Mi Amiga es una Mortifaga

Capítulo 6-Destino...

 Melanie Low, su abuela, a la que le gustaba que le dijeran Tía Mel porque aseguraba que no era lo suficientemente vieja para ser llamada "abuela" era la bruja más bruja que jamás había tenido el placer de conocer. Y eso era realmente ya mucho que decir; el mundo a veces era completamente cruel. 

-La fiesta de Compromiso será en Grecia, los padres de la prometida de Jack son propietarios de una hermosa isla-Jane rodó los ojos mientras comía los condenados sándwiches de pavos. El aludido estaba callado, no era una sorpresa pero sí la mirada ausente en sus ojos, la pequeña Perkis podría desear que se tropezara y se rompiera el ego pero no le deseaba mal, no siempre.

El almuerzo transcurrió con tranquilidad, algún que otro comentario jocoso de su abuela, críticas de su madre y alguna que otra opinión de su padre con respecto a su trabajo. Pero Jane y Jack se habían mantenido en silencio hablando prácticamente lo justo y lo necesario, la primera porque si lo hacía saldría castigada hasta que terminara Hogwarts y el segundo, por estar demasiado lejos de aquel mundo. 

~*~

-¿Que sucedió con la discreción?

-Si no supiera que esto es más importante que la maldita discreción, créeme Perkis, incluso hasta hubiese ido a tu casa a comer con tu queridísima suegra.-Jane muy pocas veces era de escuchar detrás de las puertas, por no decir que jamás lo había hecho. Pero esa noche luego de ir por un vaso de agua decidió cortar camino, camino que la obligaba a pasar por enfrente del despacho de su padre.

-¿Que tienes para mí Canuto?-el tono de su padre era tan apesadumbrado que le costaba pensar que ese fuese su querido progenitor.

-Malas noticias, aunque eso no debe si quiera sorprendernos.-Jane frunció el ceño mientras se apegaba más a la puerta- Dumbledore nos ha dado ciertas tareas y gracias a ellas hemos sabido muchas de esas noticias. La profecía habla de nobleza y astucia. ¿Qué es más noble y astuto...

- que un tejón y una serpiente?-susurró éste.-¿Cual es la mala noticia en esto?

- El viejo loco de Albus, cree que tu hija forma parte de esta profecía...

~*~

-¡Apresuren el paso, el traslador se activará en unos minutos!-Jane se mantenía junto a su madre y su "querida" abuela esperando a su padre y a su hermano.-¿Está todo en orden, hija?-ésta observó a su madre, llevaba un lindo vestido floreado con un cabello recogido en un peinado elegante que dejaba apreciar su níveo cuello y sus joyas de oro blanco.

-Está...-aclaró su garganta-todo en orden.

-lamentamos la tardanza-Jack bajo un ostentoso y exagerado traje negro llegó junto a su padre no muy lejos de la elegancia, éste último le sonrió pero ella no pudo más que bajar la mirada y observar. con una muy mala actuación, curiosa el tazón de porcelana encima de la mesita de madera de caoba.-Es hora-todos apoyaron sus manos en el tazón, Jack de repente se puso pálido pero eso fue sólo una pizca de lo que pudo ver cuando sintió un poco familiar tirón en el medio de su estómago.

-Estúpido traslador-escuchó que decía su abuela acomodando su ridícula peluca rubia.-¡Amanda querida!-una señora mayor, bruja sangre pura igual de zorra que Tía Mel se acercó con una cínica sonrisa y un para nada discreto vestido de seda a saludarlos.

-Deberías ir con tu prometida-escuchó que le susurraba su madre a Jack quién asintió y desapareció por la multitud que se había formado a su alrededor. 

~*~

-Estás demasiado tranquila, a este punto de la reuníon esperaba que hicieras explotar el pastel de compromiso-Jane sonrió con mofa y se estiró mejor en el camastro cerca de la piscina, Grecia parecía tranquilo, un hermoso lugar para un mago.

-Créeme, Wile, no sabes cuanto lo he estado pensando-ésta rio apenas y se sentó junto a ella.-¿Y eres alguien cercana a la familia?

-Lyla es mi prima, por parte de mi madre.

-Interesante.-Susan la observó de reojo, Jane de verdad estaba muy callada para ser ella.-Si sigues mirándome te empujaré accidentalmente a la piscina.

-Eso no sería accidental.

-Me apunto para ocultar el cadaver-tanto Jane como Susan giraron sus cabezas hacia su derecha donde la voz juguetona de Clara había aparecido repentinamente-¿qué? sé como esconder cosas a la perfección ¿que tan dificil puede ser un cuerpo?

-Esto es lo que faltaba, el humor negro de un pajarraco.

-¿lo dice un tejón familiar de los roedores?

-¿me dijiste rata?-la rubia se carcajeó sentándose junto a Susan sin importarle el gesto molesta de ésta-por cierto ¿qué rayos haces aquí?
 
 ~*~
  
¿Nervioso? ¿Él? Era imposible, no podía ser, él no, no Jack Perkis, Ex Slytherin, ex prefecto, ex premio anual, un famoso jugador de Quidditch. Carajo voy a casarme. Se miró al espejo, sabía que estaba bien guapo, vamos ni siquiera podía alardear, era guapo y no era un simple sueño. Sonrió aunque flaqueó en el inicio se sintió seguro al final.

-De aquí huelo a tu ego-éste rodó los ojos y miró el reflejo de su pequeña hermanita.

-¿Qué quieres?

-Mamá me envió con esto,-llevaba en sus manos una alargada cajita de terciopelo verde-dijo que era importante que le des un obsequio a tu prometida, es un brazalete que los Perkis han...

-Ya entendí.

-¡oye. no! dejame terminar, mamá me tuvo diez minutos explicandome toda esta cursilería.

-mal por ti.

-Eres un pésimo hermano ¿sabías?-se sentó en la orilla de la cama y se lo quedó mirando-¿Jack, puedo hacerte una pregunta?-el pelinegro se dio la media vuelta y se apoyó en la pared con los brazos cruzados. Era realmente curioso, verla allí sin intentar hacerlo explotar.

-Puedes.

-¿si una profecía habla de ti, corres el peligro de morir por ella?-Jack arrugó la frente, de repente toda la grandeza, la molestia y su mundo de perfección se desmoronó por completo. Jane no parecía bromear y esperaba con todo su corazón su respuesta. Después de todo era su hermano. El único que tenía. Y confiaba en él ¿Por qué?

-No siempre.

-Entiendo...-de un saltó bajó de la cama y le entregó la cajita-Felicidades, hermano, supongo que esto es importante para ti.-se alejó de él rumbo a la salida, sin decirle ni una palabra más. Sin embargo, a pesar de no saber porqué, no pudo dejar que eso se quedara así.

-Jane...-ella se giró mientras su mano se encontraba en el pomo de la puerta-no explotes aún el pastel.

-intentaré no hacerlo, pero no prometo nada. 





Mi amiga es una Mortifaga



Capítulo 5-Sándwich de Pavo.

-Imposible, imposible ¿Cómo lo hiciste? ¿Cuándo? ¿la sobornaste? Debiste darle algo-Jane estaba alegre por no decir complacida del ir y venir nervioso y sorprendido de Clara. Estaban cerca del lago poco a poco iban sintiendo el frío del invierno pero Jane amaba sin dudarlo esa fresca brisa que se le metía de vez en cuando entre su capa.

-Así que realmente pensaste que no lo lograría.-Clara dejó su circo y la miró finalmente con un poco de culpa.

-Bueno, quizás sí te subestimé, ¡Pero sólo un poquito! Es que bueno eres...

-De Hufflepuff.

-No, no iba a decir eso.

-pero lo pensaste, pude verlo desde aquí-Clara suspiró y se sentó junto a ella.

-Lo lamento.-Jane, quería muy en el fondo que se sintiera horriblemente mal, pero era demasiado noble para ello.

-Descuida, por cierto quiero mis Galeones y mis ranas de chocolate antes de irme a casa para navidad.-Clara la miró mal y le sacó la lengua. Y Jane no pudo más que reír.

~*~

-¿Ya se lo has dicho?-la voz de su madre, cautelosa pero igual de entrometida, hizo que un pequeño escalofrío recorriera todo su cuerpo.

-No.-respondió acomodando su ropa con rapidez y sin cuidado dentro de los cajones de la cómoda que tendría más años que él.-Y no tendría porqué decirle, tranquilamente puedes hacerlo tú.

-Cierto, pero Jane valorará que se lo digas. Eres su hermano después de todo. El único que tiene-Jack suspiró, no sabía que tramaba, ni porqué, ni para qué. A Jane poco le importaba cosas tan estúpidas como una fiesta de compromiso, a él principalmente no le importaba. Pero sabía que Rebecca Perkis, su querida y adorada madre, no lo dejaría en paz.

-Le enviaré una lechuza-su madre sonrió con un matiz de triunfo.-Pero no me pidas ser específico.-no dijo nada y se marchó dejándole una pequeña pero importante responsabilidad.

Se acercó con rapidez al escritorio y se sentó frente al pedazo de pergamino. Odiaba escribir. Eres su único hermano, chasqueó la lengua y despotricó contra su consciencia.

~*~

Estaba plácidamente durmiendo la siesta, estaba en el sexto sueño de su vida cuando unos pequeños golpes incesantes en la ventana rebotaban en su cabeza como un martillo. Abrió los ojos con pereza, se estiró, bostezó y salió de la cama lo más lento que pudo.

