Mi amiga es una Mortifaga

Es curioso como actúa la vida dentro del mundo mágico. No era tan fácil hacer amigos, ni siquiera conocidos. Condenados siempre estar encerrados en sus casuchas teniendo clases con profesores particulares o simplemente de sus no tan pacientes padres. Esperando con ansias la maldita carta a sus once años.

Era una condena, al menos para quienes no habían sido bendecidos por la paciencia.

Cuando entras por primera vez a Hogwarts no esperas que de repente alguien te adopte para toda la vida. Que te presente a los demás como "Tu mejor, mejor amigo" obviamente esperaba que eso no sucediera, no tenía tanta suerte al respecto. Pero ¿qué podía esperar teniendo diez años y medio en el maravilloso mundo mágico?

Todo y a la vez nada.

-portate bien, no hagas travesuras, no insultes, no pegues, no mientas ni provoques estragos.

-creo que con lo primero quedó claro que no hará nada de ello ¿verdad mocos?-la pequeña niña con sus mejillas regordetas sonrió con inocencia, asintiendo a lo que su querido padre había dicho. Pero ningún gesto que pasara por ser inofensivo en su rostro podía convencer al carácter cauteloso de su madre. Sin embargo, no dudó en estrangularla en un abrazo maternal.

-Te extrañaré, todos lo haremos.

-Has tu mejor esfuerzo-prosiguió su padre despeinando ya de por sí su indomable cabello negro.

-Lo haré.-aseguró con convicción.

-No dejes en vergüenza a la familia.-advirtió su madre dándole de paso su mirada severa.

-Sólo diviertete.-susurró el hombre que pasaba su brazo por los hombros de su progenitora.

-¿Qué? No, Robert es como darle rienda suelta.

-¡No le hagas caso a la aguafiesta!

-¡No lo haré!-gritó entre la multitud mientras se encaminaba al gran Expreso de Hogwarts.

-¡Robert Perkis!-ella rió mientras se subía al tren; por su cabeza sólo pasaba por el Merlín iré a Hogwarts constantemente desde que había salido de su casa. Buscó sin prisa un compartimiento vacío del lado de donde sus padres la despedían, a penas lo había encontrado ya anunciaban su pronta partida; se fue alejando poco a poco del andén nueve y tres cuartos y de su vida, a la que alguna vez llamó normal, de las reglas de su madre, de la molestia de su hermano mayor.

Carajo, iré a Hogwarts.

No había sido una sorpresa quedar en Hufflepuff, no es como si hubiese tenido otra opción o "escandalosos objetivos" como siempre murmuraba entre dientes su madre ante alguna travesura suya. Parte de su familia había pertenecido a los tejones.

Al parecer como era normal, la mesa aplaudió ante un nuevo miembro, así pasó toda la hora hasta que los novatos se fueron sentando en la que se convertirían en sus casas. El director dio la bienvenida, sus advertencias y de repente las mesas se llenaron de manjares. Esto es la gloria.

-Se ve delicioso ¿verdad?-levantó la mirada hacia uno de los chicos mayores de su casa.-Albert Green-se presentó amablemente extendiendo su mano.

-Jane Perkis-respondió aceptando su mano en un buen apretón.

-¿Perkis? Como el...

- jugador de Quidditch, sí, es mi hermano mayor.-dijo con simpleza sirviéndose un pedazo de cordero.

-vaya...

Sí, vaya. Pero no era tan genial como parecía. Su hermano mayor había sido de esas hermosas piedras en el trasero que se te incrusta luego de una fea caída por un barranco. Sí así de feo, así de horrible. Un ex Slytherin con complejo de superdotado y un síndrome de "Soy mejor que tú" había estado y estuvo hasta último momento haciendo de su vida un infierno. Lo único bueno que él podía darle era sin duda buenos asientos en las copas o mundiales de Quidditch.

-Agrupense, vengan, no se separen porque esto lo explicaré una sola vez.

Limón y Canela: Cap 4 Cena con el enemigo Parte II

No había sido un placentero viaje. El platinado hurón, se había quejado ávidamente de lo horrendo que eran los autos y el olor a insecticida de los taxis. Podría haberle dado puntos al respecto, pero escucharlo quejarse como una anciana la había irritado.

