sus ojitos azules y ese cabello castaño oscuro le daba un aire inocente y puro. Marcos la despeinó con cariño y la tomó en brazos. A veces era duro ser el hermano mayor, Fred por su parte tenía más libertad para ser quién le seguía, las responsabilidades no iban con él. Lily por otra parte era muy reservada y aunque adoraba a su padre, el que se fuese, no le afectaba en su gran manera.

—¿Cuándo viene Anna? —preguntó esta vez Fred, su cabello era rubio con algunos extraño bucles adornando su cabeza, acompañado de unos ojos azules grisáceos y un gesto apacible. Marcos le sacaba una cabeza de diferencia, quién para tener quince años, era bastante alto.

—A la mañana temprano —respondió Marcos mirando como el auto de su padre desaparecía al final de los portones. —Será mejor que entremos, —dijo levantando su cabeza hacia el cielo —algo me dice que va a llover.

•••

La noche había caído en Chicago, pero a como hubieran esperado que fuera ésta fue una muy aterradora. Las ramas de los árboles golpeaban las ventanas de los Richardson con furia y la lluvia era particularmente torrencial afuera. Por no decir peligrosa.

—¡Tapen las ventanas! ¡Cierren las puertas! —el mayordomo de la familia daba órdenes a diestra y siniestra a la servidumbre. Mientras corría de un lado a otro.

—¿¡Qué está pasando, Francis!? —preguntó una de las mucamas por sobre el ruido.

—¡Dieron alerta de tornado! ¡Ve por los niños y llévalos al sótano! —Pero no fue en cuestión de segundos que Marcos estaba ya en las escaleras con todos sus hermanos.

—¡Niños vengan conmigo!

—Llevatelos a ellos, me quedaré a ayudar. —Impuso el mayor frunciendo el ceño preocupado.

—De ninguna manera —dijo Francis  llegando hasta ellos. No había forma, no con esa mirada, de llevarle la contraria. Un rugido hizo que todos miraran hacia adelante y Francis no esperó que ellos dijeran algo más. Los obligó a correr hasta el sótano cerca de la cocina. Los cuatro bajaron con estrépito mientras Francis y Marieta los miraban desde arriba —¡Todo estará bien! —gritó el hombre antes de cerrar la puerta. Marcos inmediatamente buscó una linterna, recordaba que estaban cerca del final de la escalera.

Cuando la tuvo en sus manos la encendió, pero al hacerlo un crujido sobre sus cabezas lo obligó a dejarla caer.

—¡Marcos, Marcos el piso! —gritó Lily apuntando hacia arriba. El tornado estaba sobre ellos, se dijo el mayor con terror. Agarró a Emma en brazos y con su mano libre empujó a los otros dos hasta un armario al fondo del sótano.

—¡Debemos entrar ahí!

—¿¡Estás loco!?

—¡Ahora, Fred! —Lo empujó provocando que se estrellara contra la parte de atrás, dejó lugar para que pasara Lily y luego él con Emma. Quién temblaba como una hoja. Lo último que vió Marcos al cerrar la puerta fue el suelo de su casa ser levantado con fuerzas.

—¡Marcos, ¿qué haremos?! —comenzó a preguntar Fred escuchando los crujidos de afuera y al armario temblar como la lavadora de su madre.

—No sé, no lo sé —sin importar lo tonto que podía mirarse, los cuatros habían cerrado los ojos y de repente, el silencio reinó entre ellos.

Marcos estuvo seguro que lo último que escuchó antes de desmayarse, fue el rugido de un león.

Las Crónicas de Narnia y Los Hijos de la Reina Susan

Marcos, Fred, Lily y Emma se verán envueltos en una aventura colosal, donde conocerán lo buena que es la vida después de todo.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...