-¿Toff?-preguntó a la nada mientras se dirigía a la ventana y divisaba a la lechuza blanca y negra esperando pacientemente por ella.Luego le daría un mordisco por hacerla esperar tanto, estaba segura que lo haría-aquí tienes-le dio un poco de alimento y ésta se fue dejando nuevamente un sobre de su hermano en las manos.

~*~

-No puedo decir que me sentí conmovida, si algo sé es que mi hermano no es el típico muchacho sensible-Susan sólo sonrió con ironía; caminaban rumbo a pociones en aquel interminable pasillo de las mazmorras, ella escuchando al tejón parlante desde que se habían juntado. Jane le había hecho llegar misteriosamente un mensaje; aún no sabía como lo había hecho; en el que le pedía que fuesen juntas a la clase para que la "rubia águila", como ella le decía, creyeran sus mentiras. Realmente apreciaba esas ranas de chocolates, como ella su mitad-Pero bueno, al menos me contó que se ataría de por vida con alguna bruja sangrepura.

-Hablas de la pureza de la sangre como si no fuese importante.

-es porque no lo es, Wile. No lo es-repitió convencida- es roja, como la de los  muggle, como la de los nacidos de muggle, como la de los mestizos, como la de los gigantes, como la de un hombre lobo, como...-

-Ya, completamente comprendido. No hacía falta, de verdad.-Jane sonrió mientras metía sus manos en su capa, satisfecha.-Será mejor que nos apresuremos, no quiero compartir otro castigo contigo.

-Oh vamos no fue tan malo.

-Hasta que encontraste una pizca de poción mal hecha que provocaba estornudar ¿En qué estabas pensando? Estás loca-ésta rió.

-Snape estornudó tres días seguidos hasta que decidió ir a la enfermería.-Susan negó con la cabeza pero le concedió una sonrisa divertida.-Jamás lo olvidaré.-añadió empujando la puerta del salón.

-Y el castigo que nos dio al día siguiente tampoco.-susurró Susan con un escalofrío. Su madre le había enviado un vociferador, había sido cautelosa en hacerlo cuando estuvo a solas, pero la experiencia había sido completamente escalofriante. A Jane, no le había ido mejor, pero no parecía afectada.  Por lo que había escuchado ella ya era inmune a los gritos ensordecedores de su madre.

~*~

Navidad había llegado tan pronto como las ranas de chocolate y los diez galeones de Clara. No estaba entuciasmada por volver a casa para esas importantes fechas, Hogwarts se había convertido sin duda en su verdadero hogar y dejarlo era realmente doloroso. Dejó su baúl con los demás y se subió al tren, Clara estaba ya arriba y Susan aún no aparecía.

-Perkis-un niño de Gryffindor se le acercó corriendo por el pasillo, con el cabello completamente rojo y unos ojos azules amables. Un Weasley.

-¿Sí?-preguntó esperando que éste recuperara el aliento. El pelirrojo pareció despabilarse y se irguió.

-Se te ha caído esto-era su bolsita con galeones de terciopelo. por instinto tocó el bolsillo de su campera pero estaba vacía.

-Oh, Gracias-éste sonrió negando con la cabeza moviendo su mano sin darle importancia.

-No hay problema-él se giró para volver por donde había venido pero Jane no le permitió dar más que sólo unos pasos.

-ten-dos galeones se mantenían quietas en sus pequeñas manos y un rostro extrañado en el chico Weasley.

-no creo que sea necesario, de verdad.

-no, de esta manera estaremos a mano.

-no puedo recibirlo.

-no es caridad, Weasley, es agradecimiento. Tómalo no me hagas sentir mal-el muchacho suspiró y miró hacia todos lados, hasta que fijó sus ojos en los de Jane nuevamente.

-si no los tomo insistirás ¿verdad?-Jane sonrió con picardía y asintió, éste suspiró de nuevo y extendió sus manos pecosas.-está bien, pero nadie debe saberlo.

-prometido-Susan había subido ya al tren cuando se encontró con esa extraña escena, una Hufflepuff con un Gryffindor una sangrepura inmundamente rica y un sangrepura extremadamente pobre en un acto de paz y agradecimiento. La Slytherin aún no podía entender porqué Jane era de esa manera, poniendo en peligro su nombre, sus costumbres y sus intereses con personas de esa índole. Sus padres no se lo hubiesen permitido.

-No lo pienses tanto serpiente, Jane esa una tejón, nobleza es lo que destila por los poros.-Clara estaba a su lado con ese gesto tranquilo pero curioso. No sabía cuando o cómo había llegado ahí, los Ravenclaw eran extraños-¿te sientas con nosotras?-¿tenía opción? Realmente no. Asintió en respuesta, no podía decir más y no quería hacerlo tampoco.

~*~

-Hogar dulce hogar-Exclamó Robert dándole la bienvenida a Jane con un apretado y fuerte abrazo hasta el punto de dejarla morada.

-creo que no siento los brazos-masculló aún con la cara apretada contra el pecho de su padre. Suspiró cuando fue liberada pero le sonrió-no sabía que me habían extrañado tanto.

-más de lo que tu crees, aunque tu madre realmente disfrutó retarte todo este mes, ha vuelto a ser la msima de siempre.-Jane rió por lo bajo y siguió a su padre, su elfo Choco, como ella le había puesto de pequeña ya se había llevado sus cosas a su habitación sin darle tiempo siquiera de protestar al respecto; ese elfo era todo un misterio.

Caminaron hasta la sala de estar, rumbo al salón té donde su madre y su hermano los esperaban. Su padre estaba demasiado silencioso, demasiado.

-¿Qué comeremos hoy?-le pareció ver en el rostro de su padre una gota de sudor caerle desde la frente hasta el cuello, pero bien pudo haber sido su imaginación.

-em...-carraspeó-Sándwich de Pavo, sí, eso.-Se detuvo abruptamente sándwich de pavo, eco había hecho en su cabeza y un escalofrío de puro terror.

-Oh no, no, no, no. ¿Esa vieja harpía está aquí?-su padre le cerró la boca con su mano y la arrastró a un costado.

-Shh... baja la voz niña-ésta le frunció el ceño y él la soltó-lo siento, Jane, pero tu madre la invitó. Pasará la navidad con nosotros.

-Por merlín, esto será peor de lo que creí.

-Créeme a mí tampoco me fascina. Sin embargo, tienes el permiso-Jane observó a su padre, sus ojos brillaban con algún tipo de maldad que muy pocas veces dejaba mostrar.-ya sabes, "el permiso"-susurró lo último la pelinegra se acercó a él quedando cabeza a cabeza.

-Si mamá me castiga...

-te daré lo que sea...   

Mi amiga es una Mortifaga

Capítulo 4- Simples coincidencias.

Pasó una semana, demasiado rápido para ser verdad. ¿Qué estaba sucediendo con el tiempo? Jane, no le podía encontrar explicación.

Estaba perdiendo la maldita paciencia y Clara al parecer lo disfrutaba. Sabía que estaba ganando, maldito pajarraco. El avance de encontrar un "amiguito" Slytherin no era muy, por no decir nada, favorable.

Pero allí no terminaba su desgracia, la profesora Sprout le había quitado treinta puntos, por haber confundido el Lazo del diablo con una tentácula venenosa, ¿No era realmente parecidas? Parecidas, no era ni había sido la palabra clave para haber respondido a una amante de la Herbología. Que obviamente, sabía que no lo era.

La miraban ceñudos, bien podían pensar lo que quisieran, no es como si todos fueran sus estúpidos amigos. Y no es como si perder puntos fuese el fin del mundo, joder.

-Primera en la historia de Hufflepuff perdiendo más que dos o tres puntos.-Albert, el chico que aún no se cansaba de ser agradable con ella, detuvo su intento de escape-increíble.

-No es nada, sólo debes confundir el Lazo del Diablo con las tentáculas venenosas y será completamente efectivo.-éste rió melodiosamente mientras desparramaba su cabello como a una niña pequeña.

-Debería juntarme más seguido contigo.

-Pero sólo sería una mala influencia-susurró con picardía. No quería ser su amiga, pero con el tiempo práctica, aunque no enteramente, se estaba acostumbrando a él.

-¡Albert!-unos de sus amigos lo llamó. Él le hizo una seña y volvió su atención a ella.

-Niña mala, nos vemos en el almuerzo ¿Te parece?

-Claro.-dijo y él se reunió con los demás. Se encogió de hombros y se dirigió a las habitaciones. Pero la voz de Ronda nuevamente detuvo su escape.

-...sabes si Albert no fuese de tercero, creería que tu le...

-¡Oh no te atrevas a decir algo semejante!-horror fue lo que sintió y luego vergüenza. Ronda rió con ganas.

-Te ves tan mona toda rojita.

-te odio.

-Sabes que el sentimiento es mutuo.

~*~

-¿No es demasiado joven para ti?-Albert puso los ojos en blanco.

-¿Lo dice alguien que le gustan las ancianas?-éste sólo rió y se dirigieron a su próxima clase. Albert no estaba seguro, pero Jane, Jane era una criatura extraña que simplemente acaparaba su atención sin querer.

No podían culparlo.

~*~

Sentada entre los tejones Jane platicaba cosas banales con sus compañeros con una basta tranquilidad. Costumbres, gustos, libros, música, diversión. Era simplemente cautivador. Pero un escalofrío, algo que provocó que se removiera nerviosamente en su asiento la obligó a posar sus ojos en el simpático Director Dumbledore.

-¿Estás bien?-la voz de Linda la desconectó de la profunda mirada azul del director y le sonrió amablemente.

-sí, todo en orden...

