Capítulo 10 Limón y Canela

Ginny sabía sobre ese brillo especial en los ojos de Hermione, o de aquella sonrisa como la de una tonta adolescente en sus labios y ni hablar de los relatos con todos y cada uno de los detalles.


Claro que sí, recordaba muy bien aquellos gratos y vergonzosos momentos de enamoramiento empedernido. Harry había sido el culpable de su desequilibrio mental toda su maldita niñez y adolescencia.


Pero su historia era completamente distinta a la de ella. Lamentablemente no sabía si sentirse feliz o aterrada al respecto. Y se sentía culpable. Draco Malfoy había demostrado que se podía acabar con las costumbres sangrepuras si uno mismo se lo proponía, pero había sido un patán parte de su vida. Y cosas así la hacían desconfiar.

—Di algo por el amor a Merlín, necesito reproches, felicitaciones o un maldito sermón.

—Lo siento, es que—tocó su vientre, como esperando alguna ayuda de parte de aquella hermosa criatura que esperaba conocer pronto—, estoy sorprendida. Yo, ni siquiera puedo imaginarme la situación, Hermione. ¿Recuerdas hace dos años en mi despedida de soltera? Dijiste en el juego de verdad o reto, que ni sobria ni ebria serías capaz de...

—Lo recuerdo, lo recuerdo, pero no había tenido la oportunidad de conocerlo con más profundidad. Siempre nos quedamos con su imagen de niño de mami y papi, pretencioso y perjuicioso, que tenía el pasatiempo de hacer de nuestras vidas un infierno —Hermione se había colocado de pie del sillón de los Potter —. La guerra nos transformó en algo diferente. Tuvimos que confiar en personas que creíamos nuestros enemigos, y matar aquellos a quienes veíamos como amigos. Nadie  sigue siendo igual, lo que fuimos en un pasado murió cuando nos vimos obligados a luchar, matar y sobrevivir.

—Lo sé —Ginny suspiró y miró hacia la ventana. Odiaba cuando la castaña tenía razón, pero no podía considerarlo aún como algo bueno —, ¿y qué piensas hacer ahora?

—Sólo fue un beso y no sé qué pensar sobre lo que sucedió, pero de algo estoy segura, y es que el Hurón besa muy bien. —la pelirroja rió con gracia.

—Demonios, entonces esas  mocosas afrancesadas tenían razón todo este tiempo. —Hermione negó con la cabeza, completa y llanamente, divertida.

Estaba comprometida a disfrutar de aquello, porque sabía de primera mano que, apenas cruzara la puerta de su departamento, su cabeza no dejaría de reproducir aquel recuerdo y hacerla sentir rara y extrañamente cómoda.

Y no podría concentrarse en otra cosa que pedir a Merlín que aquello se repitiera algún día o muy pronto.

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Draco se miró al espejo de su habitación, necesitaba encontrar una diferencia, una mísera diferencia. Porque no importaba que tan tonto sonase: pero sentía que si se largaba desde la ventana de su habitación, podría llegar a volar de la extraña alegría que recorría su cuerpo en ese momento.


¿Así se sentía ser feliz? De eso no estaba seguro, pocas veces había sentido mariposas en su estómago como una adolescente quinceañera. Ni siquiera su Saeta de Fuego había logrado poner su mundo de cabeza. Y realmente amaba montarse en la escoba y sentir la adrenalina de una caída libre. Sin embargo, estaba más que seguro que aquello no se igualaba con aquel sabor a Canela de los labios de Hermione Granger.

Nunca unos simples labios al natural habían hecho de él un hombre doblegado, confundido y eufórico a la vez.

Y allí la encontró, una sonrisa sincera enmarcar sus labios. Un rostro habitualmente amargado, ahora completamente risueño por el acto más ñoño y primitivo de la historia humana: un beso.

Podría argumentar que había dado y recibido muchos actos primitivos como aquellos, pero ninguno como en esa ocasión. Quizá, se debía a que como había estado dispuesto, ansioso y porque no, un tanto nervioso, lo había hecho especial.

Pero debía admitir que un inicio pensó que no sería distinto, que al besarla la magia que lo tenía envuelto desaparecería con un beso. Después de todo, veía que lo que sentía por Granger era mero capricho, no había otra manera de explicarse antes porqué tenía la insana necesidad de estar a su lado, de saber de ella o de aparecerse en su puerta sin siquiera una excusa o un previo aviso.

Pero luego llegó a la conclusión que estaba engañándose a sí mismo. Todo lo que sentía era sincero; eso lo asustaba y la asustaba a ella también. Aunque era un miedo sano y por primera vez en su vida, algo benévolo.

No sabía realmente que pasaría de ahora en más, pero eso lo hacía más interesante. El hecho de no saber que hacer mañana, era la aventura que siempre había querido en su vida.

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Blaise observaba la nueva pizarra. Nuevos nombres se sumaban a la lista de sospechosos, miles de hipótesis, millones de agujeros  pero ni una sola aproximación al ladrón, en caso de que fuese hombre.

—¿Y si es mujer?—Harry levantó su mirada de los nuevos documentos.

—¿Cómo llegaste a esa conclusión?

