Los Tataranietos de Lord Voldemort



 Los Tataranietos de Lord Voldemort

Ningún escenario me pertenece, todos lo que puedas reconocer es obra de J.K. Rowling junto con sus personajes excepto algunos que no los conozcas que son de mi propiedad. Espero que les guste! Ha y tengo un gran problema con las fechas así que ustedes ayúdenme. XD lo sé doy vergüenza. (les aviso que estaba en FanFiction.net y en Fanfic.Es  -aparecía como Mili Riddle en ambas páginas, para evitar problemas-pero por ciertos motivos no seguiré subiendo capítulos allí).

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 Capitulo 1- El giratiempo y el Señor Oscuro.


Ya habían pasado cincuenta años de paz en todo el mundo mágico y muggle ante la derrota de Voldemort. La vida había logrado seguir con su curso, los sueños habían renacido y la libertad se había devuelto a todos aquellos que se lo merecían. Ya no había represión, pero a pesar de lo hermoso que sonase, no todo era igual para ellos...

 No siempre se llegaba a ver la perfección de las cosas.

—Thomas David Riddle —un chico de unos veinte años se encontraba frente a un gnomo de Gringotts, quien no tenía una apariencia de ser muy amable mientras hacía anotaciones, anotaciones que dejó de lado al escuchar el ecuestre apellido—cámara 926.

—¿llave?—preguntó mirando de reojo a su pequeña acompañante.

—aquí está—contestó mostrándole la llave dorada en la palma de su mano. Suspirando de alivio, miró hacia abajo encontrandose con unos intensos ojos turquesas y unas hebras negras revoltosas tapando parte de ellos. La niña le sonrió, dándole su silencioso apoyo y comprensión insana para alguien como ella.

—Parece estar todo en orden, señor… Riddle—gesticuló el gnomo con algo de recelo—alguien los escoltará, ¡Griphick!—llamó y en el instante apareció otro gnomo más joven. Los guió hasta uno de los carros, que llamó apenas se había dado la vuelta, para luego subir.

El viaje laberíntico fue algo rápido para estar casi en la última de todas las cámaras. La pequeña parecía disfrutar del trayecto. Y Thomas simplemente no podía decir lo mismo. Mucho menos al parar frente a una de las cámaras de la familia Riddle con esas dos grandes serpientes como guardianes una a cada lado de la gran puerta.

— Jamás dejaré de pensar que esto es mucho mejor que el parque—alagó la pequeña bajando de un salto del carro. Sus ojos miraban todo con sumo cuidado, de arriba abajo, de izquierda a derecha, con adoración y devoción; aunque ya era su decimoquinta vez, seguía sin perder su entusiasmo ni la sorpresa que cada mínimo detalle despertaba a su corta edad. 

Observó a su hermano, perdiendo toda la magia que desepertaba Grigontts en su interior. Thom no había dado ni un comentario y por el contrario sólo le había vuelto a asonreír. Pasó por su lado como si el hecho de estar allí no despertara las mil y una preguntas que tenía atragantada en su garganta. Griphick les abrió la cámara en la que segundos después se adentraron. El muchacho se sacó los guantes de cuero que adornaban su mano y clavó su mirada en un solo lugar. 

—¿Qué buscamos?—preguntó paseándose por la cámara, sin atreverse a tocar nada por miedo a que perdiese su encanto.

—algo que espero que esté aquí—respondió cortante y conciso, ignorándola una vez más. Con hastío bufó por lo bajo cruzándose de brazos.—no te sofoques, Mili.—rodó los ojos mientras se apoyaba en uno de los muebles.

—nunca me dices nada. Ya no soy tan pequeña ¿sabes? ya recibí mi carta de Hogwarts.—éste sonrió de lado mientras en vano trataba de tomar un pequeño objeto de la repisa más alta.—puedo ayudar—añadió viendo con cautela lo que él se había guardado en su bolsillo, pequeño y dorado.