-¿Escucharon lo que sucedió hace semanas atrás? Un niño de primero de los leones ¡fue colocado por primera vez en cien años en el equipo de Quidditch! Es realmente impresionante.

-Y estará con Oliver Wood, que privilegio...-Ronda chilló mientras movía sus manos en el aire. Jane no pudo salvaguardar su risa y simplemente la dejó ser.

-Su nombre es Harry Potter-Jane tosió un poco para mirar a Albert que de repente se había metido, sin embargo le interesaba realmente saber-y será buscador.-impresionante, se dijo. Quizás el año que viene...suspiró, sería bueno si no supiera que tal vez no tenía el talento. Pero no pierdes nada. Le dijo una voz interna.

~*~

Luego de pasar por Historia de la Magia, la clase más aburrida jamás creada. Jane se despidió de sus compañeros con una excusa tan poco creíble que se sorprendió lo estúpida que había sonado, sin embargo sabía como tejón que ellos eran demasiado nobles como para preguntar. Y se sintió libre para husmear en aquellos recónditos y obscuros pasillos de Hogwarts.

-No deberías estar aquí-se giró abruptamente para encontrarse con una niña de Slytherin.

-Sí, bueno...-carraspeó-al parecer tú tampoco.-abrió la boca pero una tercera voz completamente irónica hizo que ambas sintieran el corazón en la garganta.

-De hecho ninguna de las dos...

~*~

Genial, pensó mientras refregaba los asquerosos calderos y no muy lejos de allí, la pequeña serpiente de cabello castaño y unos ojos misteriosamente verdes, estaba pasando con mucha dureza la esponja en el suelo. En la miseria pura.

-¿Qué miras?-ésta cerró los ojos y sonrió de lado.

-Disculpa su majestad, pero los ojos fueron creados para mirar.-siguió pasando la esponja de acero en su caldero-Por cierto, soy Jane Perkis.

-Sé quién eres.

-Oh, que honor.-fingió sorpresa con la mano en el pecho.

-Susan Wile-dijo después de un silencio bastante prolongado.

-¿Cómo? Creo que no te escuché.-hizo una mueca y le frunció el ceño.

-Mi nombre es Susan Wile-Jane sonrió y de repente se acercó a ella, sin importarle que Severus Snape la regañara de nuevo. O que ella se sintiese extrañamente incómoda, lo que era obvio por su ceño completamente fruncido.

-un placer, Susan...-extendió su mano-compañera de castigo.

No sabía cuán acertada estaba en ello...

Canuto

Capítulo 3

No se puede esconder la diversión de alguien que, quizás, fue uno de los que la inventó. O al menos de eso alardeaba tanto Sirius, cuando ofreció en bandeja de plata la magnífica idea de jugar a las escondidas. A la que, por supuesto, James estuvo de acuerdo sin siquiera dudar,  arrastrando a un sonriente Harry, con el cabello más desordenado que su padre, y a una para nada dispuesta pelirroja.

Tonks por su parte se había apuntado igual de entusiasmada que Potter. Y Elizabeth había prácticamente desaparecido junto con Andrómeda y Ted a las cocinas. Por otra parte, Remus y Peter, no tuvieron opción.

Samanta, había sido puesta en su corralito. Se encontraba muy concentrada en todo lo que pasaba a su alrededor, aferrándose a los barrotes de madera. Sentía, casi de la misma forma, el entusiasmo de su querido padre. Que no muy lejos de allí, se encontraba en el laborioso trabajo de contar.

-25, 26, 49 ojos tiene su abuela, amm ¡50! ¡Voy por ustedes mocosos!-Lily y Remus rodaron los ojos mientras veían pasar al niñato de Sirius por la puerta de la cocina. La primera estaba detrás de la puerta y Remus debajo de la mesa con un hechizo desilusionador. No habían dado condiciones, después de todo.

-Cornamenta-canturreó el pelinegro con una sonrisa traviesa-no debiste comer los bocadillos de ajo de Andrómeda. Desde aquí puedo olfatearte, viejo.-se acercó sigilosamente al sofá de cuero negro, pero no había nadie detrás o al menos eso creyó, cuando recordó la capa. Se tiró encima de lo que fuese que hubiese allí y en efecto, allí estaba James, riéndose escandalosamente.

-Ya basta-odiaba las cosquillas y el pelinegro, sin una pizca de culpa, lo sabía.

~*~

Sorprendentemente, Harry y Tonks fueron los que ganaron a las escondidas. Sirius había atrapado a Peter transformado en rata debajo del corralito de su hija. A Lily por una risa mal disimulada y a Remus por un fatídico estornudo. 

Sin embargo, no fue capaz de encontrar a los niños. Tonks había ayudado a Harry a esconderse en el paraguero en forma de pie de troll y ella se escondió detrás de las gruesas cortinas que tapaban a Walburga Black, jamás se enteró, y Sirius daba gracias por ello. 

Harry sola una vez había jugado a las escondidillas y recordaba patente lo que debía hacer, después de todo era hijo de Lily Evans, pero si Tonks no lo hubiese llevado en su espalda no habría llegado.

Ya para el almuerzo, Sirius no paraba de relatar lo sucedido haciendo enfadar a Lily, molestar a Remus y reír a los demás.

-¿Cerebritos? ¡Patrañas! ni siquiera buscaron bien donde esconderse.

Así había transcurrido el día, entre postres, risas, tazas de té y galletas. Viejos recuerdos y absurdas competencias. Entre familia, amigos y hermanos. Sirius, estaba feliz. 

Miró a su pequeña hija en los brazos de su esposa, aplaudiéndole las payasadas de su buen amigo James, de vez en cuando cacheteando al pequeño Peter, tirando del cabello de Remus. Siendo una regalona con la familia Tonks, una confidente con su curioso ahijado en los brazos de la pelirroja

 

No podía pedir más, bueno, quizás sí pedía algo más. Una palabra, una sola palabra, de su pequeña Sam. Pero nada. Nada de nada.

Mi Amiga es una Mortifaga


Capítulo 3-Ridículo.

-Una apuesta.-la idea no le quedaba del todo clara, ni siquiera el momento en el que había acabado en los baños de prefectos.

-exacto, una apuesta-Clara la miró con sus ojos brillosos de la picardía. Sabía que una apuesta no se dejaba sobre la mesa amenos que lo hayas, meticulosamente, preparado. Ella más que nadie lo sabía.

-y...-aclaró su garganta, no era que no quisiera, pero ya había pasado su record de un mes sin meter la pata y no quería salir de esa suerte. Pero Clara era tan insistente, que a esas alturas, ya no le podía decir que no-¿de qué se trata?-ésta aplaudió con energías y bajó de un salto de la escalinata que permitían subirte a la gran bañera.

-bueno, sé que si te dijera que te comieras dos gusanos por dos galeones,  lo harías.

-cierto.

-bien, esto va más allá que pedir un autógrafo a los gemelos Weasley. Y sabes que están bien guapos-rodó los ojos.

-bien, suena interesante, ya escúpelo.

-tienes un mes para hacer que un Slytherin se convierta en tu amigo o amiga.

-¿y qué gano?

-Diez galeones-se masajeó la quijada en un  gesto pensativo-y una caja para todo el mes de ranas de chocolates.-pasó por su lengua por sus labios. Ranas de chocolates, su más grande debilidad. Perra.

-trato hecho.-vamos, era una ganga.-no sé porque siento que hice un trato con el diablo.-Clara sólo rió mientras le daba un gran apretón a su pequeña mano.

-Recuerda que si no lo logras para esa fecha, deberás retribuirme con algo, pero eso será una sorpresa. Buscaré con calma mi premio.

-Estás muy segura de que no lo lograré.

-me debo anticipar, no confiar.

~*~

Estuvo toda la tarde formulando un plan. Haciendo listas de nombres de las posibles serpientes que conocía. Hacer amigos no era complicado, claro que no, bueno, no cuando pertenecían al nido de serpientes. 

Suspiró, Clara se la había dejado bien difícil. Pero no podía rendirse, no podía darle el gusto a la Ravenclaw, no cuando sólo llevaba horas de ser anunciada y aceptada la apuesta. Un tejón nunca se rinde. Se dijo con firmeza.

~*~

Era de noche, gran sorpresa. El tiempo allí pasaba volando. Mientras engullía su puré de calabazas y aquel sabroso corte de res, las grandes puertas fueron abiertas de par en par. Aquel extraño profesor de DCAO, el tartamudo y torpe Quirrel había ingresado esa hermosa noche de Hallowen gritando.

-¡T-Troll e-en las mazm-morras!-el tipo se desvaneció. Los gritos comenzaron a escucharse, de inmediato alguien, no sabía quién, la arrastraba hacia la salida y apenas había podido tragar. Las palabras de Dumbledore no llegó a escucharlas, el pánico había sido misteriosamente desatado. Hogwarts era un caos.

Un hermoso Caos.

No recordaba lo rápido que habían cruzado las cocinas y entrado a la sala común, abarrotada claramente, de alumnos con el pánico y el resto de la cena atorada en la garganta.

Había sido un escape llanamente perfecto y eso era extraño. Completamente ridículo...

-¿Cómo es posible que un troll haya entrado a Hogwarts? ¿No es el lugar más seguro que existe?-preguntó Ronda, en la comodidad de su habitación rodeada por sus compañeras: unas llorosas, otras igual de intrigadas, esperando ¿Qué? No lo sabían. Sólo podían sacar conclusiones.

-Al menos espero que les haya dejado una linda sorpresa a los Slytherin. ¡Caca de troll en las mazmorras, corran todos, mancha aún más nuestra pureza!-dramatizó Jane; todas rieron, pero aún así, había un deje de preocupación en sus rostros.



