Leche y Café 8: Encuentros




-¿Aún sigues usando a tus hijos para tus propios intereses? -a Blaise siempre le había parecido muy gracioso esa rara relación que mantenía Draco con sus hijos. Se podía decir que pasaba de la irresponsabilidad a la sobre protección. Algo que ni él o Draco gozaron en un pasado.

-¿Cuándo hice esto antes? -Éste colocó su mano en su mentón, adoptando una expresión pensativa que molestó al rubio.

-Bueno recuerdo que usaste a Isaac para recibir un descuento en la tienda de dulces para demostrarle a Weasley, que tu descendencia es más adorable que la suya. A Isaiah en la florería para comprar un ramo de flores más grande que el de Potter y a Rose para patear a Nott cuando se pasó de miraditas con Hermione. -El moreno sonrió -Oye, creo que hasta puedo seguir; repentinamente siento que todo se me aclara, ya sabes, hermosos sucesos del pasado en el que has usado a tus hijos para tu propio beneficio.

-Soy un padre terrible.

-O el mejor, ¿quién sabe? De todas formas jamás te usaré de ejemplo.

-Gracias, eso me hace sentir definitivamente mejor.

-Para eso están los amigos, Draqui. -Draco rodó los ojos y se cruzó de brazos; no era tan habitual, al menos no en los últimos años, que compartiera algún tiempo con Blaise completamente a solas, hablando estupideces como en los viejos tiempos, aunque parte de esas conversaciones incluyera a sus hijos. Sus vidas habían cambiado por completo hasta el punto en que ambos tenían a la misma prácticamente realizada, con profesiones que de pequeños nunca se habían imaginado, y allí estaban. -Cuéntame, ¿qué es eso de que Isaiah quiere ir a Hufflepuff?

-No me lo recuerdes, aún me deja una sensación horrible.

° ° °

Kingsley Shacklebolt negaba con la cabeza mientras Hermione intentaba de todas las formas posibles de hacerle entender las razones por la que debía dejar El Departamento de Aurores y el Ministerio respectivamente. Y aún cuando las razones eran más que comprensibles, no podía digerir la idea de no tenerla con ellos.

-Sé que queda un equipo más que suficiente para hacerse cargo de los casos más duros. Pero no funcionarán sin ti, Hermione.

-Es mi decisión, Señor Ministro. Y no la cambiaré.

-Eso puedo notarlo. -Entrelazó sus manos sobre el escritorio y suspiró. -Créeme será realmente penoso no tenerte aquí, pero espero que encuentres tu camino.

-Así será. -Hermione salió de allí con cierta liviandad, nada le hacía más ilusión que disfrutar de su familia y amigos finalmente. Sentía que desde que había conocido a Draco no había hecho nada especialmente por ambos. Se habían acostumbrado simplemente a convivir, lo que aún le parecía completamente loco.

Frunció el ceño y se giró hacia atrás, en algún momento de su trayecto se había sentido observada. Aunque los pasillos del Ministerio estaban abarrotados de magos y brujas, nada le aseguraba que siempre estuviera a salvo entre ellos.

Luego de inspeccionar que todo estaba en orden volvió a retomar su camino, más no esperó que frente a ella estuviera exactamente lo que había temido.

-Imperio...

° ° °

Narcissa sonrió, sus nietos lograban que lo hiciera reiteradas veces aún en contra de su voluntad. La hacían ver como alguien normal, alguien inofensiva y amigable con la cual sería agradable tener una charla por horas; le hacían olvidar lo que había sido junto a Lucius Malfoy, lo que había estado obligada a hacer a su lado.

Seguramente sus padres se sentirían decepcionados por esa actitud tan reprochable. Sin embargo, poco le importaba en ese momento, ella seguía ahí no ellos. Debía ser un mérito.

-Narcissa Malfoy -su expresión cambió mecánicamente al escuchar esa voz falsa y dulzona a sus espaldas. No supo como tomar esa sensación inmediatamente pero con toda la elegancia que aún cargaba, se giró lentamente hacia atrás para encontrarse con nada menos que una vieja conocida.

-Galatea Rosier. -Murmuró -No sabía que podías pasear como si nada entre nosotros.

-Que tengas el apoyo de los héroes, Cissa no te hace una de ellos. Jamás podrás borrar tu asqueroso pasado.

-¿Qué tan segura estás de eso? -ella rió por lo bajo. Todo lo que una vez había sido Galatea había desaparecido por esa amargura y frialdad que cargaba, no es como si no lo hubiera sido antes. Pero Narcissa podía sentir que ese deplorable aspecto, tenía otros motivos.

-Volveremos, y ni tu familia o sus aliados podrán detenernos esta vez.

-¿Quiénes volverán? -quiso saber arrugando su grácil expresión, más ella pasó por su lado de forma ausente. -¡Rosier! -exclamó pero ella desapareció en un pestañeo. -Por Merlín, no... -llevó su mano a su pecho y buscó inmediatamente a los niños. Los gemelos estaban frente a la vidriera de la tienda de Quidditch sin haberse enterado de nada, y eso simplemente la tranquilizó.

Tenía que ir por Draco.

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