-Insisto, debimos aparecernos.

-¿Ya terminaste?-éste gruñó y pasó su mano por su cabello-¿Qué le pasó a tu peinado de abuelito?

-Muy graciosa, Granger-gesticuló tomándola del codo para entrar de una buena vez al maldito restaurante.

-¡Diablos!-chilló ésta desviándolos a ambos hacia una costado. Detrás de una gruesa cortina, muy privado para cosas traviesas.

-¿Qué te sucede, estás loca?-reclamó sacudiéndose el saco con un gesto de asco.

-shh, no puedo creer que esté aquí.

-¿Quién? Ya me estoy cansando de tus estupideces, Granger.

-Es Rita Skeeter.-éste frunció el ceño y se puso a espiar por encima del menudo cuerpo de Hermione. Por un momento fugaz le importó una mierda que fuese la amiga del cararrajada.

-Zorra-dijo entre dientes-debe haber escuchado algo, o alguien pudo haberle dicho donde estaríamos.

-no lo creo-dijo ésta aún mirando hacia la mesa que ésta ocupaba, de inmediato un hombre, no muy lejos de los cuarenta, se sentó frente a ella. Parecía un hombre pudiente.

-¿Rita, en una cita? Eso es escalofriante.

-No tanto como que tú estés conmigo en el Londres Muggle.-acotó la castaña sin quitar sus ojos de la bruja periodista. Sin darle importancia al gesto desconcertado de Malfoy.

-¿Señorita Granger? -ésta como el rubio voltearon a ver al hombre con un traje elegante, una placa dorada estaba casi imperceptible en su pecho que dejaba a la vista las siglas de Gerente y el nombre de Albert Perkis.

-¡Albert!-saludó con efusividad-tanto tiempo.

-En verdad ha sido mucho. Sus abuelos estarían felices de saber que al fin visita uno de sus tantos restaurantes.-ella sonrió temblorosamente mirando de reojo la pequeña expresión de asombro de su rubio acompañante.

-Si bueno, ha sido una ocasión especial.

-imagino que sí-dijo mirando amablemente al pomposo de Draco Malfoy.-supongo que tienen reservaciones.-asintieron éste sacó un aparato electrónico y buscó sin mucho esfuerzo sus nombres.-Mesa tres, para cuatro en el sector privado, sí, aquí está.-Draco miró a la castaña exigiendo una silenciosa explicación. Era divertido y enternecedor verlo confundido.

Hermione le había preguntado a Albert si había alguna manera de no ser vistos para llegar a su mesa. Éste amablemente, le había dado una respuesta positiva para alivio de ambos. Les había explicado que dado que sus restaurantes eran visitados con frecuencia por imágenes famosas, habían tenido que hacer una entrada alternativa.
Su abuela fue la mente maestra de ello.

-Que tengan una linda velada-dijo haciendo una leve reverencia.

-Te dije que era demasiado temprano-tenía encima dos ojos color plomo sobre ella y pesaban. Levantó la mirada del menú y arrugó el entrecejo-¿sucede algo?

-Granger.-aclaró su garganta-¿tus amiguitos saben lo importante que es tu familia aquí?

-¿Eso te haría sentir especial?-preguntó en respuesta con una ceja en lo alto-sí, sí lo saben.

-mientes.

-¿Por qué lo haría?-el rubio le iba a responder cuando un hombre y su despampanante acompañante se les acercaron.

-Lamento la tardanza.-El Magitecto era endemoniadamente guapo y él lo sabía. Una sonrisa de sangre pura, una parada típica de la nobleza y un buen gusto, quizás exquisito, para vestirse. Un adonis. Sin embargo, eso no pareció sorprender a Hermione Granger; Draco no estaba seguro, o no quería creerlo, pero ella parecía conocerlo.-Vaya, el mundo es un pañuelo.

-Y uno muy sucio-éste rió mientras ayudaba a su chica a sentarse. Saludó a Draco con un apretón de manos, más que nada por cortesía, y accedió a sentarse.