Mi Amiga es Una Mortifaga: Capítulo 2

Un buen primer día, bueno eso quería creer, afuera se llevaba una de esas aterradoras tormentas, pero nada de qué preocuparse. Se había peinado, o eso había intentado, se lavó los dientes, la cara y se había puesto el uniforme. El escudo de Hufflepuff brillaba en su pecho.

Sus compañeras de habitación estaban literalmente muertas, estaban desparramadas en sus camas con doseles amarillos -unas muy cómodas camas con doseles amarillos- y babas en sus comisuras de sus labios. Era una imagen graciosa, tan normal, que era escalofriante.

-¿Tan temprano?-Albert no era un muchacho feo, tampoco era tan lindo. Bueno, si lo entienden ¿no? Tenía sólo once años, comprendan.

-No quiero llegar tarde el primer día de clases-éste sonrió y dejó su libro de lado, no se había dado cuenta de él hasta que lo cerró.

-sí, bueno, no es como si herbología fuese muy interesante. Aunque Pomona Sprout, es una profesora excelente. Después de todo es nuestra jefa de casa. Donde no llegaría tarde es con Snape, el hombre es algo intolerable.-Sabía que él intentaba ser amable con ella, pero de algo estaba segura, eso no sería suficiente si quería que le consiguiera buenos asientos en el próximo juego de Quidditich. Se había despedido de él con una sonrisa, sólo por cortesía y se había llevado consigo su mochila a cuesta.

Memorizar los toques en los barriles no había sido tan difícil, aún así habían niños que habían quedado bañados por vinagre el primer día de clases. Pobres pensó mientras se adentraba en el gran comedor.

Herbología no había estado tan mal. Aunque las mandrágoras era sin duda las criaturas más irritantes que existían. Pociones había estado bien, después de todo el profesor con auras de murciélago no parecía muy interesado en ellos.

-¡fijate tejón!-una niña de Slytherin le había golpeado el hombro al pasar. Bien, eso había sido grosero, pero lo dejaría pasar, estaba de buen humor como para recibir, a un día de estar lejos de casa, un vociferador de parte de su madre. Aunque la próxima no recordará ni su nombre.

-Hola, Perkis ¿Qué tal tu día?-ésta tragó la comida atorada en la garganta y le sonrió a Ronda Logwood, una de las niñas que compartía con ella la habitación.

-Estuvo bien, creo.

-Me alegro ¿Escuchaste lo que le pasó a Dilan Grow? Bañado por vinagre, pobre niño.

-siento pena por él.

-sí, ha sido el objeto de burla de las serpientes, ser hijo de muggles no era suficiente para ellos. ¿Cómo pueden ser tan viles?-ella no lo podría saber. Su familia era una de esas tradicionales, pero nunca, en ningún momento que ella recordara, habían inculcado a despreciar a los hijos nacido de muggles. Incluso su hermano, perteneciente a la casa de la pureza, había tenido sin problemas una agradable novia de esa índole. Aunque claro, no estaba segura que sus compañeros alguna vez se hayan enterado de ello.

-son perdedores.-simplemente opinó mirando hacia la mesa de las serpientes con un gesto mosqueado. Cruzándose por accidente, con los ojos fieros de aquella niña que intencionalmente la empujó.

-¡El correo! Ya era hora-dijo Ronda mirando hacia la bandada de lechuzas entrar por las ventanas abiertas del gran Comedor.

-Hmp-soltó al aire al recibir su carta con esa caligrafía tan familiar.

-¿Sucede algo malo?-sí, ¿sucedía algo malo? Su hermano le había escrito y eso, no sabía si celebrarlo. Al poco rato recibió otra carta, pero sabía que era de sus padres. Podría reconocer su lechuza negra en cualquier parte-¿no lo abrirás?

-luego.-quizás nunca.

~*~

Ya para la tarde el tiempo pareció recomponerse, estaba tan despejado el cielo que daba miedo, pero fue realmente oportuna su mejora.

Las pruebas de vuelos fueron fascinantes, aunque no los dejaron volar.

En todo ese único día había aprendido varias cosas, la primera era que los Ravenclaw no eran muy amigables, eran quizás dos decibeles menos arrogantes que los de Slytherin, pero arrogantes a fin de cuentas. Aunque siempre había uno bueno entre tanta maleza. La imperiosa excepción había sido Clara Harper, sus ideas eran de apreciar. No había nada como una tarde de travesuras al estilo de un tejón y un águila.

En cuanto a los leones habían sido muy amables, incluso ya tenía amigos allí. Una niña llamada Lorelei Tacner y su primo John se le habían pegado como lapas. Pero eran buena gente.

Y lo segundo, es que allí no moriría de hambre. Los manjares de Hogwarts eran el paraíso. No la culpen, eso la había preocupado todo el camino al castillo.

Para la cena el pollo frito había sido la gloria. Nunca había comido tanto en un sólo día. Sobando  su panza se encaminó con tranquilidad a su sala común tratando de ignorar el delicioso aroma que salía de las cocinas. Tocando rítmicamente  los barriles, se adentró a la acogedora sala. Amaba ese lugar.

Sortenado a algunos alumnos se dirigió a los dormitorios de las niñas. En la paz de su cama decidió que era un buen lugar para leer sus cartas.

Querida mocos,

Queremos felicitarte por esta nueva etapa, sabía que harías honor a la familia siendo un noble tejón. Tu madre ha estado lloriqueando apretujando al señor corderito contra su pecho. Realmente te extraña, y regañarte sobre todo.

Es bueno saber que no te has metido en problemas el primer día. Estamos orgullosos.

Te quieren

Papá y mamá.

Rió por lo bajo mientras doblaba la carta en dos. No puedo creer que me haya olvidado del señor corderito se lamentó, aunque sin perder su gesto risueño. Miró el sobre verde de su hermano. Y casi sin ganas decidió abrirlo.

Jane...

Típico, pensó. No había un hola o un querida Jane. Tan frío como siempre.

Mamá me escribió que quedaste en Hufflepuff, prácticamente me obligó a felicitarte. Así que, te felicito.

No te metas en problemas.

Atte: tu guapo hermano Jack.

Bueno, después de todo no esperaba mucho de él. No es como si expresarse fuese su verdadera profesión. Guardando las cartas en su baúl, se recostó en su cama. Había sido un largo día. Uno muy...muy largo...

Mi amiga es una Mortifaga

Es curioso como actúa la vida dentro del mundo mágico. No era tan fácil hacer amigos, ni siquiera conocidos. Condenados siempre estar encerrados en sus casuchas teniendo clases con profesores particulares o simplemente de sus no tan pacientes padres. Esperando con ansias la maldita carta a sus once años.

Era una condena, al menos para quienes no habían sido bendecidos por la paciencia.

Cuando entras por primera vez a Hogwarts no esperas que de repente alguien te adopte para toda la vida. Que te presente a los demás como "Tu mejor, mejor amigo" obviamente esperaba que eso no sucediera, no tenía tanta suerte al respecto. Pero ¿qué podía esperar teniendo diez años y medio en el maravilloso mundo mágico?

Todo y a la vez nada.

-portate bien, no hagas travesuras, no insultes, no pegues, no mientas ni provoques estragos.

-creo que con lo primero quedó claro que no hará nada de ello ¿verdad mocos?-la pequeña niña con sus mejillas regordetas sonrió con inocencia, asintiendo a lo que su querido padre había dicho. Pero ningún gesto que pasara por ser inofensivo en su rostro podía convencer al carácter cauteloso de su madre. Sin embargo, no dudó en estrangularla en un abrazo maternal.

-Te extrañaré, todos lo haremos.

-Has tu mejor esfuerzo-prosiguió su padre despeinando ya de por sí su indomable cabello negro.

-Lo haré.-aseguró con convicción.

-No dejes en vergüenza a la familia.-advirtió su madre dándole de paso su mirada severa.

-Sólo diviertete.-susurró el hombre que pasaba su brazo por los hombros de su progenitora.

-¿Qué? No, Robert es como darle rienda suelta.

-¡No le hagas caso a la aguafiesta!

-¡No lo haré!-gritó entre la multitud mientras se encaminaba al gran Expreso de Hogwarts.

-¡Robert Perkis!-ella rió mientras se subía al tren; por su cabeza sólo pasaba por el Merlín iré a Hogwarts constantemente desde que había salido de su casa. Buscó sin prisa un compartimiento vacío del lado de donde sus padres la despedían, a penas lo había encontrado ya anunciaban su pronta partida; se fue alejando poco a poco del andén nueve y tres cuartos y de su vida, a la que alguna vez llamó normal, de las reglas de su madre, de la molestia de su hermano mayor.

Carajo, iré a Hogwarts.

No había sido una sorpresa quedar en Hufflepuff, no es como si hubiese tenido otra opción o "escandalosos objetivos" como siempre murmuraba entre dientes su madre ante alguna travesura suya. Parte de su familia había pertenecido a los tejones.

Al parecer como era normal, la mesa aplaudió ante un nuevo miembro, así pasó toda la hora hasta que los novatos se fueron sentando en la que se convertirían en sus casas. El director dio la bienvenida, sus advertencias y de repente las mesas se llenaron de manjares. Esto es la gloria.

-Se ve delicioso ¿verdad?-levantó la mirada hacia uno de los chicos mayores de su casa.-Albert Green-se presentó amablemente extendiendo su mano.

-Jane Perkis-respondió aceptando su mano en un buen apretón.

-¿Perkis? Como el...