—Aunque lo aprecie con mi vida, aún no es indispensable. Pronto llegará el momento en que tú puedas hacer algo por mí y te estaré eternamente agradecido.— se colocó a su altura. Los ojos de igual color que ella y su abundante cabello negro, hacia inevitable que muchos lo confundieran como su padre. Se tenían el uno al otro y era entendible que ante su unión, muchos lo hiciesen. Pero Mili no lo veía de esa forma, era demasiada sobreprotección y no llegaba a entenderlo. Era como si le ocultase algo que en realidad debía saber.

—¿Qué está sucediendo, Thomas?

— ¿Por qué debería de suceder algo?

— Siempre sucede algo—respondió con tristeza recordando la tragica noticia de sus padres, el horror que habia sentido cuando amenazaron separarla de su hermano o cuando descubrió que todo había sido por su culpa.—quiero entender por qué solemos escondernos de nuestro mundo, por qué debemos mudarnos cada dos meses cada vez más lejos y sólo volver aquí cuando algo se necesita. Deseo saber qué sucede. ¿Por qué te es tan complicado?

—Jamás lo entenderías y es mejor así.

—Tal vez para tí lo es. Nunca te ha importado lo que piense—Thom se irguió alejándose de ella. Le dio la espalda y se encaminó hacia la salida, extendió la mano hacia la puerta pero Mili se lo impidió. con un chasquido le sacó el giratiempo de su bolsillo— ¿Por qué rayos necesitarías de un giratiempo? Responde, Thomas.

—no hables como si realmente me conocieras y dame eso—demandó con neutralidad, mas Mili no desistió. se alejó de él con desafío.

—tengo la suficiente experiencia como para saber lo torpe que eres Thom, no soy estúpida, no te equivoques. Yo te he apoyado; siempre ha sido así, ambos sabemos quién de los dos es más débil—el chico bufó molesto y pasando su mano por su cabeza lentamente. La insensatez de su hermana lograba sofocarlo al igual que su impertinencia, le hacía recordar de esos asquerosos genes de los cuales no sentía orgullo. A grandes zancadas se acercó a ella para tomar el objeto pero se resistió.

—¡Devuélvelo, esto no es un maldito juego!—ella negaba con la cabeza mientras trataba de retroceder. Thomas la agarró del brazo sin delicadeza—vamos, deja de ser una mocosa y dam...—pero de tanto forcejeo un ¡clic! los dejó en un aterrador silencio.

—¿Qué fue eso?—preguntó en un hilo de voz. Al mismo tiempo ambos abrieron las manos con las cuales encerraba el giratiempo. Los pliegues dorados daban vuelta sin cesar comenzando a esparcir una brillante luz por el recinto— ¿Thomas? ¡Thomas!...



El sol empezaba asomarse con fuerza y con él... un guapo joven de cabello perfectamente peinado hacia un lado, dueño de unos hermosos ojos negros y piel semi bronceada; debía abrir la tienda del señor Borgin ese día, el hombre era muy estricto con la puntualidad y él jamás había llegado tarde a ningún solo lugar en su vida, aunque fuera un trabajo algo estúpido para todo lo que él sabía. "Maldito Dumbledore" pensó ensombreciendo su rostro.

Ese viejo había tenido la culpa del que el Señor Dippet, no le diera ese puesto en la escuela como maestro de Defensa Contra las Artes Oscuras. Todos los días después de haber dejado su amado colegio, recordaba una y otra vez el rechazo y la desconfianza de estos. Pero sabía positivamente que eso no se quedaría así, pensó mientras llegaba al tan conocido local. Borgin y Burkes.

Al entrar sintió algo diferente, un presentimiento. Uno que no le traía bueno augurios. No solía ser normal, no recordaba que alguna vez le hubiese pasado, no después de saber cuales eran sus propósitos.

Se encontraba tras el mostrador esa mañana, acomodando lo que el viejo Borgin había dejado desordenado, pero con educación y su supuesta "paciencia" que aseguraba que tenía, lo hizo sin rechistar. Después de todo estaba solo. Luego pasó a las vitrinas, en la que reposaban algunos objetos mágicos e insignificantes y un curioso giratiempo.