—Bueno, es muy meticuloso, cuidadoso y ordenado. No digo que nuestro género sean todos unos trolls. Pero vamos, míralo de esta forma, no deja rastros. Es como una sombra, muy ágil.

—Intenta dar con Hermione y Ron. Escuchemos lo que tienen para decir, e iremos por otro camino —se quitó los anteojos y suspiró —. Y agrega la palabra "Ladrona" a la pizarra, no quiero que quede como un cabo suelto.


—Sí, señor.

Apenas agregó con su varita su nueva sospecha, se largó a buscar a sus compañeros; recordaba que no le había sido fácil acostumbrarse a la presencia de ese trio. No lo había podido controlar, suponía que su orgullo había sido el culpable, cuyo orgullo que, con el tiempo, había desaparecido sin siquiera darse cuenta.

Entendió que todo lo que le habían inculcado había sido una estupidez, así como la de ellos hacia su persona. Pero no podía culparlos tampoco. Nunca les había demostrado algo diferente, por el simple hecho de que jamás lo había visto necesario. Hasta ese momento en que requirió de la ayuda de Harry Potter para cumplir su raro sueño de ser Auror.

Imaginaba que la soledad había hecho estragos con él, pero luego esa misma compañía que había hecho de sus noches las más amargas de su vida, también se había largado. Sólo había necesitado dejar de lado el pasado para dejarse llevar por las corrientes del presente.

Nunca se había sentido tan orgulloso de ser Blaise Zabini. Y todo se lo debía a aquel trio raro y desequilibrado que se cruzó un día en su camino. Trio que no había dudado en aceptarlo como era.

—Sin duda el sentimentalismo gryffindoriano se pega —chasqueó la lengua. — Oh, ahí están ¡Oigan, Potter ha impuesto autoridad y nos necesita ahora en la oficina!—Hermione y Ron se giraron hacia él—. ¿Qué esperan? No tengo todo el día.

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—Parece ansioso.

—Ron, Blaise es un manojo de ansiedad todo el tiempo.

—Por cierto, ¿entonces puedes?—La castaña se vio acorralada por dos bonitos ojos de cachorro abandonado y suspiró con derrota.

—Claro, pasaré por ella.

—¿Te he dicho alguna vez que eres la mejor, Hermione?

—Cada vez que me pides un favor y me veo obligada a ceder. —Ron sonrió y metió sus manos en sus bolsillos. Hermione lo vió como un gesto casual pero luego recordó que Ron no tenía gestos casuales.

—Ginny nos invitó a cenar anoche, debiste ver a Harry escupir su leche. Bueno, en realidad la leche salió por su nariz y su boca a la vez, ensuciando así el vestido de Fleur y...

—¿A qué quieres llegar, Ronald Weasley? —Blaise les hacía seña y les gritaba para que se apresuraran, normalmente no lo haría esperar pero por alguna razón, quería saber lo que su pelirrojo amigo quería decirle.

—Ginny nos contó que te besaste con Malfoy en su oficina.

—Ay, por Merlín. ¿Estaban todos, cierto?

—Toda la familia Weasley en todo su esplendor.

—¿¡Por qué!?

—Fue culpa de Fred y George, le apostaron al costal de hormonas-Potter que no era capaz de decir un secreto reciente. Y demostró que sí podía.

—Mataré a ese par de pelirrojos ¡juegan con su debilidad! ¿Cómo permites que ellos hagan esto?

—Hermione, ni siquiera la mujer que les dio la vida pudo controlarlos ¿en serio crees que tengo una oportunidad? No, no respondas, porque no la hay.— Hermione bufó por lo bajo y se cruzó de brazos. —escucha, fue raro que Ginny haya gritado eso en medio de una mesa familiar. ¿Quién en su sano juicio podría imaginar a Hermione Granger con Draco Malfoy unidos por un beso? Nadie, no los Weasley al menos.

—Todos pensaron que era mentira.

—Y Ginny no recibió sus galeones.

—Vaya, que incómodo. —Ron la vio encogerse de hombros — en fin, será mejor que nos acerquemos al desesperante moreno. Parece estar a punto de explotar.

—Eh... realmente estoy confundido. ¿Ya no estás enojada? No, alto ¿de verdad te besaste con él?

—Bueno, todo puede pasar en esta vida ¿no? Harry con ojos azules, Blaise vestido de pepinillo, tú haciendo dieta, no sé. —Ron abría y cerraba su boca como un pez. Hermione y Draco besándose. Ahora entendía la expresión de Harry, una sorpresa completamente verdadera, nadie escupía por escupir ni se le escapaba la leche por la nariz. Él sabía que eso podía suceder, o quizás no.

Todo le daba vueltas, definitivamente.

Y, a caso ¿le había dicho gordo?

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Bueno, después de tanta espera aquí está la continuación. Espero en verdad que les guste, acepto ladrillazos, una horda persiguiéndome lo que se les ocurra xD.


Como dije anteriormente, si es que lo dije, Limón y Canela terminará pronto, así que estimó dos capítulos más :v y adiós. Así que espero cumplir.


Gracias por leer, comentar, colocarla en sus listas de lecturas y votar. Se los agradezco en verdad, y me re emociona recibir su atención, así que espero no decepcionarl@s.


¡Muchos saludos!


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