- jugador de Quidditch, sí, es mi hermano mayor.-dijo con simpleza sirviéndose un pedazo de cordero.

-vaya...

Sí, vaya. Pero no era tan genial como parecía. Su hermano mayor había sido de esas hermosas piedras en el trasero que se te incrusta luego de una fea caída por un barranco. Sí así de feo, así de horrible. Un ex Slytherin con complejo de superdotado y un síndrome de "Soy mejor que tú" había estado y estuvo hasta último momento haciendo de su vida un infierno. Lo único bueno que él podía darle era sin duda buenos asientos en las copas o mundiales de Quidditch.

-Agrupense, vengan, no se separen porque esto lo explicaré una sola vez.

Limón y Canela: Cap 4 Cena con el enemigo Parte II

No había sido un placentero viaje. El platinado hurón, se había quejado ávidamente de lo horrendo que eran los autos y el olor a insecticida de los taxis. Podría haberle dado puntos al respecto, pero escucharlo quejarse como una anciana la había irritado.

-Insisto, debimos aparecernos.

-¿Ya terminaste?-éste gruñó y pasó su mano por su cabello-¿Qué le pasó a tu peinado de abuelito?

-Muy graciosa, Granger-gesticuló tomándola del codo para entrar de una buena vez al maldito restaurante.

-¡Diablos!-chilló ésta desviándolos a ambos hacia una costado. Detrás de una gruesa cortina, muy privado para cosas traviesas.

-¿Qué te sucede, estás loca?-reclamó sacudiéndose el saco con un gesto de asco.

-shh, no puedo creer que esté aquí.

-¿Quién? Ya me estoy cansando de tus estupideces, Granger.

-Es Rita Skeeter.-éste frunció el ceño y se puso a espiar por encima del menudo cuerpo de Hermione. Por un momento fugaz le importó una mierda que fuese la amiga del cararrajada.

-Zorra-dijo entre dientes-debe haber escuchado algo, o alguien pudo haberle dicho donde estaríamos.

-no lo creo-dijo ésta aún mirando hacia la mesa que ésta ocupaba, de inmediato un hombre, no muy lejos de los cuarenta, se sentó frente a ella. Parecía un hombre pudiente.

-¿Rita, en una cita? Eso es escalofriante.

-No tanto como que tú estés conmigo en el Londres Muggle.-acotó la castaña sin quitar sus ojos de la bruja periodista. Sin darle importancia al gesto desconcertado de Malfoy.

-¿Señorita Granger? -ésta como el rubio voltearon a ver al hombre con un traje elegante, una placa dorada estaba casi imperceptible en su pecho que dejaba a la vista las siglas de Gerente y el nombre de Albert Perkis.

-¡Albert!-saludó con efusividad-tanto tiempo.

-En verdad ha sido mucho. Sus abuelos estarían felices de saber que al fin visita uno de sus tantos restaurantes.-ella sonrió temblorosamente mirando de reojo la pequeña expresión de asombro de su rubio acompañante.

-Si bueno, ha sido una ocasión especial.

-imagino que sí-dijo mirando amablemente al pomposo de Draco Malfoy.-supongo que tienen reservaciones.-asintieron éste sacó un aparato electrónico y buscó sin mucho esfuerzo sus nombres.-Mesa tres, para cuatro en el sector privado, sí, aquí está.-Draco miró a la castaña exigiendo una silenciosa explicación. Era divertido y enternecedor verlo confundido.

Hermione le había preguntado a Albert si había alguna manera de no ser vistos para llegar a su mesa. Éste amablemente, le había dado una respuesta positiva para alivio de ambos. Les había explicado que dado que sus restaurantes eran visitados con frecuencia por imágenes famosas, habían tenido que hacer una entrada alternativa.
Su abuela fue la mente maestra de ello.

-Que tengan una linda velada-dijo haciendo una leve reverencia.

-Te dije que era demasiado temprano-tenía encima dos ojos color plomo sobre ella y pesaban. Levantó la mirada del menú y arrugó el entrecejo-¿sucede algo?

-Granger.-aclaró su garganta-¿tus amiguitos saben lo importante que es tu familia aquí?

-¿Eso te haría sentir especial?-preguntó en respuesta con una ceja en lo alto-sí, sí lo saben.

-mientes.

-¿Por qué lo haría?-el rubio le iba a responder cuando un hombre y su despampanante acompañante se les acercaron.

-Lamento la tardanza.-El Magitecto era endemoniadamente guapo y él lo sabía. Una sonrisa de sangre pura, una parada típica de la nobleza y un buen gusto, quizás exquisito, para vestirse. Un adonis. Sin embargo, eso no pareció sorprender a Hermione Granger; Draco no estaba seguro, o no quería creerlo, pero ella parecía conocerlo.-Vaya, el mundo es un pañuelo.

-Y uno muy sucio-éste rió mientras ayudaba a su chica a sentarse. Saludó a Draco con un apretón de manos, más que nada por cortesía, y accedió a sentarse.

-Siempre tan elocuente, Jane. ¿Cómo están tus padres?

-Perfectamente.-Ambos rubios iban de un lado a otro como un juego de tenis escuchándolos.

-Sí, es muy típico de ellos estarlo. Tus abuelos no dejan de hablar de ti en el club. Es difícil olvidarte de esa manera.-Malfoy reconoció la mirada de la castaña, una mirada que él conocía por experiencia. Carraspeó llamando la atención del famoso Victorio Von Barden, antes de que se iniciara la tercera guerra mágica.

-Imagino que no le importará ir al grano.

~*~

Perder el control de esa manera no era uno de sus apreciados pasatiempos, pero pocas oportunidades tenía para olvidarlo en algún rincón. Caminaba apresurada ni siquiera le importaba ver de vez en cuando de reojo la sonrisa divertida de Malfoy.

-Entonces...

-¿Qué?-preguntó bruscamente. A la mierda los modales. Pero no pareció importarle al ex Sly su humor de perros.

-Fue una linda cena con el enemigo ¿no?- Le temblaron de manera traicionera la comisura de sus labios. No quería sonreír, no la había pasado bien, y mucho menos de un chiste sin gracia de la mano de Draco Malfoy.

-Te odio.

Limón y Canela: Cap 3, Cena con el enemigo

Capítulo 3- Cena con el enemigo. Parte I

-Hermione, tranquila todo estará bien.

-Escucha a Harry, Herms, al parecer es la razón ahora aquí.

-Ron, cierra la boca no estás siendo de mucha ayuda-éste bufó y se cruzó de brazos mirando a la nada como un niño malcriado.-Escucha, Hermione, sólo es Malfoy.

-Harry, por favor no hagas comentarios del que te puedes arrepentir.

-Malfoy es un soquete-La castaña rodó los ojos-y nos está llevando al ladrón más famoso del mundo mágico a la perfección. Es la oportunidad perfecta para saber cómo y cuando atacará. Sólo un pasito, sólo uno.

~*~

Maldito Harry Potter...

El vestido era sutil pero mostraba más de lo que le gustaría. Y ese había sido el objetivo de Ginny cuando se lo regaló en su cumpleaños número veintidós, haciéndole prometer que lo usaría para "cazar".

Maldita señora Potter...

Se acomodó la sugerente parte del busto y volvió a mirarse al espejo, aquel peinado simple pero elegante  resaltaba sus fieros ojos marrones y el color rojo de sus labios enmarcaba perfectamente su boca. Estaba todo en orden y eso no llegaba a gustarle del todo.

Miró la hora en el reloj de pared. El muy jodido Malfoy pasaría por ella a las ocho para encontrase con Victorio Von Barden, unos de los Magitectos más importante del Mundo Mágico Londinense, en un costoso restaurante muggle. Sin importar lo mal que se pudo ver en ese instante, amó reír al recordar el rostro desfigurado del rubio al escuchar las indicaciones del asistente del Magitecto.

Absurdo, se había cansado de decir la mañana entera su platinado jefe hasta el hastío.

Escuchó el timbre sonar una vez, dos veces, tres veces. Rodó los ojos con molestia mientras se dirigía hacia la puerta. No tenía que mostrarle un exagerado cartel para saber de quién se trataba.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Draco se encontraba apoyado en la pared, un traje costoso cubría por completo lo que el llamaba un cuerpo en verdadera forma irresistible y apetitoso. Su cabello eventualmente estaba peinado de manera elegante pero ese día había decidido no dejarse dominar.

-Cielo santo, ¿Qué sucede contigo y el maldito timbre?-había escuchado detrás de la puerta antes de ser abierta de par en par.

-¿así le dices te quiero a tus amiguitos?-Hermione lo fulminó con la mirada-tranquila; no me comas, gatita.-así era como él realmente la veía, como una sabrosa y peligrosa gatita. Sonrió de medio lado y metió sus manos al bolsillo-¿Nos vamos o nos seguimos comiendo con la mirada?

-Idiota.

Canuto

Capítulo 2

-¿Dónde está Samanta?-preguntó Elizabeth Bains, una ex Hufflepuff, miembro de una familia de sangre puras.

Hacía dos años la familia Bains había prestado una de sus propiedades para la Orden. Y allí, tal vez, había tenido la desafortunada suerte, o quizás sólo la dichosa casualidad, de encontrarse con Sirius. Para ese entonces sólo había escuchado de él por Lily, una de las pocas amigas de otras casas que había tenido. Pero nunca había tirado rosas por Black, ni siquiera después de casada con unos de sus mejores amigos, a pesar de que asegurara que le tenía sólo una pizca de cariño.

Aún no sabía que había pasado para que de repente ya tuvieran una hija que a penas se hacía entender. Y estuviera además, casada legalmente con alguien tan irresponsable como él.