Después de un rato se dirigió al almacén de la parte trasera del local, donde había una mayor parte de todas las mercancías que traían algunos magos de sangre pura para el intercambio de otros objetos, o para simplemente tener un par de galeones; estaba llegando hasta el final de este, cuando la puerta se abrió y la incesante campanita de ésta se movía de un lado a otro irritándolo al mismo tiempo.

Maldijo entre dientes y volvió sus pasos hacia atrás.

—malditos estúpidos que se atreven a malgastar mi tiempo—decía hastiado caminando de nuevo hasta el frente. Pero al llegar no vio a nadie. Todo estaba vacío y eso era extraño.

Intrigado por aquello se dio la vuelta nuevamente maldiciendo a quien se había atrevido a hacerle una estúpida broma. Pero se quedó estático al girarse y ver que un muchacho, que no tenía más edad que él, lo apuntaba directamente con una varita. Atreviéndose a enfrentarlo a él, el mago más poderoso de todos los tiempos.

Pero su curiosidad se acrecentó al ver que traía a alguien en brazos, a alguien pequeño.

—Si te mueves, no dudaré en lanzarte una maldición—pudo notar que no había nerviosismo en él, ni mucho menos inseguridad, también vio que no vacilaba, tenía firmeza y valor y eso le gustó.

—Hmp ¿sabes quién soy?—preguntó con arrogancia.

—y tú... ¿sabes quién soy?—los ojos turquesas y negros se miraron fijos por varios segundos hasta que las campanillas de la tienda sonaron por segunda vez, anunciando a un nuevo cliente o en un caso contrario, al dueño del local—ni una palabra—susurró Thomas mirando al quien había hecho su vida miserable, así como la de muchas otras personas del mundo mágico y muggle.

Podría haberlo matado tan solo al tenerlo de espalda, pero él no era un cobarde y eso solo sería un acto de cobardía. Sintió que quería entrar en su mente; no le dejó y sonrió para sus adentros. El muy maldito sabía lo que hacía y no por nada sospechaba. Conjuró un hechizo no verbal y desapreció de la vista de su tatarabuelo... justo cuando el señor Borgin aparecía por detrás de la vitrina.

—joven Tom siento llegar tarde, hoy parece ser un día prometedor —dijo el anciano pasándolo de lado después de sonreírle arrogante como todo sangre pura. Pero para Tom, ese día era más que prometedor, eso lo podía sentir en sus entrañas. Miró hacia todos lados y se giró sintiéndose observado. Allí, del otro lado de la calle del local Borgin y Burkes, estaba aquel extraño que lo había amenazado ante la ignorancia de lo que él le podría haber hecho en tan solo un descuido.

Thomas no pudo evitar sentirse estúpido ante la imprudencia de sus actos, había puesto en peligro a su hermanita ante el monstruo del mundo, de su tiempo. Primero había entrado allí para pedir ayuda pero se dio cuenta en el lugar que estaba la magia negra reinaba allí hasta el último clavo puesto y sobre todo cuando sintió una presencia acercarse a ellos. No le era de extrañar que no conociese ese lugar, después de todo en su época ya no existía esa parte del callejón.

No dudó ni un momento desaparecer en ese instante al escuchar los pasos firmes y la imagen aristocrática de aquel joven parecido a su bis abuelo, a su abuelo, a su padre y a él. No cabía duda que los genes Riddle... después de todo, eran tan fuertes como un juramento inquebrantable que incluso te podían llevar a la muerte. 

Exceptuando por sus ojos.

Al menos pudo salir con vida de ahí. Porque estaba seguro que si Tom Riddle hubiese movido tan sólo un dedo, podría haberlo dejado como un seco cadáver...

Después de la última mirada hacia su tatarabuelo se fue de allí sin levantar sospechas, saliendo del callejón Knockturn para ir a Hosmegade. Al menos allí encontraría gente aceptable y no tan peligrosa como lo había en aquel lugar. 

Esperaba no volver a pisarlo.

¡Una Nueva Sección se avecina para el Blogg!

 ¡ASÍ ES! Una Nueva Sección se Avecina para el Blogg, ¿de qué se trata? Bueno, si eso es lo que quieren saber, entonces les presento la súpe...