-Siempre tan elocuente, Jane. ¿Cómo están tus padres?

-Perfectamente.-Ambos rubios iban de un lado a otro como un juego de tenis escuchándolos.

-Sí, es muy típico de ellos estarlo. Tus abuelos no dejan de hablar de ti en el club. Es difícil olvidarte de esa manera.-Malfoy reconoció la mirada de la castaña, una mirada que él conocía por experiencia. Carraspeó llamando la atención del famoso Victorio Von Barden, antes de que se iniciara la tercera guerra mágica.

-Imagino que no le importará ir al grano.

~*~

Perder el control de esa manera no era uno de sus apreciados pasatiempos, pero pocas oportunidades tenía para olvidarlo en algún rincón. Caminaba apresurada ni siquiera le importaba ver de vez en cuando de reojo la sonrisa divertida de Malfoy.

-Entonces...

-¿Qué?-preguntó bruscamente. A la mierda los modales. Pero no pareció importarle al ex Sly su humor de perros.

-Fue una linda cena con el enemigo ¿no?- Le temblaron de manera traicionera la comisura de sus labios. No quería sonreír, no la había pasado bien, y mucho menos de un chiste sin gracia de la mano de Draco Malfoy.

-Te odio.

Limón y Canela: Cap 3, Cena con el enemigo

Capítulo 3- Cena con el enemigo. Parte I

-Hermione, tranquila todo estará bien.

-Escucha a Harry, Herms, al parecer es la razón ahora aquí.

-Ron, cierra la boca no estás siendo de mucha ayuda-éste bufó y se cruzó de brazos mirando a la nada como un niño malcriado.-Escucha, Hermione, sólo es Malfoy.

-Harry, por favor no hagas comentarios del que te puedes arrepentir.

-Malfoy es un soquete-La castaña rodó los ojos-y nos está llevando al ladrón más famoso del mundo mágico a la perfección. Es la oportunidad perfecta para saber cómo y cuando atacará. Sólo un pasito, sólo uno.

~*~

Maldito Harry Potter...

El vestido era sutil pero mostraba más de lo que le gustaría. Y ese había sido el objetivo de Ginny cuando se lo regaló en su cumpleaños número veintidós, haciéndole prometer que lo usaría para "cazar".

Maldita señora Potter...

Se acomodó la sugerente parte del busto y volvió a mirarse al espejo, aquel peinado simple pero elegante  resaltaba sus fieros ojos marrones y el color rojo de sus labios enmarcaba perfectamente su boca. Estaba todo en orden y eso no llegaba a gustarle del todo.

Miró la hora en el reloj de pared. El muy jodido Malfoy pasaría por ella a las ocho para encontrase con Victorio Von Barden, unos de los Magitectos más importante del Mundo Mágico Londinense, en un costoso restaurante muggle. Sin importar lo mal que se pudo ver en ese instante, amó reír al recordar el rostro desfigurado del rubio al escuchar las indicaciones del asistente del Magitecto.

Absurdo, se había cansado de decir la mañana entera su platinado jefe hasta el hastío.

Escuchó el timbre sonar una vez, dos veces, tres veces. Rodó los ojos con molestia mientras se dirigía hacia la puerta. No tenía que mostrarle un exagerado cartel para saber de quién se trataba.

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Draco se encontraba apoyado en la pared, un traje costoso cubría por completo lo que el llamaba un cuerpo en verdadera forma irresistible y apetitoso. Su cabello eventualmente estaba peinado de manera elegante pero ese día había decidido no dejarse dominar.

-Cielo santo, ¿Qué sucede contigo y el maldito timbre?-había escuchado detrás de la puerta antes de ser abierta de par en par.

-¿así le dices te quiero a tus amiguitos?-Hermione lo fulminó con la mirada-tranquila; no me comas, gatita.-así era como él realmente la veía, como una sabrosa y peligrosa gatita. Sonrió de medio lado y metió sus manos al bolsillo-¿Nos vamos o nos seguimos comiendo con la mirada?

-Idiota.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...