-¿hablas de nuestra Sam?

-la volviste a perder.-aseguró frunciendo el ceño. Sirius puso los ojos en  blanco y se arremangó la camisa hasta los codos en un silencioso rictus de no perder la compostura y salir huyendo a casa de James en cuanto pudiera.

La chimenea no está muy lejos...

-¿en serio crees que yo podría hacer algo semejante?-un crujido despistó una posible respuesta de la muchacha y giraron hacia la pequeña criatura que había aparecido. Su elfo doméstico.

-señor, Kreacher ha encontrado a la pequeña ama, Kreacher la dejó en su cuna como pidió el joven amo-Elizabeth miraba mal a Sirius, Sirius miraba mal a Kreacher, Kreacher se esfumó en cuanto pudo, no antes de darle una falsa sonrisa de inocencia a su amo. Sólo quedó la mirada de su esposa que aún seguía siendo mala.

-Supongo que puedo explicarlo.

-Mejor cierra el hocico.

~*~

Navidad estaba cerca, Samanta no decía ni una palabra, Sirius prefería ser atacado por las pulgas antes que las miradas asesinas de su mujer. Su prima Andrómeda, Cornamenta, Lunático y Colagusano los venían a visitar.

Bueno, algo bueno tenía ese día. No sería asesinado aún.

-¡El timbre, el timbre ya les he dicho que no lo toquen!

-¡TE HAS CASADO CON UNA TRAIDORA A LA SANGRE! AMIGOS DE SANGRESUCIAS!

-¡Cierra el pico bruja fea!-Sirius abrió la puerta de par en par pero fue asaltado por unos brazos delgados en cuanto lo hizo, apenas podía saber quien era con ese pelo amarillo.

-¡Tío Sirius!

Canuto

Capítulo 1

Las primeras palabras de un Black siempre han sido importantes, hayan o no sido amorosos con sus retoños. Eso lo podía asegurar él, un ex Gryffindor, Merodeador de corazón, Black a regañadientes -pero orgulloso- un padrino ejemplar -pregunteselo a Harry- un esposo atento y guapo, padre de una hermosa niñita de cabello negro y alborotado.

Sí, Sirius estaba fascinado con esa inocente y traviesa criatura que aún no hacía más que balbucear, pero que más de una vez se le perdió por la inmensidad del 12 Grimmauld Place. Obviamente su esposa no podía enterarse de ello ¿verdad?

Sonrió de forma perruna, necesitaba intentar por una última vez  que ella dijera "papá" o "perro" no importaba. De hecho necesitaba sólo escucharla.

Y allí estaba, frente a su hija que lo miraba fijamente con sus ojos grises. Estaba igual de expectante que él, aunque no esperaba nada al respecto como lo hacía Sirius.

-Vamos Sam, tu puedes. Di pa-pá, vamos es muy fácil, pa-pá.

-no la fuerces querido-ambos miraron hacia la puerta encontrándose con una cómoda muchacha apoyada en el marco de la puerta.-lo hará a su tiempo.

-un Black nunca ha pasado del año sin decir algo.-refunfuñó mirando nuevamente a su retoña.

-no sé porque no me sorprende.-murmuró divertida. Éste chasqueó la lengua.

-Mi primera palabra fue dirigida a mi madre a la edad de nueve meses y medio, le dije "bruja fea" y mi padre se sintió el hombre más dichoso del mundo mágico.-relató con fascinación sonriendo de manera pícara- ¿Qué tan difícil puede ser decir "papá"? ¿verdad cielo?-se dirigió a Samanta que aplaudía riendo aniñadamente-¿ves? Ella lo entiende a la perfección.

-buena suerte con ello, Black.-dijo ésta riendo por lo bajo. Quedaron solos de nuevo. Pero nada sucedía, nada.

-vamos hija, sé que eres una Black con todas las letras mágicas. Le daría a Dumbledore por una pequeña palabra tuya ¿Qué? No me mires así, es que tú aún no lo conoces.

Limón y Canela- Capítulo 2

Luego de ocho portazos por día y cafés horrendos, que bien podían ser el sudor de la comadreja, en las mañanas, había accedido a sacar el estúpido cartel de la puerta.

Granger había ganado esa vez, pero las cosas no quedarían en una obvia paz. Aunque, mientras tanto, podría permanecer.

Ese día había sido el peor de todos, el más asqueroso e inigualable día. Tanto para él, como para su agraciada secretaria.

El departamento de propiedades mágicas se encargaba de comprar y vender casas o tierras de Magos influyentes, que perdieron o ganaron de alguna manera cada propiedad. El mismo negociaba cada una de ellas y las ganancias iban a parar, claramente, al ministerio. No era un trabajo simple, pero tampoco muy complejo.

Exceptuando el maldito papeleo o la negación de algún cliente como en ese caso; era la muerte. El desequilibrio de toda tangente.

-¿Se niega rotundamente a vender su propiedad? ¡Me vale tres calabazas! ¡Esa roñosa casucha será mía, ¿queda claro?!-el cabello pulcramente peinado del rubio quedó hecho un verdadero desastre y uno muy sabroso. Hermione negó con la cabeza, eso había sido un desliz sumamente inapropiado para ese momento.

Necesitaba ordenar sus prioridades a como diera lugar.

-Granger, dale esos los malditos papeles y que se largue-ésta asintió y se acercó al agente de ventas, un pobre mago de cincuenta años completamente pálido.-Estás advertido Lee. Quiero buenas noticias.

-Sí-simplemente respondió sumisamente. Realmente le aterraba la faceta gruñona de Malfoy. Con amabilidad le dio los papeles y lo despidió cortésmente. Cuando se aseguró de que éste desapareció se encaminó nuevamente a la oficina. Miró de mala gana al rubio y se cruzó de brazos.

-sabes que si el señor Lee nos deja, estaremos arruinados. Él ha hecho que tú...

-Sí, sí Granger, no deberías meterte en lo que no te importa. Te recuerdo que aquí mando yo.

-Por supuesto, claro que eres el jefe. El más idiota que he conocido en toda mi vida.

-placer es lo que deberías sentir al estar aquí.

-ya quisieras que lo sintiera-ambos se enfrascaron en una silenciosa pelea hasta que un carraspeo los sacó abruptamente de aquel jueguito infantil.

-Señor Malfoy, señorita Granger...

Limón y Canela

Draco el muy maldito Malfoy, Hermione la muy ratona Granger: enemigos, archienemigos, recontra re mil enemigos, en un mismo pozo ¿Cómo carajos sucedió eso?

Culpen al destino. ¡Culpen al jodido destino!

Limón y Canela

Capítulo 1- No Muggle

El cartel era tan ofensivo que le pareció la atrocidad más atroz que haya visto en toda su vida. Pero no le dio importancia, se dedicó sólo a tocar la puerta de Draco el muy maldito Malfoy. Su asqueroso jefe.

-ah, eres tu Granger-dijo sin interés luego de haberle dejado entrar. Obvio eso no debía molestarle pero no lo logró. Era demasiado difícil tener una pizca de paciencia con él.

-Malfoy-siseó con el cabello crispado como un león. Pero el rubio no lo notó, estaba muy concentrado leyendo su horóscopo en el diario El Profeta.

-Señor Malfoy, para ti.

-señor mierda- se dijo a sí misma en un susurro, dejando sin ningún poco de delicadeza un buen dote de documentos.-¿Por qué conservas aún esa chapa inútil en tu puerta?

-No lo sé, el dueño anterior de la oficina lo tenia, ¿Por qué yo no? Simple ¿verdad?-dijo lo último con una zorruna sonrisa, pedante como siempre.-¿Eso es todo? Si es así, puedes retirarte.-agitó su mano en el aire como si echara algún animalillo repugnante. Lo fulminó con la mirada y se dio la vuelta. Dio el portazo de su vida y se sentó en el escritorio a un metro de la misma.

Secretaria de Malfoy, ni en sus peores pesadillas eso había sucedido. La realidad era una mierda. Una verdadera y gran mierda.

~*~

-debiste decir que no.-le dijo Harry una vez más como hace una semana atrás-Eres la mejor, pero se abusan, tú lo sabes.

-no me estás ayudando.

-¿Y qué esperabas? ¿Aliento, esperanzas? No, definitivamente uno las pierde con él. -la observó con pena, era horrible aún más sentirla por ella-Sé que esta misión es importante, pero ni yo siendo el jefe, aceptaría algo así.

Hermione tomó un pequeño sorbo de su café amargo. No se le ocurría que decir, Harry tenía razón. No había nada más cruel que eso.

-lo sé, pero debo resistir.

AVISO

Bueno, sin poder resistirme, he aquí una nueva Historia. :D

La idea de Nux viene rondando por mi cabeza desde hace mucho y la verdad que quería plasmarlo, al menos antes de que desapareciera la idea. Esto nació gracias a un pedido de una buena amiga y bueno, no podía decirle que no a mi imaginación xD

Así que oficialmente les doy la bienvenida a esta nueva aventura. :v

Ah, y antes de olvidarme, esta historia la voy a subir también en Wattpad n.n)/`•°*'

Sin más, ¡espero que les guste!

Nux~ Capítulo 1

Corría con todas sus fuerzas, como si el mismísimo Gor lo estuviese persiguiendo. La noche podría haber sido joven si los hombres de la familia Xión no lo estuviesen persiguiendo con sus lanzas y sus antorchas. Bueno, realmente podría haber sido peor.

Aunque, no se arrepentía de nada.

