Leche y Café 7: Motivos.



Hermione estaba en el despacho que compartía con Draco, no había podido conciliar el sueño sin poner en orden sus pensamientos. Lo había pensado, incluso antes de tener a sus hijos dejar finalmente el departamento de Aurores. Pero nunca se había sentido tan inquieta como en ese instante. Algo le decía que debía abandonar el trabajo de su vida y dedicarse a su familia.

-¿Sigues despierta? -la castaña suspiró y le sonrió a su rubio esposo frente a ella. Llevaba una bata verde y un par de pantuflas negras.

-Tengo motivos.

-Ya lo creo, desde aquí puedo escuchar como tu cabeza funciona. -se sentó en la silla del frente y entrelazó sus manos sobre el escritorio. -Escucha, si esto es por Astoria, prometí que hablaría con Daphne sobre lo que dijo y...

-No es eso. -interrumpió -. Creo que ser Auror se acabó. Siento que me estoy perdiendo demasiadas cosas, no he visto a Ginny en meses, ¡meses! Y los chicos cumplirán años la semana que viene, y es seguro que no estaré aquí.

-Ellos entenderían el porqué. -Hermione negó con la cabeza y cerró sus ojos, descansando su cabeza en el espaldar de la silla giratoria.

-Lo dejaré. El Mundo Mágico no va a ser mejor o peor sin mí, ¿cierto?

~£~

A la mañana siguiente la familia Malfoy estaba de pie. Draco con más entusiasmo de lo normal, mientras los gemelos comían su cereal y Hermione leía un par de informes antes de ir al Ministerio.

-Entonces, ¿tío Blaise se casará?

-Así parece, esperarán que Rose salga de vacaciones para la boda. Me pregunto qué habrá hecho Pansy finalmente para convencerlo. -Draco tuvo un pequeño escalofrío y miró a su esposa.

-Conociéndola, cualquier cosa es posible. Pansy es de temer cuando quiere algo.

-¿Cuándo se publicarán las fotos papá? -preguntó repentinamente uno de los gemelos, provocando que Draco se atragantara con su café. Cuando se recompuso pateó a su hijo por debajo de la mesa -¡Ay!

-¿Qué fotos?

-¿Dije fotos? Oh, no mamá escuchaste m-mal... -Hermione frunció el ceño y giró con violencia hacia a Draco, quién a su vez miraba mal a Isaac.

-Ya lo dijo el niño, escuchaste mal.

-Claro, por supuesto que sí. Isaiah, -éste le sonrió a su madre encantadoramente -habla.

-Hola.

-No estoy para bromitas.

~£~

-Tienes suerte de que Potter haya llegado, Isaac.

-Ya dije que lo siento, papá. Simplemente se me soltó. -Draco suspiró mientras empujaba la puerta de su despacho.

-Como Slytherin, debes aprender a modificar la verdad para tu propio beneficio. Puede llegar a salvarte la vida.

-Mentir. -dijeron al unísono a lo que el rubio hizo simplemente un ademán de manos quitándole importancia.

-Como sea. -Refutó buscando algo entre los cajones. -Pero no se lo digan a su madre.

-De todas formas, mamá cree que quedaremos en Gryffindor, como Rose. -Isaac había pegado un salto limpio para quedar sentado sobre el escritorio, observando de paso como su hermano elegía el sillón del costado. Por otra parte, Malfoy había levantado su mirada como si alguien le hubiera clavado un alfiler en el trasero.

-Ah-Ah, eso sí que no.

-¿Cuál es la diferencia al fin y al cabo? ¿No se supone que es nuestra elección? -Isaiah miraba sus manos como si fuesen lo más interesante en ese universo. -Tal vez le pida al Sombrero Seleccionador que me envíe a Hufflepuff. -Se escuchó un golpe y un gritito de susto de Isaac.

-Por las barbas de Dumbledore -dijo su hermano gemelo al ver a su padre tirado en el suelo. -Ya lo mataste, Is.

-¡Mamá!

~•~

Daphne Greenggras esperaba sentada en una habitación no más grande que un baño de dos por dos. Estaba sucio, olía mal y era deprimente, pero era imposible saber realmente si aquello le producía repugnancia. Su rostro simplemente tenía una expresión neutral.

La puerta metálica de un costado se abrió repentinamente, chirriando de forma escalofriante; el único sonido en esos quince minutos que había tenido que esperar para ver finalmente a su hermana.

Astoria apareció primero por el umbral de la puerta, seguida de uno de los tantos Aurores que rondaban por allí montando guardia. Le sacó las esposas mágicas y se retiró inmediatamente, dejándolas finalmente solas.

-Querida.

-Ahórrate los protocolos, Daphne. ¿Tienes noticias? -Daphne aclaró su garganta y acomodó un mechón de cabello rebelde de su elaborado y apretado peinado.

-Estamos haciendo todo lo posible. Intenta ser más comprensiva.

-¿Comprensiva? Me gustaría que estuvieras en mí lugar. -Masculló entre dientes la menor de las Greenggras pero ésta sólo la miró con frialdad.

-Creo que sabes perfectamente porque estás aquí. Papá sólo hizo de ti un monstruo, y estás pagando como tal.

-Oh, pero mira que tierno -se burló Astoria soltando una risotada, que aunque desquiciada, no dejaba de ser considerablemente elegante. -No me digas que te has doblegado, Daph.

-Sólo te diré una cosa, -dijo ella arrugando su nariz con enojo -te sacaré de aquí, pero olvídate que las puertas de mi casa están abiertas para ti. No dejaré que arruines a mi familia.

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