Sin poder evitarlo sonrió mientras giraba en una esquina que lo llevaba derecho a su salvación. La mansión de los Kans se alzaba al final de la cuadra, rodeada por pequeñas casas desvencijadas con lindos y raros jardines adornándolas. Escuchó los gritos furiosos en la lejanía y sin pensarlo, al llegar a la gran cerca negra, escaló hasta pasar hacia el otro lado y tirarse literalmente de panza bajo unos tupidos arbustos.

-¡Debe estar por aquí!

-¡No pudo haberse ido muy lejos! –el enojo y la sed de venganza era latente en cada una de las palabras de los hombres. Suspiró con alivio cuando vio que se alejaban. De no ser rápido, habría muerto; se colocó de pie sacudiéndose el polvo de la ropa y se encaminó hacia la entrada trasera de la casa, como si nunca lo hubiesen perseguido.

-¿Una nueva conquista?-preguntó Niran, la jefa de la servidumbre y la que había sido alguna vez la nana de él y su mejor amigo.

-No lo llamaría así-respondió pasando con aires de desentendido bajo la ya resignada mirada de la anciana.-muero de hambre.

-¿Y eso debe sorprenderme?-preguntó la mujer caminando hacia la alacena que ocupaba por lo menos toda una pared. De una de las puertas había sacado un poco de pan y un pedazo de carne que había sobrado de la cena de la familia Kans.

-Comenzaré a cobrarte la estadía, Caponi. Te comes mi comida y llegas a mi casa cuando se te da la gana. -dijo la voz calmada de Sergi Kans.

-También es un gusto verte mi buen amigo.-dijo con sorna tomando un largo sorbo de agua que Niran le había dado.

-Escuché algunos gritos y por lo que pude interpretar era una declaración de muerte que inevitablemente provocó mi desvelo-levantó una ceja mirándolo con cierta perspicacia-¿tienes algo que ver?-el joven se colocó una mano en su pecho mostrándose fingidamente afectado.


-¿Cómo crees que yo podría provocar algo así? A veces pienso que en verdad no me conoces.

-Créeme, me encantaría no hacerlo –éste rio por lo bajo dándole ahora una mordida al sándwich que le acercó la silenciosa mujer, ya estaba acostumbrada a escuchar la típica charla de aquellos muchachos, que ya se sabía cada frase de memoria-¿Qué hiciste ahora?

-¿Nada?

-No sé porqué me gasto preguntándote algo obvio, claro que hiciste algo y no precisamente lo correcto.

-Sí, papi.

-¡Ash!-masculló dándose la vuelta-buenas noches, Niran.

-Buenas noches. señor.

-¡Buenas noches, papi!-escuchó cuando iba a mitad del camino, negó la cabeza mostrando una leve sonrisa. No podía negarlo, Jack le ponía energía a su tranquila vida.

~*~

Snatville...

No era precisamente la paciencia andante, ni la belleza, ni la amabilidad y ni siquiera el buen sentido común. Era feroz, completamente desequilibrada, salvaje...

Sus ojos negros penetraban como una filosa espada del más hábil caballero, esos pozos representaban la mismísima muerte y eso todos lo sabían. Por cada pisada que daba, estremecía a sus observadores; nadie entendía que les atraía de tan perturbadora muchachita, que con aquel cabello castaño atado de manera descuidada y su capa negra ondeando en sus espaldas, podría tener un raro encanto que los encandilaban.

Su indiferencia, su agilidad y sutileza recorría junto la roja sangre Lewid, los extensos caminos de sus venas. Su actitud endemoniadamente pertenecía a los nefastos genes, no era su culpa.

-Las personas hacen de una pequeña pelea en una gran guerra-dijo un hombre en cuanto vio a Lovamiel Lewid entrar la obscura taberna que había en aquel asqueroso y deplorable pueblito. Vio como cruzaba el antro dirigiéndose a él sin vacilación y no había podido evitar hablar en la primera oportunidad.

-Y tu de algo brillante una gran cantidad de excremento.-comentó sentándose en la inclinada y algo torcida silla de madera.

-Las palabras, mi querida, serían “una gran cantidad de mierda”-ella sonrió cruzándose de piernas, dejando ver lo largas y esbeltas que eran en aquel ajustado pantalón de cuero marrón.

-tú lo has dicho-el cantinero sin preguntar o saludar se acercó a ellos y dejó dos jarras con un caliente liquido viscoso sobre su mesa; no importaba si pedían algo distinto eso era lo único que había y lo que se tomaba. No podía creer que eso pudiera ser algo decente pero ya se había acostumbrado a ese repugnante sabor.

-me alegra que estés de humor, es realmente sorprendente, tanto que hasta podría ser este el fin del mundo y no me importaría-ella rodó los ojos y colocó sus manos sobre la mesa.

-habla, espero que entiendas que no tengo tu maldito tiempo. Venir aquí sin que me miraran raro fue un martirio.

-tranquila-levantó sus manos en son de paz-he encontrado algo interesante y definitivamente esto lo será para ti.-metió su mano en su bolsillo interior de su traje gris y con un brillo de locura habitual en sus ojos provocó cierto desgano en Lovamiel. Se metería en problemas, definitivamente-ten, no fue fácil, tuve que sacrificar ciertas cosas de lo que jamás me sentiré orgulloso.-comentó dándole un sorbo a esa “cosa” sin hacer ningún tipo de mueca.

-¿Qué, tu virginidad?-éste se echó hacia atrás dando una sonora carcajada. Exagerada y algo catarrienta, pensó ésta.

-debo darte crédito en eso. Aunque si vamos al caso, aquí entre nos, ambos sabemos quién lo sigue siendo-ésta frunció el ceño quitándole el papel de sus manos de mala gana, lo que causó nuevamente la carcajada del hombre-eres intensa, mujer, intensa.

-cierra la boca, Valduans-siseó desdoblando la amarillenta hoja de papel que tenía en su poder.-es un mapa.-se mofó.

-mejor, un plano.

-¿y eso que lo hace mejor?-él se inclinó hacia ella, podía ver mejor sus ojos verdes y ese cabello rubio grisáceo peinado casualmente. Ella siempre lo había creído excepcionalmente loco, pero ella no era simplemente la señora cordura. Quizás eso la había unido a él enfermizamente. Aunque nunca podría decir que su amistad había sido una simple casualidad. Había sido necesario y oportuno, que ninguno notó que jamás se habían separado.

-un plano representa que esconde misteriosamente una verdad que tal vez nadie debe saber. Pero está dibujado para  contradecir su idea principal.

-¿realmente supones que te estoy entendiendo?

-sé que lo haces, eres más que una simple mujer. Eres una pelicon, utilizas casi el cien por ciento de tu mente-con una fascinación natural la observó como si fuese el bicho más interesante en todo aquel desordenado mundo- analizas todo con excelencia hasta el último maldito detalle.

-ajá, sé que te fascina lo que soy-murmuró asintiendo, reclinándose en la silla con desinterés.

-vamos Miel, míralo atentamente. ¿No hay nada familiar en él?-le sorprendía la insistencia de su amigo-si es que lo era- tal vez sólo era un compañero, como un perro hambriento al que le das un pedazo de pan y nunca más se va de tu puerta. Con resignación volvió a mirar el plano, los trazos eran casi perfectos, línea con línea se unían y formaban un sinfín de cuartos y pasillos con formas inimaginables. Era imposible que algo así existiera y nada le parecía familiar en cada detalle.

-lo lamento, pero no puedo.

-no, sólo te resiste aceptar lo que eres. Pero cuando lo hagas, ese pedazo de papel con unas cuantas líneas, no será un reto para ti.-el silencio los cubrió, no era habitual pero ya se estaba convirtiendo en algo común-Miel.-ella levantó su mirada ónix con recelo, el tono que había utilizado Joseph había puesto a la defensiva a su cuerpo y no entendía el porqué.-tengo algo que confesarte.

-sé que me amas, pero no eres mi tipo-él sonrió de lado y miró hacia un costado con pena y culpa-no hablaba en serio.-rio por lo bajo negando con la cabeza con diversión, aquella negación había sido una hermosa melodía.

-ni tu el mío. Pero no era eso lo que intentaba decirte, lo lamento-se burló volviéndose inclinar hacia ella con confidencialidad y con una seriedad inusual en su jovial rostro-hace unos días volví a tener una visión, realmente debes saber esto y-

-no quiero saberlo, te dije que no me contaras tus visiones y menos si me incluyen.-no sabía por qué había dudado de su percepción, era claro que una visión era lo que rondaba por esa cabeza rubia y claramente era algo que no debía saber- Debo irme, si encuentro algo importante del estúpido plano, te buscaré. Pero no me hables si no es necesario.-sin más y antes de retirarse tomó el plano de mala gana y se retiró sin siquiera despedirse, aunque eso era algo que Joseph no le afectaba.

Se quedó unos minutos más allí, reflexionando y tratando de acallar su mente. Sabía positivamente que no podría convencer a Lovamiel de escucharlo, pero tarde o temprano el destino haría su trabajo y esa ayuda, no tardaría en llegar.

Nux~ Prólogo.

Los planetas se alinearon para joderlo, claramente eso había sucedido, porque en verdad no le cabía en su cabeza el hecho de que tuviera que unirse a una maldita bruja.

Cuando creía que todo podía ser peor, las cosas definitivamente habían cambiado; Jack no estaba  preparado para el cambio y mucho menos para el matrimonio. 

-Necesito un trago.-susurró en cuanto había salido del despacho de su padre. No importaba si hablar sólo era la viva imagen de un loco, pero toda esa maldita situación lo ameritaba. No podía estar cuerdo en ese instante, no en ese momento.

Nux

El poder de la mente es realmente más fuerte de lo que pensamos, incluso más fuerte que un simple puñetazo en el rostro y eso Jack Caponi lo sabía; Lovamiel era un claro ejemplo: una Pelicon pura, poderosa y peligrosa. Una muchacha llena de sorpresas y a la que muy a su pesar, había tenido que aprender a amar.

Algo que claramente no había sido sencillo.

"-Defina destino, señorita Lewid.

-Fácil, el destino es el karma de cada hombre y criatura que pisa, vuela y se arrastra, en este mundo escéptico."

Capítulo 2. (Pequeño adelanto)

Programa de protección de testigos.

Las letras en negritas del folleto sobre la mesa del policía, se encontraba inerte y estoico, como quién le daba la información suficiente para entender su deplorable situación.

¿Qué importaba saber que estaba en riesgo de morir? Ninguno de ellos entendía que por más que dieran todo de sí para protegerle, no funcionaría con un par de asesinos profesionales.

No podía esconderse. Ni aunque su vida dependiese de ello. Era una realidad irrefutable. Y ese hecho no le sorprendía.

-No lo entiendo-ella rodó los ojos con desinterés y eso sólo lo enfureció más- Dime una sola cosa ¿De quién escapas?

-No estoy escapando, estoy disfrutando. Estoy en una lista irrompible, mi destino es morir en sus manos. ¿De que serviría todo esto?

-mi destino es hacer que eso no pase.

-No lo hagas más difícil. Si yo quiero morir, nadie lo impedirá y mucho menos tú. No tengo nada que perder.

Disculpas

¡Hola, mis queridos/as! Me disculpo por no subir nada más que esas imágenes -.- (tan pobre) y por abandonar lo demás. No he tenido tiempo ni siquiera de mirarme al espejo, así que no sé cuando voy a poder actualizar (más que nada editar) Así que pido su paciencia.

Muchas gracias aquellos que se han pasado por aquí, por cosas del destino o vaya a saber como XD pero gracias por su +1, eso me ayuda a no darme por vencida y terminar todos mis proyectos.

Sin más, gracias por su atención.

Capítulo I


                             Las SIX                            



Capítulo 

I


Nacemos, crecemos y vivimos; en espera de la muerte como una vieja amiga, como una novia a su novio para ir a un ordinario baile, como un hombre obeso lleno a que se desocupe el baño público de un restaurante chino. Porque sí, así acababa todo, como una reverenda y súper mierda.

Crecemos con la íntegra idea de tener poderes, magia y fuerzas ilimitadas. Luego te encuentras que hasta los más grandes héroes se cansan de tanta porquería, dejándose llevar por el dolor y el vacío. Demostrándonos que el aumento de las expectativas para con la vida, no era más que mierda.

¿Por qué repito tanto la palabra mierda? Porque en otras palabras dentro del patente concepto de la vida era lo que encontrábamos camino a casa. Un extenso tramo de excremento, grueso y maloliente.

Mierda, había pisado mierda.

Escucho risas cercanas, obligándome a detestar la apestosa vida más de lo que lo hacía antes. Levanto la mirada, no sé porque lo hice, ¿instinto, presentimiento? No lo sabía, no me importa en este mismo instante qué lo había provocado. Frente a mi casa, humilde, pequeña de techo dos aguas, color blanca, una camioneta negra se encontraba estacionada. Reconocía las siglas en sus puertas, sabía de qué se trataba y conocía esos dos hombres parados frente a frente con mis padres.

Quizás, venían por mí. Se habían enterado de mi escape y reclamaban mi cabeza. Desertar no siempre era una buena idea en momentos de crisis. Sin embargo, no estaba segura de que ellos perdiesen el tiempo por una niñita rata adicta a las computadoras. Todo parecía tratarse de un mal, muy mal augurio.

Ya no se requiere de sus servicios, señores Daisdice unos de ellos con durezael consejo cree que ya no es beneficioso para el gobierno mantener agentes como ustedes.

¿Beneficioso? En esta vida nada es beneficioso, mucho menos cuando hablamos del gobierno y el consejo juntos, capitán Fergursoncontestó mi padre con firmeza, determinación y rudeza. Mantenía una actitud completamente desconocida para mí, demasiado recta y escalofriante. En cuanto a mi madre se mantenía a su lado silenciosa, cautelosa. No pasé por desapercibido la tensión en sus músculos ni su mirada alerta. Sabía que algo no andaba bien.

Lo sé y espero que sepa que jamás estuve de acuerdo con esta última orden.

No es a mí a quien debes decirle su arrepentimiento, eso no me compete a míuno en su cabeza y dos en su pecho. Un agente no sólo era entrenado para matar, sino que anexado a su despecho y frialdad, un objetivo siempre se debía rematar. La AGDM, la Agencia General de Misiones, mantenía esta regla como algo sagrado; su escusa era que, si se conseguía deshacerse del blanco si ningún otro contratiempo, se evitaba el doble papeleo.

Me encontraba detrás de los matorrales que me separaba de lo absurdo. No podía hacer nada, sólo me mantuve al margen de todo, observando cómo lo poco significativo que la vida me había dado, se convertía en polvo. La bolsa de pan fresco había quedado en el olvido ¿Qué importaba ya un simple favor?

Mis rodillas se mancharon del barro formado por el charco de sangre. No les había importado que alguien los viese o escuchase; se habían ido con tranquilidad, sin miedo y tal vez, sin arrepentimiento.

Me gustaría decir que descargué esa angustia que había nacido en mi interior, pero sólo me había quedado en silencio mirando los cuerpos inertes de las únicas personas que habían dado de su tiempo para amarme, de protegerme, de cuidarme como nadie nunca lo hizo. La frialdad de sus pieles iba a quedar impresa en mi memoria por el resto de mi pútrida vida.

La sirena de la policía se escuchaba lejana, a miles de años luz, muy, muy lejos. Sentí dos manos tomándome de los brazos con violencia, mi mirada se fijó en los dos uniformados y en la multitud rodearme. Veía sus bocas moverse, pero nada salir de ellas.

Desde ese día no sólo había muerto mi esperanza, había muerto, por muy pequeña que fuera, Lizibeth Dais.

~*~

Residencia Gentin, 23:00 PM.

Un Mercedes Benz negro estacionó enfrente de la lujosa casa de los Gentin. La música Techno y los gritos de una gran, gran multitud se escuchaba a cien, tal vez doscientos metros a la redonda. Luces de colores rodeaban la hermosa construcción victoriana levantada por generaciones de Gentin pasadas. Un tesoro histórico lleno de papel higiénico y alcohólicos drogadictos dispersos por el parque.

Las ventanillas del lado derecho del auto se bajaron con lentitud. Una muchacha de cabello rizado, levemente con la boca abierta y sus hermosos anteojos de sol por debajo de su nariz respingada miró lo que al parecer era una perfecta y exacta atrocidad.

lo mataré, papá lo matará y si no lo arreglo, mamá me matará.

tranquilízate, Mery. No puede ser tan malo.su mirada enardecidamente miel, se fijaron en su prima como si fuese uno de sus habituales enemigos.

todo "es" malo cuando se trata de Clark Gentin y espero que no haya invitado a tío Kevin. Eso sería realmente muy, muy malo. Ha deshonrado a nuestra familia como uno de los mejores.

¿puedo opinar?ambas chicas miraron a la paciente Caroline Green, sentada en un costado mirando hacia otro lado. Nada de aquel circo parecía importarle.

puedes, sólo si es de ayuda.

Mery, querida ¿Qué ha pasado con tu tolerancia?

se esfumó al ver mi casa como un maldito antro nocturno.

¿Quién está deshonrando a su familia, ahora?Mery bufó cruzándose de brazos en cuanto a mi opinión es que, lo más factible, te calmes y disfrute de las vacaciones. La SSIN nos llamará cuando sea necesario y lo lamentarás. Disfruta una noche sin asesinatos-murmuró saliendo del coche.

¿disfrutar? Disfrutaré esto cuando mi puño se estrelle contra el rostro de mi tío. Allí, es cuando me sentiré satisfecha. ¡Y la SSIN puede irse al diablo! ¿Me escuchas, Green?Abigail Gentin fue la última en salir del automóvil con una sonrisa estampada en su rostro. Amaba las vacaciones con amigas y con la familia. No había nada mejor que eso.

Gracias por traernos, Fred.

Un placer, señorita. Que tenga una buena noche.

El trío se adentró a los terrenos “usurpados” para Mery. Conocían a la mayoría: empresarios, jóvenes agentes de alta categoría, gente de muchísima influencia y gente simplemente común. Un raro encuentro de la sociedad en un solo lugar. Y un peligro. Abi empujó la puerta con su mano derecha mientras mantenía un ojo cerrado y uno abierto. No quería saber el estado de la mansión.

¡No!y no era un lujo a como en verdad lo era. Caroline se perdió entre los invitados mientras que Mery yacía en los brazos de Abigail, quien en vano trataba de reanimarla. Todo en verdad era una locura. La castaña buscó con la mirada a algún conocido y no tuvo que hacerlo por mucho tiempo.

¡Tío Clark! —exclamó agitando una de sus manos para llamar su atención. El joven adulto frunció el ceño. — ¡soy Abi! —sonrió pero ésta negó con la cabeza, los que obstruían la visión y el paso a Clark Gentin, se dispersaron dejando a la vista un pequeñísimo problema.

—Maldición…



 Continuará...


                                          Las Six- P.J Díaz                                        
  1. Prólogo

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...